viernes, 28 de septiembre de 2012

La mayor burbuja que existe: la inflación. Tipos de episodios deflacionarios

Son muchas las causas que contribuyen a la deflación, pero la principal es el miedo. A continuación describo la deflación en tres escenarios distintos. La deflación más común es temporal y pasajera, y a través de la historia es una de las consecuencias de las recesiones normales y corrientes que el mundo experimenta aproximadamente una o dos veces por década. El miedo a la contracción económica genera precaución y consecuentemente menor volumen de producción por parte de grandes y pequeñas empresas, disminuye el consumo general, genera menores beneficios y en algunos casos pérdidas temporales. Lo cual obliga a las empresas a reducir sus plantillas, y lógicamente aumenta el desempleo. Esto se convierte en un círculo vicioso, el desempleado consume considerablemente menos y el empleado también por miedo a que el remolino lo engulla también a él. La economía se contrae incluso más, y así sucesivamente hasta que, un buen día, después de un período de tiempo, llamémoslo equis, se produce un cambio casi radical, y sin ton ni son la sociedad casi simultáneamente decide que necesitan comprar las cosas que postergaron porque ya no pueden aplazarlo más. La economía mejora y el miedo a la deflación desaparece.
Hay otra deflación más persistente y dañina, para la sociedad, que la primera. Esta es la  causada por una crisis financiera. Generalmente ocurre después de la explosión de alguna burbuja que durante su apogeo hechizó y excitó la avaricia de una o varias instituciones financieras importantes. Después, la ruptura de la burbuja produce la desintegración de la institución o instituciones mencionadas y conlleva efectos secundarios para otras instituciones que, quizás, sin comerlo ni beberlo se ven indirectamente involucradas. La descripción de la deflación que siempre sigue a este tipo de crisis financiera es idéntica a la que expliqué en la primera pero más profunda y duradera. La salida del período deflacionario es también parecida a la primera pero más tardada.
 La última y la más perniciosa de todas las deflaciones es el compendio de las dos primeras causas pero con añadidura de la crisis de deuda excesiva. Dentro de esta tercera también existen varios niveles de peligro: deuda privada, deuda institucional privada y deuda soberana. Obviamente, las dos primeras crisis que he mencionado están constituidas por uno de estos tres niveles de peligro que menciono. Sin embargo, cuando, en un país de mediana economía, los astros se alinean en la rareza de los tres niveles de peligro, la crisis es descomunal y afecta negativamente a la gran mayoría de los activos mundiales; muchísimo más cuando la crisis de deuda es global y acapara a las principales economías del mundo, sobre todo si se trata del país que controla la moneda reserva mundial. Este tipo de deflación, como he dicho antes, es la que genera más miedo. Es la más miedosa porque es la más peligrosa y duradera. El episodio deflacionario que comenzó a manifestarse en el 2007, por parte del dinero inteligente, quiso dar señales de extinción durante la última mitad del 2009 y 2010. Cuando estalló la crisis griega, que fue el “primer” dominó de la crisis europea, la deflación volvió a resurgir para mostrarnos otra de las cabezas del mismo dragón. Todo esto es historia conocida, lo repito porque es necesario recordar de dónde venimos para saber dónde estamos y por supuesto a qué lugar nos dirigimos. El siguiente paso, después de que se resuelva la crisis europea, TEMPORALMENTE, será la desaparición paulatina del miedo a la deflación. No será un paso natural, será forzado por el proceso de desapalancamiento de los gobiernos, instituciones y ciudadanos. El proceso de desapalancamiento inevitablemente merma las economías. Para evitar la merma y la deflación, los bancos centrales imprimen dinero a toda máquina e inundan la economía de liquidez con la esperanza de que el dinero termine siendo prestado por los recipientes de las imprentas y gastado/utilizado por parte de empresas y emprendedores de manera que reflote la economía. El problema es que los bancos centrales no tienen control de donde terminará parando el dinero que imprimen. Este a menudo termina creando otra burbuja mayor y más dañina que la anterior.
Inflación
Entonces, como he dicho anteriormente, el círculo vicioso nos lleva, desde las imprentas a la liquidez y desde más imprentas a liquidez excesiva. Cuando el dinero abunda en las manos irresponsables de los bancos y otras instituciones recipientes de la generosidad de las imprentas de los bancos centrales, estas comienzan a invertir en activos que generen beneficios que sanen sus hojas de balance. Lógicamente, una parte del dinero termina en manos de los ciudadanos, estos también comienzan a consumir lo que necesitan e incluso lo que no necesitan, y la excesiva demanda crea la mayor burbuja que existe, o sea, la inflación general. Una vez que el período inflacionario ha comenzado, los únicos activos que no suben inmediatamente son los que causaron la burbuja anterior. Sin embargo, suben las materias primas, sube la inmobiliaria comercial, terrenos construibles, productos industriales etc.; suben los carburantes, suben todas las utilizaciones energéticas, productos agrarios, fertilizantes etc.; suben los productos agrarios, sube el terreno agrícola, los alimentos básicos etc., y así sucesivamente se va creando el circulo vicioso que antes vimos en la deflación pero a la inversa hasta formar el cáncer de la inflación que es todavía más dañino que la deflación. Con la deflación no gana dinero casi nadie, pero las economías se curan de los excesos y se renuevan para volver a crecer. Con la inflación solamente ganan dinero los que tienen dinero o los que tienen acceso a él para invertirlo en activos que se sabe que con la inflación van a subir descaradamente. El ciudadano de a pie se empobrece de manera que por mucho que le suban el sueldo, la pensión o lo que sea, nunca puede superar la constante carestía de la vida. La inflación crea problemas sociales profundos que difícilmente son remediados sino con el fin del período inflacionario.
