Exacto: el informe anual del FMI sobre la economía española: aquí y vayan mirando.
Terrible, sin paliativos, demoledor. Se venderá como se quiera, pero el resumen del resumen es que a España le espera un futuro de estancamiento en todos los sentidos, de carencias sin cuento, y de desempleo. Y eso que, pienso, el FMI ha querido ser suave y ha tirado en muchas cifras por lo bajo, o por lo alto, a fin de que la imagen resultante no fuese tan mala, aún a costa, pienso, de que no le cuadren los números.
Decía que a España le espera un futuro de estancamiento porque exceptuando el 0,8% que según el Fondo va a crecer el PIB del reino en el 2012, hasta el 1,6%, luego se va a quedar estancado ahí (+/-0,3%/0,2%) hasta el 2016: 1,7%. Teniendo en cuenta que España crea empleo neto si crece por encima del 2,0%, puede suponerse lo que va a pasar con el paro. (Yo pienso que estas tasas de crecimiento previstas para España por el organismo son muy, pero que muy optimistas).
El paro. Dice el FMI que el desempleo irá disminuyendo hasta alcanzar la cota del 14,8% en el 2016, ¿cómo si el crecimiento es el que dice el organismo que va a ser?. La única vía que se me ocurre es que caiga en picado la población activa o que cambien la definición de ‘desempleado’: si se dice que ‘desempleado’ es toda persona entre 16 y 67 años que queriendo trabajar no tiene trabajo siempre y cuando esa persona sea potencialmente necesaria, España podría llegar a esa cifra; también si se producen expulsiones masivas de inmigrantes ya no necesarios, si no es así, la verdad, no lo veo … a no ser que ese desempleo del que habla en Fondo no sea lo que hasta ahora se ha entendido por ‘desempleo’ sino que sea ‘desempleo estructural’, es decir, aquel que, dadas las circunstancias productivas, es imposible que sea absorbido por el modelo, y me huelo que los tiros van a ir por ahí: una población activa no necesaria, es decir, no empleable (no empleable porque la que lo sea lo será, aunque sea subempleada, evidentemente, de hecho ese concepto puede llegar desaparecer: ‘Ud. es necesaria/o quince horas a la semana, ni una más, el resto del tiempo no es necesario, luego no es activa/o’).
Por eso, cuando habla de reforma laboral, el FMI se quita la careta que el Gobierno llevaba puesta cuando hablaba de ella: ¿reforma laboral para reducir la tasa de temporalidad?, por favor, reforma laboral que reduzca los costes laborales del factor trabajo que vaya a ser necesario, entre ellos los de despido para poder desprenderse a coste bajísimo de los empleados que no sean necesarios cuando no lo sean, y, por tanto, fomentar el contrato ‘indefinido’. (De todos modos, ¿cuánto cuesta hoy despedir a un undermileurista con contrato indefinido que lleve trabajando dos años y medio?).
También el FMI dice que debe aumentar la productividad, pero si el crecimiento es lo ridículo que el mismo FMI apunta, la única vía para que la productividad crezca es que, utilizando la actual nomenclatura, ‘la cantidad de personas ocupadas entre 16 y 67 años decrezca’. Lo que no casa con la afirmación del Fondo de que el desempleo va a descender, a no ser que, por lo dicho, el desempleo a que se refiere sea el estructural. Más aún, podría darse el caso de que en algunos clusters la inversión creciese y el crecimiento fuese mucho mayor, a cambio en los exteriores de los clusters la actividad se hundiría, claro.
Mención especial el déficit. Dice el FMI que ni en broma se van a cumplir las previsiones del Gobierno en cuanto a llegar a un déficit del -2,1% en el 2014: España estará en el -3,9%, lo que es totalmente lógico teniendo en cuenta el crecimiento previsto. (De hecho, el Fondo apunta a que España se estanque en un déficit entre el -3,9% y -3,8% entre el 2014 y el 2016). Elevadísimo déficit, de hecho, un déficit imposible de inflexar, teniendo en cuenta que lo que ahora se lleva es el déficit cero. Y ello a pesar de que el FMI le dice a España que debe aumentar impuestos indirectos, reducir obras públicas y cosas parecidas, meter las tijeras en los gastos corrientes (vaya concepto, ¿no?, por qué no dicen ‘mantenimientos’ y palabras que se entiendan), y, ¡cómo no!, nóminas de empleados públicos, bien ‘reduciendo su número’, bien, ‘congelándoles la remuneración’, bien un mix de ambos. La cosa consiste en subir aquellos impuestos que más diluidos queden: si suben los impuestos que gravan el whiskey de malta de veinte años, suben para todos, y hacer hincapié en aquellas reducciones con tirada política: ‘los putos funcionarios’, ya saben.
Es decir, un cocktail muy guay. España va a crecer muy poco, pero tiene unos compromisos ya adquiridos que tendrá que atender, por eso el panel de opciones está claro: sus Administraciones Públicas tienen que gastar menos si logran ingresar más, o gastar mucho menos si mantienen los niveles de ingresos actuales, o gastar muchisísimo menos si los ingresos bajan. El objetivo sigue siendo reservar fondos para atender (ciertos) compromisos. Por ello sorprende lo que dice el Fondo sobre la deuda pública española: va a llegar al 74% del PIB y subiendo: ¿quién le va a comprar la deuda a España considerando, no sólo, como España va a estar, sino el que la pasta -un recurso- se va a emplear en aquello que sea necesario?.
Sorprende, y mucho, que el FMI no aborde sin anestesia -le encanta hacer eso- el tema de las regiones: ¿se habrá asustado ya que aquí es un asunto cargado de política?. Habla del déficit de los entes autonómicos, pero no entra en plantearse si todas las regiones pueden existir tal y como están las cosas y tal como van a estar (lo que decía: ‘un asunto cargado de política’).
Lo que comentábamos al principio: un verdadero horror horroroso y horrible. Un panorama tétrico. Y ¡ojo!, sea cual sea el Gobierno que salga del 20 N: sea cual sea su color. Por eso cada vez más jóvenes, que saben mucho, dicen que se quieren ir de aquí (sin tener totalmente claro qué pasa fuera, pero ese es otro tema).
Santiago Niño-Becerra. Catedrático de Estructura Económica. Facultad de Economía IQS. Universidad Ramon Llull.
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