Ya tenemos una nueva importante novedad que afecta a buena parte de los
ciudadanos, el anuncio de la subida impositiva para las plusvalías
generadas antes de un año, que adecuándose al tipo marginal del
contribuyente, puede suponer pasar a pagar hasta el 56% (tipo marginal
máximo en Cataluña). Aunque “afortunadamente” parece que sólo afectará a
la compra/venta de acciones, fondos de inversión, y quizá vivienda
(excluyendo el cobro de dividendos, intereses de depósitos…) la medida es claramente confiscatoria
para un pequeño segmento de la población, ya que ni cortará la
especulación (aunque presumiblemente se nos venda como una decisión que
busque la inversión a largo plazo) y sus efectos recaudatorios positivos
serán mínimos.
Por un lado, las grandes operaciones en bolsa las manejan sociedades de intermediación, e incluso las grandes fortunas tienen vehículos como las SICAVS
(que siguen sin modificar su fiscalidad) cuyos beneficios de
compraventa tributan por el Impuesto de Sociedades. Con lo cual, estas
operaciones seguirán existiendo y la subida del IRPF sólo cazará al
particular que decide arriesgar su dinero invirtiendo en bolsa.
Con ello, lo que puede conseguir es expulsar al pequeño inversor del mercado,
ya que le perjudica respecto a otros actores que operan en el mercado.
Pongamos un ejemplo, un pequeño inversor que a finales del mes de julio
decidiera comprar 10.000 euros en acciones del Banco Santander a poco
más de 4 euros pensando en el largo plazo o en la rentabilidad elevada
por dividendo. Transcurrido mes y medio, las acciones han subido más de
un 50% por las mejoras de las expectativas por la posibilidad del
rescate y decide venderlas ganando 3.950 euros, (beneficio bruto menos
el 21%), con este cambio, dependiendo de su renta con este cambio
legislativo, su ganancia de 3.950 euros puede pasar en el peor de los
casos a ser de 2.200 euros, 1.750 euros menos, ¿Qué hace entonces?
¿Espera un año? Dentro de otros 12 meses lo mismo las acciones están a 8
euros, o de nuevo a 4, y lo que es peor ¿Y si necesita el dinero en ese
momento? Con esta medida, se perjudica a un inversor que se ha
decidido por una inversión arriesgada, y lo más probable es que se lo
piense dos veces antes de decidirse por la bolsa, que la hace más
atractiva para sociedades, adiós al “capitalismo popular”.
¿Por qué no lo contrario?
Si en verdad el Estado busca fomentar las inversiones a largo plazo
¿Por qué no las incentiva en lugar de desincentivar las operaciones
menores de un año? En el año 2006, Pedro Solbes, acabó
con las reducciones fiscales que beneficiaban a aquellos productos
financieros con un vencimiento superior a los dos años y que llegaba a
suponer una reducción del 40% de los beneficios. Con ello, dinamitó el
ahorro a largo plazo, que daba estabilidad y seguridad tanto a la
entidad financiera como a muchos ahorradores (y abrió más las puertas a
productos opacos como las participaciones preferentes) y zancadilleó a
los planes de pensiones, ya que eliminada esta reducción, era mucho más
rentable fiscalmente su rescate en forma de renta, que en capital. Es
decir, después de inmovilizar nuestro dinero muchos años, nos volvían a
coartar la libertad de como recuperar nuestro ahorro.
Un paso positivo sería volver a atrás y buscar que el ahorrador tenga incentivos para depositar su dinero a largo plazo,
y dar estabilidad al sistema, para que si tras la reforma financiera,
los bancos deciden ejercer de tales, puedan de nuevo prestar a empresas y
particulares para dar un impulso a nuestra más que maltrecha economía.
Mientras tanto, la elevación de las plusvalías tan sólo será un castigo recaudatorio para un segmento de la población, el mismo que sobre sus hombros está cayendo casi todo el peso de los ajustes.
Antonio Gallardo, iAhorro, analizamos y simplificamos tus finanzas
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