La mala imagen de la banca durante la crisis se ha conseguido, en gran medida, por el desfile en los tribunales de justicia de muchos productos financieros. Escándalo tras escándalo, sentencia tras sentencia, preferentes, swaps, bonos convertibles, sellos, cláusulas suelo, salidas a Bolsa han marcado el día a día del inversor. Menos mal que la memoria es efímera.
AFINSA
Los problemas de los inversores en sellos de Afinsa y Fórum Filatélico continuarán tras haber recibido entre un 10% y un 20% de su inversión, pese a que hay sentencia en firme. Los sellos suponían una de esas inversiones que a ojos de los supervisores queda en tierra de nadie, pese a captar miles de millones de euros. Ni el Banco de España, ni la CNMV decían tener nada que ver y lanzaban la pelota a responsables de consumo. Los sellos de Afinsa y Forum dejaron ojipláticos a los inversores internacionales. Entró tanto dinero que se creó un mercado y una valoración completamente ficticia que no lograban entender.
A finales del pasado mes de julio y después de 10 años, hubo por fin sentencia con penas de prisión a once exdirectivos de la empresa filatélica por la estafa piramidal con la compraventa de sellos que hace dejó un agujero de 2.574 millones de euros y afectó a más de 190.000 inversores. Los afectados siguen luchando para que el Estado se haga cargo de cubrir esta estafa, pero la Audiencia Nacional rechazó condenar al Estados como responsable civil subsidiario.
VALORES SANTANDER
Una nueva historia de convertibles con dos características muy arriesgadas: la obligación de convertir y a un precio determinado. En el año 2007, Banco Santander, Royal Bank of Scotland y Fortis lanzaban una oferta pública de adquisición (OPA) de más de 71.000 millones por ABN Amro. Para captar dinero lanzaron unos convertibles con una jugosa rentabilidad de un 7,5% durante el primer año y euríbor + 2,75% los siguientes cuatro años hasta 2012. El principal se recuperaría en acciones al final del plazo, a precio fijo, o en las ventanas que se abrían cada octubre.
Santander consiguió captar 7.000 millones de euros en “Valores Santander” de 129.000 clientes. El problema vino en el momento del canje por acciones. Con la acción hundida y la “prima de conversión”, los accionistas que canjearon en la última ventana acumularon pérdidas de hasta un 60%. Lo que aún no se termina de entender es esa obligación de convertir a un determinado precio. Seguramente tras ello se esconda una ganancia derivada para el banco. Según abogados consultados en el caso de los Valores Santander, las sentencias son favorables al inversor en relación de 9 a 1, aunque hay que espabilar porque el próximo 4 de octubre se terminan los plazos para exigir responsabilidades.
BOSQUES NATURALES
Una idea muy bien acogida: dinero y ecología. Se trata de comprar por unos 400 árboles un arbolito, sembrarlo y esperar 20 años a que se haga grande para vender su madera. Maderas nobles, de calidad que subirían de precio. ¿Problemas? Ninguno. Seguro para incendios, posibilidad de liquidez con la entrada de otro inversor que le sustituya en la propiedad del arbolito. Pero los problemas llegaron.
Los árboles no crecían al ritmo previsto y además lo de encontrar un sustituto que compre tus arbolitos para darte liquidez era harto difícil. Recuperar el dinero se convertía en algo imposible. Y, por supuesto, llegaron las denuncias a los tribunales buscando también la liquidación de la sociedad y el reparto de lo que sea. Pero no. Los tribunales negaron esta posibilidad y Bosques Naturales sigue viva, aunque más bien con aspecto de zombie. Puede consultar su página web (http://bosquesnaturales.com/accionistas/) y conocer año a año los resultados así como las apreciaciones del auditor Ernst&Young que repite la coletilla de la falta de liquidez y que solo se atreve a certificar la información que recibe. 2015 cerró con pérdidas de 1,9 millones de euros.
NUEVA RUMASA
Viaje al pasado con un mismo apellido: Ruiz Mateos. De la Rumasa, a la Nueva Rumasa, pero con los mismos líos, los pagarés, los impagos, la quiebra. Estamos en 2009. Sorpresa para muchos españoles que vieron en el patriarca José María Ruiz Mateos un héroe y que demostró finalmente su condición de villano timando cientos de euros a muchos inversores que confiaron en su persona y en sus empresas en medio de una agresiva campaña de publicidad.
Ruiz Mateos sorteó cualquier prohibición al emitir títulos con valor de 50.000 millones de euros que no precisaban de la autorización de la CNMV. Aquí, el organismo supervisor insistió muchas veces en los riesgos de esta emisión y desaconsejaba su compra. Pero no tuvo mucho éxito. Cinco emisiones de pagarés con tipos que fueron desde el 8% hasta el 12% garantizados por sus empresas e, incluso, con las reservas de un añejo brandy de sus bodegas de Jerez. Todo un dèja vu. El Juzgado de lo Mercantil número 11 de Madrid condenó al empresario jerezano José María Ruiz-Mateos y a su hijo Francisco Javier a abonar más de 92 millones de euros a los acreedores de la sociedad José María Ruiz Mateos, principal emisor de los pagarés de Nueva Rumasa.
La Nueva Rumasa cayó en febrero de 2011 arrastrando las 10 principales firmas en situación preconcursal. Unos 5.000 inversores quedaban atrapados. Se estima que con los pagarés habrían captado casi 400 millones de euros.
