William K. Black es uno de los héroes en Wall Street. Él es un ex
regulador bancario, profesor y un remarcado crítico del sistema
financiero de Wall Street que casi colapsa en 2008. Su crítica más feroz
es que no ha habido ningún procesamiento de las élites financieras. Un
millar de personalidades fueron condenadas (incluyendo a un Gobernador
interino), a raíz de la crisis de ahorros y préstamos en la década de
1990.
Según el profesor Black, la crisis del 2008 fue de 70 veces mayor que
la crisis de la década de los 90. Black, cuya especialidad es la
delincuencia de cuello blanco dice, básicamente, que nada se ha
solucionado y que los contribuyentes serán los grandes perjudicados en
la próxima crisis.
Las recientes pérdidas de trading de JP Morgan por importe de 2.000
millones de dólares son sólo la punta del iceberg, porque si JP Morgan
puede sufrir por sorpresa esas pérdidas, entonces los demás bancos
"demasiado grandes para quebrar" seguramente están en el mismo barco a
la hora de asumir los mismos riesgos gracias al respaldo final del
contribuyente.
JP Morgan Chase puede considerarse una institución sistémicamente
peligrosa, lo que significa que es "demasiado grande para quebrar"
porque el gobierno teme que su colapso cause una crisis financiera
global.
“Es simplemente irracional permitir que tal institución financiera
exista, especialmente cuando puede incurrir en una pérdida de trading de
2.000 millones de dólares tan fácilmente”, dice Black.
Los bancos son más eficientes cuando se reducen hasta el punto que ya
no pueden poner en peligro la economía mundial. Pero debido a que bancos
como JP Morgan y similares son los principales contribuyentes a los
demócratas y los republicanos, ningún partido político tiene el coraje
de afrontar las reformas necesarias.
La regla Volcker, que pretende prevenir que los bancos estén asegurados
sobre apuestas especulativas prevenibles, se aprobó como parte de la
ley Dodd-Frank ante las objeciones del secretario del Tesoro, Timothy
Geithner, y casi toda la delegación del Congreso Republicano.
Ya en 2008 cuando la crisis financiera golpeó duro a Estados Unidos, se
destruyeron una serie de grandes instituciones. AIG, Merrill Lynch,
Bear Stearns, Lehman Brothers, Fannie Mae, Freddie Mac, Washington
Mutual y Wachovia sufrieron enormes pérdidas por sus derivados tóxicos,
en particular las obligaciones de deuda garantizadas (CDO) y los seguros
frente a un impago de deuda (CDS). Uno podría pensar que todos han
aprendido la lección. Jamie Dimon, consejero delegado de JP Morgan, está
ahora de acuerdo en que los bancos no deberían invertir en derivados.
Pero los subsidios del gobierno alientan, de alguna manera, el fraude y
la especulación.
JP Morgan, el mayor banco del país, recibe un subsidio explícito
federal (seguro de depósito) y un subsidio federal implícito mucho
mayor. Es impropio que los mega-bancos utilicen estos subsidios para
especular con derivados. Y sin embargo, puede hacerlo sin apenas
consecuencias legales graves.
Las instituciones financieras como JP Morgan adoran comprar derivados
porque son opacos, crean ingresos ficticios que conducen a
bonificaciones reales y cuando (no si) sufren pérdidas tan grandes que
causan la quiebra del banco, son rescatados.
La corriente especulativa en derivados de JP Morgan se está
debilitando, pero no va a matar al banco. Si ésta y otras instituciones
sistémicamente peligrosas siguen participando en el apalancamiento
especulativo, será cuestión de tiempo que volvamos a ver una nueva
crisis financiera. ¿Y quién perderá ahora? Los contribuyentes.
Fuentes: William K. Black es profesor asociado de economía y derecho en
la Universidad de Missouri-Kansas City. Un ex regulador financiero
sénior y un investigador de los crímenes de cuello blanco y autor de "La
mejor manera de robar un banco es ser propietario de uno".
lacartadelabolsa
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