Durante los últimos 10 años la deuda global ha aumentado desde 80 
trillones (escala corta) hasta 200 trillones. Los gobiernos de  Europa y
 EEUU adeudan buena parte de los 200 trillones citados. Entonces, si el 
conjunto de ambos bloques tiene un PIB anual de aproximadamente 26 
trillones y recaudaciones de menos de 4 trillones, después de 
presupuestar las recaudaciones para cubrir los gastos generales del 
estado/s, ¿cuánto dinero queda para pagar los intereses de la deuda? 
¿Cuánto dinero queda para pagar la propia deuda? Puesto que la pregunta 
es retórica la respuesta es mucho menos de cero, o sea, negativa. Dicho 
esto, si con lo que recaudan ni siquiera tienen para pagar los intereses
 de la deuda, muchísimo menos para pagar la deuda, ¿cómo pagan los 
intereses? Los pagan endeudándose más hasta que se acabe el chollo y los
 prestamistas, que somos todos nosotros, digamos ¡se acabo! Mientras 
tanto, para poder seguir apoltronados en el poder y en la opulencia, 
manufacturan inflación por medio de la creación de masa monetaria. Lo 
cual es una transferencia de riqueza desde ahorradores hacia  deudores 
–he de recordar que los deudores son mayormente ellos y sus protegidos, 
los bancos. Es más, no solamente manufacturan inflación para reducir la 
deuda tramposamente y salvar sus pellejos políticos, sino que además 
mienten y nos dan cifras irreales, mentirosas; el 3,4% de inflación es irrisorio.
         
 Es cierto que algunas cosas, muy pocas, como la inmobiliaria están 
pasando por un proceso deflacionario, pero repasemos las que 
verdaderamente cuentan: la gasolina que ponemos en el coche, los huevos,
 la leche, el pan, la carne, el pescado, el café, el azúcar, los 
impuestos, el IVA, el metro, autobús, electricidad, gas, ropa, calzado, 
libros de texto, renta etc., etc. ¿Han subido un 3,4%? O más bien nos 
están estafando para poder seguir con el albedrío al que los tenemos 
acostumbrados. Por supuesto que la inflación real afecta incluso a un 
ermitaño, afecta a quien come, bebe, anda, viaja, duerme y a quien de 
vez en cuando se enferma. No me cabe la menor duda de que la inflación 
que vivimos, la real, no es nada más que la punta del iceberg 
inflacionario que se avecina. Tenemos dos caminos, protegernos o 
endeudarnos, para endeudarnos el truco está en hacerlo con un préstamo a
 largo plazo y con intereses fijos y bajos, intereses variables no 
interesan puesto que en unos años podríamos quedarnos sin pan y sin 
perro. Si no es posible endeudarse de la manera que acabo de citar no 
queda otro remedio que aprender a protegernos de la oleada inflacionaria que se avecina, de la tormenta perfecta.
 ¿Cómo hemos llegado hasta aquí? ¿Ha sido por culpa de 
ellos? ¿Quiénes son ellos? Según creencias populistas y de los que 
tienen tendencias conspirativas, “ellos” son los que están en el poder. 
Para unos el poder son los políticos, para otros los banqueros o grandes
 brókeres, Goldman Sachs, etc., y para otros el gran capital. La 
creencia popular es que “ellos”, al final lo arreglarán todo y 
regresaremos a lo de antes. Sin embargo, gran parte del planeta a causa 
del optimismo, ya que nunca hemos vivido una guerra mundial ni otras 
calamidades similares, le negamos a la historia su sabiduría y nos 
negamos reconocer que los imperios se vienen abajo por diferentes 
razones. Aunque a veces se han venido abajo por culpa de sequías u otras
 calamidades ajenas a los poderes, la mayoría de las caídas han ocurrido
 como consecuencia de guerras, malas gestiones económicas o monetarias, 
sociedad con nivel de vida decadente y otras decisiones perniciosas de 
ellos. Está científicamente demostrado que la inteligencia de la 
humanidad contemporánea, en términos evolucionarios, es idéntica a la de
 la humanidad de hace seis mil años. Los imperios de antaño también eran
 regidos por “ellos” quienes también comandaban ejércitos, capitales y 
territorios. Entonces, ¿dónde están aquellos imperios, porqué dejaron de
 serlo? ¿Dónde está el imperio egipcio, griego, romano, bizantino, 
persa, mongol, chino, los norteafricanos, inglés, español, alemán, 
soviético y otros que ahora omito? ¿Por qué “ellos”, los poderosos 
emperadores, reyes, banqueros y comerciantes no lo arreglaron todo para 
evitar la caída?
 El jefe de la Reserva Federal de los Estados Unidos, Bernanke, quien 
obviamente es un principal de los “ellos” descritos arriba, nos ofrece 
un ejemplo clarísimo de necedad y ofuscación. Resulta difícil comprender
 que un pupilo de Harvard galardonado con un summa cum laude, 
estudioso de la historia económica de la gran depresión mundial del 
siglo pasado, elegido a dedo de presidente y ratificado por el congreso 
de los Estados Unidos haya cometido errores tan colosales que después ha
 negado incluso utilizando el poder de la retórica para malversar la 
realidad y hacernos creer que lo que hizo era absolutamente necesario 
para salvar el sistema. Más bien, bajo mi punto de vista,  atascó el 
sistema y lo ha convertido en insalvable, y utilizando su premisa ha 
llevado a medio mundo a la pobreza permanente.
 A cambio, el mundo le profesa una fe ciega y le aplaude cuando en el 
2006 dijo: “el precio de la inmobiliaria residencial probablemente 
continuará subiendo” y en el 2007 dijo “considero que los préstamos 
basura tendrán poca transcendencia y no contagiarán de manera 
significativa al resto de la economía ni al sistema financiero.” 
