Son muchas las causas que contribuyen a la deflación, pero la
principal es el miedo. A continuación describo la deflación en tres
escenarios distintos. La deflación más común es
temporal y pasajera, y a través de la historia es una de las
consecuencias de las recesiones normales y corrientes que el mundo
experimenta aproximadamente una o dos veces por década. El miedo a la
contracción económica genera precaución y consecuentemente menor volumen
de producción por parte de grandes y pequeñas empresas, disminuye el
consumo general, genera menores beneficios y en algunos casos pérdidas
temporales. Lo cual obliga a las empresas a reducir sus plantillas, y
lógicamente aumenta el desempleo. Esto se convierte en un círculo
vicioso, el desempleado consume considerablemente menos y el empleado
también por miedo a que el remolino lo engulla también a él. La economía
se contrae incluso más, y así sucesivamente hasta que, un buen día,
después de un período de tiempo, llamémoslo equis, se produce un cambio
casi radical, y sin ton ni son la sociedad casi simultáneamente decide
que necesitan comprar las cosas que postergaron porque ya no pueden
aplazarlo más. La economía mejora y el miedo a la deflación desaparece.
Hay otra deflación más persistente y dañina, para la sociedad, que la primera. Esta es la causada por una crisis financiera.
Generalmente ocurre después de la explosión de alguna burbuja que
durante su apogeo hechizó y excitó la avaricia de una o varias
instituciones financieras importantes. Después, la ruptura de la burbuja
produce la desintegración de la institución o instituciones mencionadas
y conlleva efectos secundarios para otras instituciones que, quizás,
sin comerlo ni beberlo se ven indirectamente involucradas. La
descripción de la deflación que siempre sigue a este tipo de crisis
financiera es idéntica a la que expliqué en la primera pero más profunda
y duradera. La salida del período deflacionario es también parecida a
la primera pero más tardada.
La última y la más perniciosa de todas las deflaciones es el compendio de las dos primeras causas pero con añadidura de la crisis de deuda excesiva.
Dentro de esta tercera también existen varios niveles de peligro: deuda
privada, deuda institucional privada y deuda soberana. Obviamente, las
dos primeras crisis que he mencionado están constituidas por uno de
estos tres niveles de peligro que menciono. Sin embargo, cuando, en un
país de mediana economía, los astros se alinean en la rareza de los tres
niveles de peligro, la crisis es descomunal y afecta negativamente a la
gran mayoría de los activos mundiales; muchísimo más cuando la crisis
de deuda es global y acapara a las principales economías del mundo,
sobre todo si se trata del país que controla la moneda reserva mundial.
Este tipo de deflación, como he dicho antes, es la que genera más miedo.
Es la más miedosa porque es la más peligrosa y duradera. El episodio
deflacionario que comenzó a manifestarse en el 2007, por parte del
dinero inteligente, quiso dar señales de extinción durante la última
mitad del 2009 y 2010. Cuando estalló la crisis griega, que fue el
“primer” dominó de la crisis europea, la deflación volvió a resurgir
para mostrarnos otra de las cabezas del mismo dragón. Todo esto es
historia conocida, lo repito porque es necesario recordar de dónde
venimos para saber dónde estamos y por supuesto a qué lugar nos
dirigimos. El siguiente paso, después de que se resuelva la crisis
europea, TEMPORALMENTE, será la desaparición paulatina del miedo a la
deflación. No será un paso natural, será forzado por el proceso de
desapalancamiento de los gobiernos, instituciones y ciudadanos. El
proceso de desapalancamiento inevitablemente merma las economías. Para
evitar la merma y la deflación, los bancos centrales imprimen dinero a
toda máquina e inundan la economía de liquidez con la esperanza de que
el dinero termine siendo prestado por los recipientes de las imprentas y
gastado/utilizado por parte de empresas y emprendedores de manera que
reflote la economía. El problema es que los bancos centrales no tienen
control de donde terminará parando el dinero que imprimen. Este a menudo
termina creando otra burbuja mayor y más dañina que la anterior.
