Hace unos días recibí un mail de un lector, este; y como siempre no he variado no una línea:
“(…) me llamo (nombre de persona) y soy de (nombre de una localidad española), tengo 32 años y casado con un hijo de 7 meses. Ya sé que usted casi siempre habla de cifras macroeconómicas y casi siempre recita "medias", pero yo quiero dirigirme a usted no como una media ni nada macro, sino más bien como un padre de familia preocupado por esta situación. Yo pertenezco a la generación millennial y ya tiro la toalla como trabajador NECESARIO. Se que mi futuro es ser un parado más con 420 eurillos al mes, pero mi pregunta a usted es que debería estudiar mi hijo o que pasos debe seguir para que el día de mañana sea alguien que aporte algo a esta sociedad que no pase por lo que yo pase. No me enrollo más. Muchas gracias”.
Mi respuesta fue:
“Bueno … da Ud. escasos datos sobre su actividad y profesión. No necesariamente ha de ser Ud. un parado. Una de las cosas que cada vez están más claras es que la sustituibilidad del factor trabajo por procesos robótizados es y será menor cuanto mayor sea la implicación personal en la tarea, es decir, cuidar y enseñar a niños de diez años tiene mucho más lejos la automatización que un trabajo administrativo aunque hoy sea de alto nivel.
Por otro lado, si cuando se refiere a ‘420 eurillos al mes’ está pensando en la renta básica pienso que su cuantía será superior porque tiene que cubrir las necesidades esenciales de una persona, y aunque los precios decrezcan mucho debido a los aumentos de productividad que se irán produciendo, entiendo que 420 euros es una cantidad muy baja a no ser que esté complementada con algo parecido a los ‘bonos de comida’ vigentes en USA para las rentas bajas.
Ud. plantea algo muy lógico porque se siente preocupado por ello: las expectativas de su hijo; lo malo es que pide Ud. un imposible. Su hijo tiene ahora siete meses de edad. Cuando tenga que empezar a decidir qué estudiar será en el año 2030 / 2031, y la segunda decisión al respecto, suponiendo que la estructura básica de la secuencia educativa ‘enseñanza infantil – básica – superior’ no cambie, será hacia el 2033, y aunque se producirán más decisiones de este tipo, me paro aquí.
Tal y como se están produciendo los cambios que se están produciendo, tanto por la tipología de esos cambios como por su velocidad, es absolutamente imposible saber hoy qué necesidades de cualificación personal será las necesarias en el período 2030 – 2040. Lo que si puede deducirse, a no ser que se produzca una involución provocada por un cataclismo, es que la demanda de trabajo, es decir, la cantidad de personas necesarias para contribuid a los procesos productivos será baja porque la evolución de su tendencia será decreciente.
Además la decisión también dependerá de elementos sobre los que Ud. no tiene ninguna influencia, como el nivel de inteligencia de su hijo, su carácter, su capacidad de proactividad, … Mi sugerencia es que, desde ya, despierte en él el interés por las cosas, haga lo posible porque sea muy curioso, fomente que pregunte, y, si a lo largo de su infancia, muestra una tendencia, un gusto por algo o hacia algo, foméntelo porque ese gusto puede ser la puerta de entrada hacia una profesión.
Cada vez se está extendiendo más una realidad: que lo importante es saber hacer algo independientemente de cómo se haya obtenido ese conocimiento. A eso añada que la flexibilidad que aceleradamente está impregnando todos los órdenes de la vida se irá introduciendo en el sistema educativo, lo que significa fórmulas abiertas y no cerradas de aprendizaje y de trabajo.
Espero que estos comentarios le hayan sido útiles”.
Dentro de unos días podrán leer mi nuevo libro que va sobre esto: preguntas y cuestiones que me plantean mis lectores y las respuestas que doy, y este, el de los hijos, es uno de los temas recurrentes. Este mail no está en el libro porque, obviamente, el manuscrito hace semanas que lo tuve que cerrar, pero muy bien pudo haber estado.
Eso de que ‘la gente’, y en concreto los jóvenes pasan de todo es absolutamente falso; otra cosa es que lo manifiesten.
Santiago Niño-Becerra. Catedrático de Estructura Económica. IQS School of Management. Universidad Ramon Llull.
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