De entrada un recordatorio: esto que está pasando es un crisis 
sistémica, es decir, el modo como las cosas se estaban haciendo se ha 
agotado, luego ya no sirve, por lo que ha de ser sustituido por uno 
nuevo: nuevo.
 Lo que ahora se está haciendo es intentar recomponer el viejo, cosa que
 es inútil: es absurdo pretender arreglar algo que no sirve ni como 
objeto decorativo, luego seguir por ahí tan sólo supone desperdiciar 
recursos.
 ¿Dónde estamos ahora?. El planeta, Europa, España (recuerden: ahora es 
cuando estamos entendiendo qué de verdad es la Globalización), nos 
hallamos en la transición desde un modelo a otro; desde un modelo en el 
que se suponía que la oferta de recursos era ilimitada, que siempre era 
posible que todos fueran a más, que la abundancia de todo era la norma, a
 otro en el que la disponibilidad de recursos es limitada, que sólo lo 
necesario será importante, y que la norma será la escasez. El cambio es 
de película.
 Esta transición es compleja porque está afectando a todos los órdenes 
de la vida de todos los ciudadanos de todos los Estados del planeta, 
cambia la forma y la intensidad de los efectos, pero nada es hoy igual 
en ninguna parte a como era hace siete u ocho años, y es compleja porque
 se está dando, a la vez, en tres niveles que se interpenetran.
 Por un lado no se crece o se crece muy poco, en cualquier caso 
insuficientemente, para hacer frente al catálogo de gastos que se 
definió en la cúspide de cuando ‘el mundo iba bien’ (lo que no significa
 que esos gastos sean lógicos o no); por otro se arrastra una cantidad 
de deuda total que es pura y simplemente impagable; y por otro más, los 
bancos, unas entidades esenciales en el modelo viejo, guardan unas 
cantidades de porquería indigeribles.
 Los quehaceres de esta transición, pienso, deberían ir orientados hacia
 la solución de esta triple problemática: eliminar la porquería que 
acumulan los bancos, reducir la deuda que deben personas físicas y 
jurídicas, y redefinir la organización geoeconómica de forma que las 
áreas y zonas necesarias y/o con posibilidades reciban los recursos que 
precisan a la vez que se estructuran las restantes menos posibles.
 Entrar en este triple nivel supone abordar la idoneidad de la panoplia 
de herramientas que actualmente se utilizan y que son propias del modelo
 viejo: presupuestarias, fiscales, industriales, agrarias, … y, 
evidentemente, políticas.
 Superada esta transición podrá comenzar eso que todo el mundo espera: 
la recuperación, pero no para volver a lo-de-antes: eso es imposible 
porque los supuestos que entonces se hicieron hoy se sabe imposibles, 
sino para comenzar a funcionar con el nuevo modelo. Se crecerá de nuevo,
 pero de forma distinta y en modo diferente.
 Y lo que todo el mundo quiere saber: ¿se vivirá ‘mejor o peor’?. Si se 
toma como referencia la disponibilidad de y el acceso a todos los bienes
 de consumo de los que se podía disponer y a los que se podía acceder, 
peor; si se pone en foco en la eficiencia, mejor.
 En cualquier caso no hay alternativa.
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 España: está cayendo, cayendo, cayendo. Continúo pensando que a nadie 
le interesa que España quiebre; pienso que se producirá su 
encapsulamiento sin rescate tipo, aunque sí con intervención integral 
por el que España perderá toda su autonomía de gestión y por el que se 
modificarán estructuras internas y programas de ingresos y gastos. Y 
pienso que será lo menos malo que a España le pueda pasar.
 ¿Hasta dónde llegará el precio que España ha de pagar por su deuda y la
 prima de riesgo de España?, pues hasta el punto anterior al que España 
ya no pueda pagar. Lo dijo el Sr. Presidente del Gobierno del reino: 
‘España ya no tiene libertad de elección’.
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 Me dice mi amigo asturiano, el que me comentó que Arcelor, Cristalería y
 Alcoa tienen todos los números para cerrar, que ya nadie habla de los 
mineros. Cierto: el problema ha quedado resuelto porque no se habla de 
él.
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 El Sr. Ministro de Economía del reino llama a actuar contra la irracionalidad de los mercados (http://ow.ly/cqJiX). Cuando él era parte de los mercados, ¿también pedía que se actuara contra la irracionalidad de estos?.
Santiago Niño-Becerra. Catedrático de Estructura Económica. IQS School of Management. Universidad Ramon Llull.
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