Estábamos con el objetivo de reducir el gasto público, el que es el
único objetivo; ese objetivo, ¿es doctrinal?; pienso que no. Con Ronald
Reagan, ya saben aquel que decía aquello que los ricos debían ser mucho
más ricos y los pobre mucho más pobres, USA aumentó su déficit hasta
cotas galácticas. Puede, eso sí, tener componentes doctrinales el
destino del gasto, pero hoy pienso que las doctrinas ya se han guardado
en los armarios.
Se busca recortar, aserrar, podar porque no se ingresa lo suficiente
para pagar la estructura de gastos que se diseñó debido a que no se
crece lo suficiente ya que el nivel de deuda no puede aumentar más y ya
se debe lo inimaginable, y como ya no hay que calmar a ninguna clase
obrera excitada por los cánticos que llegan del otro lado del Elba,
ahora se puede quitar lo que convenga y quien no pueda pagárselo, pues
que se aguante, y por si a algún colectivo se le cruzan los cables, se
endurecen lo que haga falta los códigos penales y se da a ‘las fuerzas
del orden’ licencia para reprimir, todo en aras de la seguridad,
evidentemente.
Vienen tiempos duros para quienes no sean necesarios para generar el
valor que sea necesario porque el modelo de protección social va a menos
porque no se puede pagar debido a que no se recauda lo necesario ya que
no se crece lo suficiente. Lo terrible es que no se puede crecer más
debido a que nadie se puede endeudar más, a que todo el mundo debe lo
que no puede pagar y a que todos los recursos que se han creído
ilimitados ahora se saben escasos.
Y sí, claro, a nivel personal se diseñó un modelo de crecimiento en el
que a cambio de acceder a cosas parecidas a las-de-los ricos quienes no
lo eran se endeudaron; y también se produjo un gigantesco flujo
financiero desde las personas físicas y jurídicas no-ricas hacia algunas
de las que lo eran, y eso también sirvió para alimentar el modelo de
protección social que ahora se desmonta. En España en uno de los sitios
donde más, ya, pero es que, posiblemente, el gasto público al que vamos
sea el que España puede pagar; otra cosa es como se gaste lo poco que
España tenga.
Por ello pienso que el Pacto de Crecimiento del que se habla en la UE
va a servir para bien poco de cara a ‘salir de la crisis’. Por lo que
hasta ahora se ha dicho pienso que nada: otro plan E y aquellos que
estén más requetemal decirles que podrán seguir endeudándose más
-pagando más, claro- y que de sus desequilibrios se estará un tiempo sin
hablar. PIIGS = Latinoamérica 2.0 (la Latinoamérica 1.0 fue la de los
80).
Con ese Pacto de Crecimiento no se resuelve nada porque se sigue
debiendo la misma enormidad que se debía, una enormidad que no se puede
pagar, porque los bancos siguen teniendo una salvajada de activos
contabilizados a un valor irreal junto a unos créditos con una
probabilidad de impago inimaginable a medida que la actividad se vaya
enlenteciendo y porque existe un megaexceso de capacidad productiva de
todo adecuado para una situación que jamás volverá: capacidad ilimitada
de endeudamiento junto a desperdicio de recursos como motor de
crecimiento: el Modelo Kleenex.
Entonces, se preguntarán, ¿por qué se quiere poner en marcha algo así?,
pues pienso que por varios motivos. Uno porque si sólo se dan palos y
ninguna zanahoria la cuerda puede romperse, lo que no es conveniente:
recuerden: el peor enemigo es quien no tiene nada que perder. Otro
porque como, en el fondo es dinero público, si se gasta en otro plan E
no se gasta en otra cosa, por lo que deterioro de cuentas poco habrá.
Otro más porque aún queda algo de chocolate que rebañar. Y aún otro: que
aunque a un país se le de un año más para llegar al famoso 3%, en el
fondo qué más da si el aplazamiento lo va a pagar con creces.
Ahora bien, que a nadie se le ocurra ni remotamente pensar que vamos a
volver a ‘lo de antes’. Eso se ha ido y nunca más va a volver.
Por favor, relean lo que escribí aquí los pasados Miércoles y Jueves.
Hace falta unión de criterios, coordinación de medidas, trajes
específicos, olvidarse de áreas inservibles, centrarse en elementos
productivos viables. Es imprescindible sentarse alrededor de una mesa y
poner los papeles, los buenos, encima de la misma. ¡Y quemar de una puta
vez el manual antiguo que ya no sirve absolutamente para nada! (Cuando
se queme sugiero guardar una copia para el museo de los manuales de
modelos agotados).
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Me preguntan mi opinión en relación a la victoria de M. François
Hollande en Francia. Sigo pensando lo que ya dije en la campaña: los
deseos son una cosa y las realidades otra muy diferente.
Independientemente de que el presidente de la República sea del PSF la
deuda pública francesa seguirá siendo la misma, el estado de la banca
francesa continuará siendo el que es, la población tendrá que pagar todo
lo que debe, las cuentas públicas mostrarán los mismos números que
antes de las elecciones, … Pueden cambiar las formas: ¿recuerdan ‘el
talante’ que anunciaba en el 2004 en España el nuevo Gobierno?, pero los
inversores van a querer cobrar cuando llegue el plazo y la estructura
del PIB francés va a seguir siendo parecida.
Pienso que si no ha sucedido ya cuando Uds. estén leyendo estas líneas,
a M. Hollande (que no lo olvidemos ‘sólo’ es un Jefe de Estado, es
decir, no gobierna por muy presidencialista que sea el modelo francés, y
que, no lo olvidemos, se halla a años luz de François Mitterrand y de
aquella época), le van a mostrar unos cuantos números y le van a decir
lo que es conveniente para el equilibrio del planeta; ¿quiénes?, pues
los que pueden mover 40 mM chasqueando los dedos.
La elección de Françoise Hollande servirá para enternecer un poco el
mensaje y para aplazar uno o dos años el cumplimiento del compromiso del
-3%; entre otras razones porque es imposible cumplirlo en los plazos
firmados, y porque lo importante es el -0,5% del 2020. Pero que nadie
piense que porque en Francia ha obtenido la presidencia alguien que
pronuncia unas cuantas palabras diferentes a quien está en España van a
volver a construirse aquí 750.000 viviendas al año y el mundo va a
volver a ir bien. Que nadie lo piense porque se equivocará de medio a
medio.
Un apunte más sobre el 7M en Francia: las palabras de Mme. Marine Le
Pen: el nuevo presidente va a decepcionar. Pienso que tiene toda la
razón: nadie que hoy tenga poder político puede no decepcionar. La
ciudadanía vota a otro distinto del que gobierna para que arregle las
cosas: para volver a lo de antes, pero eso es totalmente imposible. El
ejemplo también lo tenemos aquí.
Santiago Niño-Becerra. Catedrático de Estructura Económica. IQS School of Management. Universidad Ramon Llull.
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