Después, en el 2008 dijo “Fannie Mae y Freddie Mac están adecuadamente 
capitalizados y no corren peligro de quiebra” y que “la Reserva Federal 
no prevé que vaya a ocurrir ninguna recesión”. En el 2009 dijo, “la 
Reserva Federal no monetizará la deuda.” Esto prueba que una buena 
educación y un gran título no garantizan ni la verdad ni la ausencia del
 error. Sin embargo, incluso después de los errores comprobados y 
sufridos, la ciudadanía al igual que los líderes del mundo, excepto 
quizás dos o tres, aceptan lo que dice como palabra de dios. Mientras, 
el bienestar de la sociedad global se deshilvana y amenaza con 
consecuencias muchísimo más graves de las que ya hemos vivido.
 Aun así, después de las malas predicciones, los muchos errores y de su 
actuación económico-monetaria indigente, continúa presentándose ante el 
congreso y el mundo sin inmutarse, con el aire del que habla y 
pronostica con propiedad. Continua hablando con la misma automatización 
de siempre, incluso después de que afirmó que lo que no pasaría pasó y 
que lo que pasaría no pasó. Arriesga trillones de dólares con la 
desfachatez de seguir pensando que está en lo cierto y dando por hecho 
que su argumento académico le da licencia de alquimista para convertir 
en realidad su gran experimento con la economía estadounidense y global.
 Por si fuera poco, como si fuera pastor divino, el rebaño de la mayoría
 de los gobernadores de los bancos centrales lo admiran e imitan, unos 
porque saben menos que él de economía, y otros porque no les queda otro 
remedio y en lugar de aceptar la muerte súbita optan por la más lenta y 
dolorosa.
 La realidad es que para someter la naturaleza del poderío deflacionario actual,
 inducido por el des-apalancamiento descomunal que comenzó en el 2008, y
 convertirlo en des-apalancamiento inflacionario, se necesita imprimir 
indecibles cantidades de dinero. Un fenómeno que raramente ocurre pero 
cuando sucede, sucede de manera clásica, la cual intentaré explicar a 
continuación: En todo des-apalancamiento, tanto deflacionario como 
inflacionario, el promedio de madurez de la deuda/bonos/renta fija se 
acorta en la misma medida que aumenta el riesgo del impago o el de 
inflación. Entonces, así como los compradores tradicionales de bonos 
exhiben menor apetito por estos mecanismos de inversión, los bancos 
centrales sustituyen a estos inversores naturales, aumentan la compra de
 bonos y alargan la madurez/caducidad, lo cual se denomina monetizar la 
deuda.
 Al principio de tales manipulaciones monetarias y económicas, aunque 
acarrean pequeñas consecuencias negativas para la divisa, los efectos 
son beneficiosos. Ahora bien, si las imprentas son usadas de manera 
desproporcionada con respecto a las fuerzas deflacionarias derivadas de 
la austeridad y de la restructuración de la deuda, lo que consiguen es 
expulsar fuera de la divisa y de los bonos con madurez a largo plazo - 
10, 20, 30 años a los prestatarios naturales, o sea, a los inversores en
 bonos. Lo cual, para evitar el colapso total del sistema fiduciario, 
obligaría al banco central a pagar rendimientos más altos para frenar el
 exilio de tales inversores. En ese preciso instante es cuando los 
llamados bonistas vigilantes toman las riendas y el control de los 
rendimientos de los bonos, exigen retornos reales con respecto a la 
inflación y ponen al banco central entre la espada y la pared, dejándolo
 con poca o ninguna capacidad de maniobra.
 Es fácil de reconocer el comienzo de esta fase porque la curva de 
intereses se dispara al alza en vertical. La divisa se desploma y el 
colapso de la divisa impulsa la inflación, el crecimiento nominal* y los
 intereses. El mismo proceso de la mencionada fase actúa al contrario y 
hunde la divisa de manera que parece un remolino interminable. Ambas 
fuerzas alcistas y bajistas convergen y se fortalecen mutuamente para 
engrandecer y agudizar el círculo vicioso, el agujero negro. Solamente 
puede ser arrestado poniendo los intereses oficiales por las nubes, 
definitivamente por encima de la inflación, cual a su vez provoca una 
recesión viciosa que sirve para restituir la economía y para devolver la
 salud a los ciclos y a las fuerzas que tiran y aflojan de los 
diferentes vértices económicos y normalmente suele dar paso al ciclo 
macroeconómico opuesto al anterior.
 *En la situación descrita, o sea, en la fase del nefasto proceso 
inflacionario, tanto mercados de renta fija como los de renta variable 
se comportan ruinosamente. En el caso de los mercados de valores, aunque
 pudieran experimentar crecimiento, este sería nominal pero no en 
términos reales puesto que la divisa en la que el flujo de capital está 
denominado se desploma y la inflación sube más rápido que la capacidad 
de las empresas para anticiparla. Incluso aunque pudieran anticipar el 
diferencial inflacionario no podrían incluirlo en el precio sin 
perjudicar la competitividad de los productos que comercializan.
 El colapso de la divisa, que es consecuencia de todo lo expuesto arriba, provoca altos rendimientos en activos refugio como el oro,
 cuyo valor sube con respecto a la moneda local, o sea, del país donde 
el proceso explicado existe. En este caso, como el problema es global, 
el precio del oro reflejaría el declive del valor de todas las divisas, 
aunque unas más que otras, con respecto al oro y al poder adquisitivo.
 ¿Tienes oro?
 Escrito por Antolín Blanco, editor de Mercadosyburbujas.com y experto iAhorrador
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