Cada día tiene su cosa, es decir, algo que nos ocupa más el interés o
a lo que tenemos que dedicar más esfuerzo y trabajo. Cierto: hay cosas
cuya importancia excede a un mero día y que se traslada en el tiempo
ocupando semanas incluso, o más, considerando sus efectos. Es lo que yo
llamo ‘El show de …’, de esa cosa que preocupa y que hay que resolver.
Desde hace semanas estamos metidos en el show de la compra de deuda por
parte del BCE, y va a durar.
Veamos, ¿por qué ha de comprar deuda el BCE de países con problemas?;
pues, digámoslo así, para reducir la presión sobre la deuda de esos
países y que baje el precio que han de pagar para que se la compren, es
decir, para que se reduzca el olor a sangre que esa deuda emite y que
ese olor no cause efectos perniciosos sobre la economía de países que
comercian con los primeros. Vale, pero, esos países cuya deuda se está
discutiendo que el BCE pueda comprar, ¿pueden pagar la deuda de deben?.
Tal y como lo veo el precio de la deuda es un problema, un problemón,
sí; pero no es EL problema. EL problema es la incapacidad para pagar
todo lo que se debe … independientemente del precio a que se refinancie
la deuda existente o el de las nuevas emisiones que se realicen. El
problema radica en el continente, no en el contenido.
Sin embargo de eso no se habla porque abordarlo supondría mentar algo
que no se puede ni mencionar ya que desataría una oleada de aquello que
más se teme en los mundos que se ocupan de las cosas del dinero: la
desconfianza que llegaría tras manifestar, aunque sea indirectamente,
que no puede pagar todo lo que debe alguien de quien se tiene deuda, y
aunque se sepa que ese alguien no puede pagar todo lo que debe. ¿Es una
ficción?, si; y es la latinoamericanización de partes de Europa.
¿Qué va a pasar?, pues pienso que el BCE comprará deuda porque a nadie
le interesa un cataclismo y porque los cataclismos no están de moda:
ahora nadie tiene que cabrearse. Pero, sigo pensando, será transitorio,
un parche, un esperar hasta que acaben de pertrecharse de las
herramientas precisas quienes han de llevar a cabo el trabajo.
Convergencia presupuestaria, convergencia bancaria, convergencia de
deuda. Con intervención directa: ‘Ud. tiene que hacer esto y aquello,
aquello otro no lo puede hacer, y lo tiene que hacer para mañana’, y con
quita o con conversión de deudas con vencimiento perpetuo.
Pienso que no hay más; y pienso que no hay menos.
Un bastante en relación a esto un lector, desde Uruguay, me ha remitido el siguiente mail:
“(…): leo diariamente La Carta de la Bolsa y sigo sus análisis y los de
sus colegas con detenimiento. Ud. dice que este modelo esta muerto y
que tenemos que esperar a ver qué surge luego. No quiero ponerlo en un
aprieto ni mucho menos pero me da la sensación (y creo que no soy el
único) de que nos estamos yendo todos hacia un Apocalipsis económico.
Una cosa realmente jodida (perdone la expresión) donde todas las
economías se hundirán y el dinero no valdrá ni el papel en que está
impreso. No veo el nuevo modelo por ningún lado, es más, creo que ya no
hay tiempo para idear un nuevo modelo. La mayoría de la gente con quien
he compartido estas ideas dicen que soy muy catastrofista, que no va a
ser para tanto. Aunque nos separan muchos kilómetros de distancia
quisiera saber su opinión, con la mano en el corazón: estoy muy
equivocado?”.
Mi respuesta fue:
“No, no vamos hacia un cataclismo porque no resolvería absolutamente
nada y porque el sistema aún tiene recorrido (convenientemente
readaptado, claro: el Sistema Capitalista hoy no el mismo que existía en
1928 ni aquel era idéntico al existente en 1850). Ese ‘cataclismo’
vendrá, pero más adelante: cuando el sistema ya esté agotado, y pienso
que para eso aún falta un poco, y pienso que será un cataclismo bastante
controlado y nada parecido a las Guerras de Coalición que
caracterizaron el paso del Mercantilismo al Capitalismo.
Ahora viene una época muy complicada porque va a suponer tener que
aceptar que bastantes personas no van a ser necesarias para generar PIB,
es más, que no tienen que generar PIB aunque quieran porque generar ese
PIB tendría unas consecuencias muchísimo más graves que no generarlo.
Por ahí irá el nuevo modelo: eficiencia en el uso de unos recursos
escasos en un entorno de escasez.
El dinero no deja de ser la manifestación visible de un valor; pero ese
valor puede tener muchas manifestaciones: ¿recuerda los ‘créditos’ de
las narraciones de ciencia ficción que era válido en cualquier rincón de
la galaxia?.
Y bueno, los cambios pienso que llegarán al mismo concepto de Estado y a
las divisiones territoriales de los países. Lo importante será la
generación de ese valor, no el Estado en el que se genere. Precisamente
uno de los fracasos de uniones tipo la UEM o Mercosur ha sido pensar en
términos de países (en el momento no se podía pensar de otro modo) y no
en términos de clusters, pero pienso que hacia eso vamos.
En resumen, momentos muy duros, si; nada volverá a ser como fue,
también; cambios radicales en el modo de ver y de hacer las cosas, desde
luego; pero el fin del mundo, en absoluto: de todas las crisis
sistémicas de ha salido hasta ahora; no va a ser la actual la
excepción”.
Santiago Niño-Becerra. Catedrático de Estructura Económica. IQS School of Management. Universidad Ramon Llull.
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