Auténticos gigantes
Los bancos europeos más grandes son de una magnitud enorme; el Deutsche Bank cuenta con 2.102 billones de euros en activos, el Santander con 1.240 billones y Unicredit 940.000 millones (todas estas cifras son estimaciones para 2011). Para apreciarlo en su justa medida, cabe señalar que el PIB nominal de Alemania fue de 2.500 billones de euros en 2010, con arreglo al Fondo Monetario Internacional.
Todo ello pone de relieve la importancia del sistema bancario y quizá ayude a explicar por qué los políticos se han mostrado reticentes a la hora de aplicar políticas con soluciones extremas, en especial cuando los bancos están a punto de desmoronarse. De hecho, los estímulos económicos cuentan con muy poco valor si no van acompañados de instituciones financieras bien engrasadas y en posición de distribuir la liquidez. Por otra parte, cada uno de los bancos analizados (ver gráficos 1 y 2) cuenta con un peso tal que en caso de que alguno de ellos fallara, causaría estragos en Europa.
¿A qué se debe esta incertidumbre?
En resumen, durante 2011 las expectativas de capital que necesitan los bancos europeos han pasado de 26.000 millones de euros a 115.000 millones de euros, es decir ¡más del cuádruple! Básicamente, el mercado ha pasado de intentar calcular el impacto en el dividendo de la situación de los bancos a considerar seriamente la posibilidad de que esto suponga la reestructuración masiva del sector bancario. A principios de año, se escuchaban cosas como “15 es el nuevo 20”. Ahora, tal es el impacto potencial de dicha normativa, que más bien escucharemos que “5 es el nuevo 20”.
Soluciones posibles
En la época actual, lo que estamos viendo en Europa es cómo la “evolución de los requisitos de capital” se transforma en un espectáculo político. No obstante, si no se hace nada al respecto, el problema crecerá de manera proporcional. Muchos analistas se plantean que un posible escenario consistiría en procesos de desapalancamiento a gran escala entre los bancos de la eurozona. La dificultad reside en hacerlo de una manera ordenada sin 1) poner en peligro la vulnerabilidad de la economía europea y 2) contagiar dichos problemas a bancos “sanos”.
El gráfico 2 nos ofrece una estimación de las necesidades de desapalancamiento de los principales bancos pero ni mucho menos serían las cifras definitivas puesto que por lo general aumentan una vez arranca la liquidación.
Impacto económico
Teniendo en cuenta el estado actual de los bancos europeos, muchos analistas afirman que estamos peligrosamente cerca de recibir un impacto anticíclico en el crecimiento de los préstamos, debido a las nuevas condiciones de capital.
En realidad, puede que los bancos se vean forzados a recortar sus compromisos con clientes seguros y rentables para cumplir con el nuevo régimen de Basilea 2.5-3. A corto plazo, por ejemplo, veremos en peligro a las pequeñas y medianas empresas. A largo plazo, incluso a las familias con flujos de caja y balances de situación sólidos podría resultarles cada vez más difícil obtener préstamos. En definitiva, significa que los bancos también ganarán menos dineros en los próximos años.
En concreto, el Santander puede que se enfrente a complicaciones reales, ya que su exposición al riesgo se cifra en 200.000 millones de euros en proyectos sobre tierras y desarrollo, que no son activos que arrojen flujo de caja y que, debido a la situación económica actual, no podrá vender.
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