martes, 22 de mayo de 2012

JP Morgan: ¿La Punta del Iceberg?

William K. Black es uno de los héroes en Wall Street. Él es un ex regulador bancario, profesor y un remarcado crítico del sistema financiero de Wall Street que casi colapsa en 2008. Su crítica más feroz es que no ha habido ningún procesamiento de las élites financieras. Un millar de personalidades fueron condenadas (incluyendo a un Gobernador interino), a raíz de la crisis de ahorros y préstamos en la década de 1990.
Según el profesor Black, la crisis del 2008 fue de 70 veces mayor que la crisis de la década de los 90. Black, cuya especialidad es la delincuencia de cuello blanco dice, básicamente, que nada se ha solucionado y que los contribuyentes serán los grandes perjudicados en la próxima crisis.
Las recientes pérdidas de trading de JP Morgan por importe de 2.000 millones de dólares son sólo la punta del iceberg, porque si JP Morgan puede sufrir por sorpresa esas pérdidas, entonces los demás bancos "demasiado grandes para quebrar" seguramente están en el mismo barco a la hora de asumir los mismos riesgos gracias al respaldo final del contribuyente.
JP Morgan Chase puede considerarse una institución sistémicamente peligrosa, lo que significa que es "demasiado grande para quebrar" porque el gobierno teme que su colapso cause una crisis financiera global.
“Es simplemente irracional permitir que tal institución financiera exista, especialmente cuando puede incurrir en una pérdida de trading de 2.000 millones de dólares tan fácilmente”, dice Black.
Los bancos son más eficientes cuando se reducen hasta el punto que ya no pueden poner en peligro la economía mundial. Pero debido a que bancos como JP Morgan y similares son los principales contribuyentes a los demócratas y los republicanos, ningún partido político tiene el coraje de afrontar las reformas necesarias.
La regla Volcker, que pretende prevenir que los bancos estén asegurados sobre apuestas especulativas prevenibles, se aprobó como parte de la ley Dodd-Frank ante las objeciones del secretario del Tesoro, Timothy Geithner, y casi toda la delegación del Congreso Republicano.
Ya en 2008 cuando la crisis financiera golpeó duro a Estados Unidos, se destruyeron una serie de grandes instituciones. AIG, Merrill Lynch, Bear Stearns, Lehman Brothers, Fannie Mae, Freddie Mac, Washington Mutual y Wachovia sufrieron enormes pérdidas por sus derivados tóxicos, en particular las obligaciones de deuda garantizadas (CDO) y los seguros frente a un impago de deuda (CDS). Uno podría pensar que todos han aprendido la lección. Jamie Dimon, consejero delegado de JP Morgan, está ahora de acuerdo en que los bancos no deberían invertir en derivados. Pero los subsidios del gobierno alientan, de alguna manera, el fraude y la especulación.
JP Morgan, el mayor banco del país, recibe un subsidio explícito federal (seguro de depósito) y un subsidio federal implícito mucho mayor. Es impropio que los mega-bancos utilicen estos subsidios para especular con derivados. Y sin embargo, puede hacerlo sin apenas consecuencias legales graves.
Las instituciones financieras como JP Morgan adoran comprar derivados porque son opacos, crean ingresos ficticios que conducen a bonificaciones reales y cuando (no si) sufren pérdidas tan grandes que causan la quiebra del banco, son rescatados.
La corriente especulativa en derivados de JP Morgan se está debilitando, pero no va a matar al banco. Si ésta y otras instituciones sistémicamente peligrosas siguen participando en el apalancamiento especulativo,  será cuestión de tiempo que volvamos a ver una nueva crisis financiera. ¿Y quién perderá ahora? Los contribuyentes.
Fuentes: William K. Black es profesor asociado de economía y derecho en la Universidad de Missouri-Kansas City. Un ex regulador financiero sénior y un investigador de los crímenes de cuello blanco y autor de "La mejor manera de robar un banco es ser propietario de uno".

lacartadelabolsa

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