Irónicamente, la erradicación del periodo inflacionario solamente se consigue a través de un periodo deflacionario inducido a posta por los bancos centrales, subiendo los tipos de interés hasta las nubes y sin imprimir ni un céntimo. Otro método seria el del reclamo, por parte de los bancos centrales, de toda la liquidez emitida, este método se llama esterilización. El problema es que cuando las imprentas se exceden de la manera que lo han hecho durante la última década, la “esterilización” crearía una gran depresión profunda. Las consecuencias del evitar múltiples pequeños dolores terminan llevando a las economías a la UVI (Unidad de Vigilancia Intensiva)
Entonces, la inflación, como una marea negra, lo eleva todo, incluso los mercados de valores. Sin embargo, tanto en el caso de los mercados de valores como en casi todo lo que la marea negra de la inflación levanta, existe una distinción importante; las subidas son nominales, o sea que, aunque numéricamente suben los activos, el poder adquisitivo que la persona o institución tiene invertido en activos inflacionarios, excepto en contadísimos activos, es siempre menor e incluso considerablemente menor del que sería si la inflación no hubiera existido y el activo no hubiera subido. Esto, aunque fácil de comparar y probar, es extremadamente difícil de comprender por gente que está invertida en activos durante períodos inflacionarios y los ve subir constantemente. Quienes comprenden la situación mejor, porque les afecta más, son las personas que dependen de un sueldo, pensión o cualquier otro ingreso fijo. Cuando la deflación deja de ser evidente y cede paso a la inflación (después de pasar por la estanflación*, ver debajo), empiezan las codazos, los pisotones y los amontonamientos por parte de los que tienen el dinero aparcado en bonos y otros activos refugio que no producen rendimientos o incluso generan rendimientos negativos, para invertirlo en activos tangibles alejados de las imprentas, de los papelitos de colores y de las promesas impagables de los gobiernos –se alejan de lo que consideraban seguro y después dejó de serlo. Cuando los muchos trillones (escala corta), refugiados en activos deflacionarios y promesas impagables de los tesoros soberanos por parte de instituciones, países emergentes y ciudadanos, salgan a buscar rendimiento en lo tangible, pasaran dos cosas:
1.- Los activos tangibles se pondrán por las nubes. ¿Cuáles entrarán en burbuja? De momento es impredecible, pero conozco un género de activos que sin duda se convertirán en Champán, de ese que llaman Dom Pérignon. Creo que todos sabéis a que activos me refiero.
2.- Los gobiernos de occidente se quedarán sin primos que los financien gratis y los financieros de última estancia serán las imprentas de sus propios bancos centrales que para seguir financiando a los gobiernos empedernidos, derrochadores, irresponsables y corruptos por el poder y el egoísmo, diluirán las monedas más, y más, y más y más… - hasta desinflar la deuda puesto que creando inflación es una de tres maneras de renegarla, ver Duelo a Muerte entre Dos Disciplinas Económicas. Cuando la situación se convierta en insostenible, llegará algún iluminado, algún líder pragmático como el presidente Reagan y Paul Volcker (jefe de la FED a principios de los 80s), romperá el círculo vicioso de la inflación y comenzará una nueva etapa de dolor intenso que culminará en un mar de tranquilidad, de normalidad y estabilidad.
Oro
Como bien sabéis, cuando hablo del oro me refiero a todo el complejo de los metales preciosos. A los que han sido dinero a través de la historia y, lo siguen siendo, desde que fueron descubiertos, pulidos y tallados. Aunque el oro se convierta en respaldo total (lo dudo) o parcial (lo más probable) de las monedas del mundo y consecuentemente en moneda reserva de referencia mundial o no, el oro culminará en burbuja. Burbuja que marcará pauta de referencia con respecto a todas las burbujas de la historia, o sea, la madre de todas las burbujas. Dada la hipocresía de TODOS los políticos del mundo y las ansias de poder y control que demuestran, estoy convencido y segurísimo de que lo intentarán todo, hasta lo imposible, antes de relegar el control. Como consecuencia, todavía queda mucho tiempo, imposible de saber de antemano, para llegar a donde os he explicado. Mientras tanto, el oro seguirá subiendo, unos años más, otros menos, algún año incluso bajará, hasta que le toque el turno de entrar en ascendencia parabólica. Son tan cínicos, los políticos, que por mucho que aborrecen el oro, o pretenden que lo aborrecen, no solamente no lo sueltan de las arcas de los tesoros nacionales sino que, excepto algunos infelices, muchos de ellos están comprando más. ¿Por qué?
¿Tienes Oro?
P.D: escribí el comentario antes de que el jefe de la FED, Bernanke, en simpatía, y a la vez en competencia devaluatoria, con su análogo, Draghi, implementara el QEternidad. He aquí las pruebas de todo lo que vengo diciendo desde el comienzo del blog y desde mucho antes. Esta es la confirmación y la reválida de mi trabajo durante todo este tiempo y de todas las aspirinas que he escrito al respecto. Cada quien, en la medida de sus posibilidades y ahorros, debiera invertir en activos tangibles para protegerse de lo inevitable. Más bien temprano que tarde, el mercado impondrá sus propias leyes y exigirá los tipos de interés que la inflación dicte, no los que dicte la FED o el BCE -ni siquiera la Fed y el BCE, con imprentas ilimitadas, son mayores que el mercado de renta fija.
*Estanflación es un periodo transitorio entre la deflación y la inflación. Significa que mientras unos productos o servicios, incluso activos, suben otros bajan. Estanflación es el nombre de la batalla en la guerra de Deflación vs Inflación.
 
Escrito por Antolín Blanco, editor del blog económico MercadosyBurbujas.com y experto de iAhorro.

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