Interesante el análisis que hace unos días El País realizó de un
informe elaborado por la UE sobre esta llamada generación de jóvenes que
no estudian y no trabajan. Dos datos ya de por si alucinan: en el 2011,
1,3 M de jóvenes se hallaban encuadrados en este colectivo, lo que
representaba, entre gastos y no generación de producción, el 1,4% del
PIB.
Estos jóvenes no estudian, no se forman, no se cualifican, por lo que
su probabilidad para encontrar un empleo o para desempeñar mañana una
actividad como autónomos en un mundo crecientemente especializado y
tecnificado se reduce más que proporcionalmente al tiempo que va
transcurriendo. De hecho, pienso que, a día de hoy, las posibilidades de
muchos de estos jóvenes de revertir su situación dentro de un marco y
de una ocupación legal, no ya en la economía formal, es prácticamente
nula. ¿Se es consciente de lo que eso supone máxime teniendo en cuenta
de que esa cifra va a ser creciente?.
Diversas personas me han preguntado por el origen de este grupo. Pienso
que es una consecuencia de la evolución del Sistema -no del modelo: los
Ni-Nis no son un producto de esta crisis, aunque la crisis ha acelerado
la producción de miembros del colectivo-, y todo tiene que ver con la
creciente desvinculación que desde mediados de los 1980s empezó a
operarse entre incremento del PIB y demanda de trabajo, es decir, entre
crecimiento y necesidad de mano de obra.
Necesidades decrecientes de factor trabajo combinadas con una mayor
formación en general de la población activa y a lo que se añade una
oferta de trabajo, mucha de ella formada, procedente de la inmigración
desde los PECOs y en menor medida desde el subcontinente índico y desde
Latinoamérica; a la vez una automatización en aumento de tareas
repetitivas y la disponibilidad de herramientas multitarea que ahorran
horas de trabajo. Se fue perfilando un colectivo que, aunque era barato
porque era joven, era objeto de una demanda decreciente lo que,
combinado con otros elementos: familias con miembros en paro, familias
desestructuradas, familias con reducidos niveles de formación, …, fue
creando un foco de expectativas decrecientes. (Supongo que el estudio
existe aunque yo no lo conozco: sería interesante ver la distribución de
los Ni-Nis por capas sociales).
En España se dio otro fenómeno que alimentó el proceso: una creciente
demanda de chicos desde el subsector de la construcción, y de chicas y
chicos desde el subsector turístico que influyó enormemente en las tasas
de fracaso escolar de España, las más elevadas de Europa. Cuando la
construcción inflexó y cuando las instalaciones turísticas comenzaron a
reducir personal a fin de abaratar costes, estos jóvenes se vieron
enquistados doblemente en el desempleo debido al paro generalizado y a
su nula formación. (También sería interesante ver la distribución de
este grupo entre nacionales, inmigrantes no-UE e inmigrantes UE).
Vale, 1,3 M, sólo en España: el problema es europeo, global. Y ahora, ¿qué?.
De entrada revertir este fenómeno, asimilar a este colectivo es muy
complicado por tres motivos: 1) en general sobra factor trabajo: la tasa
de paro es del 22% entre la población activa española y del 32% entre
la inmigrante, y para después de la crisis se estima un desempleo
estructural fijo y sostenido de entre el 14% y el 16%, 2) su formación
es casi nula, y 3) su motivación es muy baja porque lo son sus
expectativas personales. Es decir, es muy caro reeducar a este colectivo
y no existe garantía alguna de que sean necesarios una vez reeducados.
¿Cómo pienso que se va a evolucionar este tema?. Pues muy mal, tanto
para esas chicas y esos chicos, como para la sociedad. Por un lado,
pienso que cada vez un mayor número va a quedar más marginalizado porque
pocos de los actuales miembros del colectivo van a encontrar un empleo
(ya sin entrar en detalles de que sea en la economía formal o en la
informal); por otro, porque su número va a ir en aumento a medida que
vaya creciendo el desempleo juvenil; y por otro más, porque las ayudas
que reciben van a disminuir debido a la insuficiencia recaudatoria, por
lo que, a no ser que sean sostenidos por sus familias, o incluso en este
caso, cabe pensar en su empobrecimiento, lo que abona su deriva hacia
una vida al margen de lo establecido más o menos light a fin de
sobrevivir.
Muy triste, mucho, sobre todo porque no son personas de 90 años, sino
personas que deberían tener todo por delante. A ver cuanto falta para
que alguien se pregunte si gran parte de ellos fue conveniente y
pertinente que nacieran. (Claro que en esa tesitura otra opción podría
ser el plantearse para qué se quieren esperanzas de vida de casi-90 años
y dicen que subiendo, aunque yo no lo creo, al revés: a medida que vaya
recortándose el modelo de protección social …).
Santiago Niño-Becerra. Catedrático de Estructura Económica. IQS School of Management. Universidad Ramon Llull.
Excelente análisis, estos datos son alarmantes y lo peor de todo, no hay ningún indicio de que la situación se vaya a revertir.
ResponderEliminarUn saludo.