Inflación
Entonces, como he dicho anteriormente, el círculo vicioso nos lleva, desde las imprentas a la liquidez y desde más imprentas a liquidez excesiva.
Cuando el dinero abunda en las manos irresponsables de los bancos y
otras instituciones recipientes de la generosidad de las imprentas de
los bancos centrales, estas comienzan a invertir en activos que generen
beneficios que sanen sus hojas de balance. Lógicamente, una parte del
dinero termina en manos de los ciudadanos, estos también comienzan a
consumir lo que necesitan e incluso lo que no necesitan, y la excesiva
demanda crea la mayor burbuja que existe, o sea, la
inflación general. Una vez que el período inflacionario ha comenzado,
los únicos activos que no suben inmediatamente son los que causaron la
burbuja anterior. Sin embargo, suben las materias primas, sube la
inmobiliaria comercial, terrenos construibles, productos industriales
etc.; suben los carburantes, suben todas las utilizaciones energéticas,
productos agrarios, fertilizantes etc.; suben los productos agrarios,
sube el terreno agrícola, los alimentos básicos etc., y así
sucesivamente se va creando el circulo vicioso que antes vimos en la
deflación pero a la inversa hasta formar el cáncer de la inflación que
es todavía más dañino que la deflación. Con la deflación no gana dinero casi nadie, pero las economías se curan de los excesos y se renuevan para volver a crecer. Con la inflación solamente ganan dinero los que tienen dinero
o los que tienen acceso a él para invertirlo en activos que se sabe que
con la inflación van a subir descaradamente. El ciudadano de a pie se
empobrece de manera que por mucho que le suban el sueldo, la pensión o
lo que sea, nunca puede superar la constante carestía de la vida. La inflación crea problemas sociales profundos que difícilmente son remediados sino con el fin del período inflacionario.
Irónicamente, la erradicación del periodo inflacionario solamente se
consigue a través de un periodo deflacionario inducido a posta por los
bancos centrales, subiendo los tipos de interés hasta las nubes y sin
imprimir ni un céntimo. Otro método seria el del reclamo, por parte de
los bancos centrales, de toda la liquidez emitida, este método se llama
esterilización. El problema es que cuando las imprentas se exceden de la
manera que lo han hecho durante la última década, la “esterilización”
crearía una gran depresión profunda. Las consecuencias del evitar
múltiples pequeños dolores terminan llevando a las economías a la UVI
(Unidad de Vigilancia Intensiva)
Entonces, la inflación, como una marea negra, lo eleva todo, incluso
los mercados de valores. Sin embargo, tanto en el caso de los mercados
de valores como en casi todo lo que la marea negra de la inflación
levanta, existe una distinción importante; las subidas son nominales, o
sea que, aunque numéricamente suben los activos, el poder adquisitivo
que la persona o institución tiene invertido en activos inflacionarios,
excepto en contadísimos activos, es siempre menor e incluso
considerablemente menor del que sería si la inflación no hubiera
existido y el activo no hubiera subido. Esto, aunque fácil de comparar y
probar, es extremadamente difícil de comprender por gente que está
invertida en activos durante períodos inflacionarios y los ve subir
constantemente. Quienes comprenden la situación mejor, porque les afecta
más, son las personas que dependen de un sueldo, pensión o cualquier
otro ingreso fijo. Cuando la deflación deja de ser evidente y cede paso a
la inflación (después de pasar por la estanflación*, ver debajo),
empiezan las codazos, los pisotones y los amontonamientos por parte de
los que tienen el dinero aparcado en bonos y otros activos refugio que
no producen rendimientos o incluso generan rendimientos negativos, para
invertirlo en activos tangibles alejados de las imprentas, de los
papelitos de colores y de las promesas impagables de los gobiernos –se
alejan de lo que consideraban seguro y después dejó de serlo. Cuando los
muchos trillones (escala corta), refugiados en activos deflacionarios y
promesas impagables de los tesoros soberanos por parte de
instituciones, países emergentes y ciudadanos, salgan a buscar
rendimiento en lo tangible, pasaran dos cosas:
1.- Los activos tangibles se pondrán por las nubes.
¿Cuáles entrarán en burbuja? De momento es impredecible, pero conozco un
género de activos que sin duda se convertirán en Champán, de ese que
llaman Dom Pérignon. Creo que todos sabéis a que activos me refiero.
2.- Los gobiernos de occidente se quedarán sin primos que los financien gratis
y los financieros de última estancia serán las imprentas de sus propios
bancos centrales que para seguir financiando a los gobiernos
empedernidos, derrochadores, irresponsables y corruptos por el poder y
el egoísmo, diluirán las monedas más, y más, y más y más… - hasta
desinflar la deuda puesto que creando inflación es una de tres maneras
de renegarla, ver Duelo a Muerte entre Dos Disciplinas Económicas.
Cuando la situación se convierta en insostenible, llegará algún
iluminado, algún líder pragmático como el presidente Reagan y Paul
Volcker (jefe de la FED a principios de los 80s), romperá el círculo
vicioso de la inflación y comenzará una nueva etapa de dolor intenso que
culminará en un mar de tranquilidad, de normalidad y estabilidad.
Oro
Como bien sabéis, cuando hablo del oro me refiero a todo el complejo de
los metales preciosos. A los que han sido dinero a través de la
historia y, lo siguen siendo, desde que fueron descubiertos, pulidos y
tallados. Aunque el oro se convierta en respaldo total (lo dudo) o
parcial (lo más probable) de las monedas del mundo y consecuentemente en
moneda reserva de referencia mundial o no, el oro culminará en burbuja.
Burbuja que marcará pauta de referencia con respecto a todas las
burbujas de la historia, o sea, la madre de todas las burbujas. Dada la
hipocresía de TODOS los políticos del mundo y las ansias de poder y
control que demuestran, estoy convencido y segurísimo de que lo
intentarán todo, hasta lo imposible, antes de relegar el control. Como
consecuencia, todavía queda mucho tiempo, imposible de saber de
antemano, para llegar a donde os he explicado. Mientras tanto, el oro seguirá subiendo,
unos años más, otros menos, algún año incluso bajará, hasta que le
toque el turno de entrar en ascendencia parabólica. Son tan cínicos, los
políticos, que por mucho que aborrecen el oro, o pretenden que lo
aborrecen, no solamente no lo sueltan de las arcas de los tesoros
nacionales sino que, excepto algunos infelices, muchos de ellos están
comprando más. ¿Por qué?
¿Tienes Oro?
P.D: escribí el comentario antes de que el jefe de la FED, Bernanke, en
simpatía, y a la vez en competencia devaluatoria, con su análogo,
Draghi, implementara el QEternidad. He aquí las pruebas de todo lo que
vengo diciendo desde el comienzo del blog y desde mucho antes. Esta es
la confirmación y la reválida de mi trabajo durante todo este tiempo y
de todas las aspirinas que he escrito al respecto. Cada quien, en la
medida de sus posibilidades y ahorros, debiera invertir en activos
tangibles para protegerse de lo inevitable. Más bien temprano que tarde,
el mercado impondrá sus propias leyes y exigirá los tipos de interés
que la inflación dicte, no los que dicte la FED o el BCE -ni siquiera la
Fed y el BCE, con imprentas ilimitadas, son mayores que el mercado de
renta fija.
*Estanflación es un periodo transitorio entre la deflación y la
inflación. Significa que mientras unos productos o servicios, incluso
activos, suben otros bajan. Estanflación es el nombre de la batalla en la guerra de Deflación vs Inflación.
Escrito por Antolín Blanco, editor del blog económico MercadosyBurbujas.com y experto de iAhorro.
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