SANTANDER TRIDENTES
Los productos estructurados, varios productos financieros –renta fija y algún derivado o una acción- vinculados, proliferaron entre las entidades financieras para dar respuesta a unos inversores que buscaban cada vez rentabilidades más elevadas. Una moda que llevo a Banco Santander a lanzar en 2006 los “Santander Tridentes”, el inversor entregaba un capital al banco con un rendimiento fijo trimestral de un 2% durante tres años y la devolución del principal, que iba referenciado a tres acciones (BBVA, ING y BNP Paribas) por lo que podía verse incrementado o disminuido.
La fuerte caída de los valores bancarios, fruto de las crisis financiera desatada por Lehman Brothers, hizo que muchos de los invirtieron en los “Santander Tridentes”, o muchos otros estructurados, perdieran entre el 60% y el 80% de su capital invertido. Un descalabro que acabó con numerosos afectados en los tribunales y que tuvo su punto álgido el pasado febrero cuando el Tribunal Supremo dictaminó contra Banco Santander que no había avisado a sus clientes de banca privada de los riesgos del producto.
CFD
Los CFD (en inglés Contract for difference) son un producto que tiene unos 40 años de existencia, pero recientemente ha llegado a los pequeños inversores gracias a la proliferación de distintas plataformas que operan con ellos. ¿Qué son? Básicamente, un acuerdo mediante el cual se intercambia la diferencia del precio de un activo entre el momento de apertura y el momento de cierre de un contrato. Esto permite a los inversores beneficiarse de las fluctuaciones en el precio de los activos subyacentes, sin necesidad de tener que adquirir su titularidad.
Pero los contratos por diferencias permiten apalancarse, únicamente hay que aportar una fracción del valor total de una posición para abrir una negociación. Un apalancamiento que permite aumentar al máximo el potencial de rentabilidad del capital invertido, pero también las pérdidas. Un producto completamente legal, pero sobre el que la Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV) ha lanzado la voz de alarma. Recientemente, el organismo advertía de que el 75% de los inversores que compra CFD pierde dinero, con una pérdida media de 3.300 euros.
CLÁUSULAS SUELO
Con la decisión de los bancos centrales de inyectar dinero en las economías mundiales durante la crisis y bajar los tipos de interés de referencia, los índices hipotecarios como el euríbor sufrieron una fuerte caída. Una buena noticia para los hipotecados españoles que vieron aminorar fuertemente la cuota a pagar cada mes, pero con la sorpresa de que muchos vieron como su mensualidad no caía pese al desplome del euríbor. Descubrían que tenían una “cláusula suelo” en su hipoteca; es decir, en su contrato de hipoteca a tipo variable había una disposición que establecía un tipo de interés mínimo a pagar. Hay que decir que también incluía en la mayoría de los casos una “cláusula techo”, un interés máximo a pagar aunque el euríbor se disparara.
Muchos afectados acudieron a los tribunales y finalmente el Tribunal Supremo dictaminó en una polémica sentencia que las “cláusulas suelo” eran legales, pero consideraba que muchas habían sido abusivas o los clientes no habían sido informados de forma trasparente. Por ello sentenció como jurisprudencia que las entidades debían devolver las cantidades cobradas de más a partir del 9 de mayo de 2013, cuando se conoció la sentencia del Alto Tribunal.
Una decisión que ha sido llevada hasta el Tribunal de Justicia de la Unión Europea (TJUE) porque los afectados reclaman la retroactividad de estas cláusulas, lo que supondría recuperar todo lo pagado de más. A finales de año debe pronunciarse el tribunal europeo, pero hace unos meses el abogado general del TJUE, cuyas opiniones no son vinculantes, se ha mostrado partidario de no aplicar la retroactividad. Según cálculos de Goldman Sachs, gracias a estas cláusulas los bancos españoles se embolsaron 4.000 millones de euros de más, de los que unos 1.000 han sido devueltos pero otros 3.000 millones están pendientes de lo que digan desde Luxemburgo. El sector bancario calcula que un 30% de las hipotecas firmadas en España contienen cláusulas suelo, unos 2 millones de préstamos hipotecarios.
GOWEX
En julio de 2014 saltaban todas las alarman sobre la compañía de wifi cuando Gotham City Research publicaba un informe titulado“Let´s Gowex: una farsa pescanoviana” en el que valoraba en cero euros las acciones porque consideraba que las cuentas eran falsas. Jenaro García, presidente de la empresa más fulgurante del Mercado Alternativo Bursátil (MAB) –llegó a acumular una revalorización de un 2.000%- salió rápidamente al paso y calificó de calumnias las informaciones.
Pocos meses después, García era imputado en la Audiencia Nacional por falseamiento de cuentas. La CNMV suspendía cautelarmente las acciones de Gowex y dos años después ahí siguen como valores zombi, dejando a miles de accionistas atrapados en unos títulos cuyo valor se desconoce pero que apuntan hacia numerosas minusvalías. Una vez más se pone de manifiesto que algo falló, todavía no hay sentencia que lo certifique, ya sea el supervisor, el mercado donde cotiza, el auditor… pero las cuentas son, presuntamente, falsas.
CONVERTIBLES
Los bonos convertibles en acciones han sido otro de los productos que han acabado acumulando demandas en los tribunales. El producto financiero es un híbrido entre renta fija y variable, el inversor invierte un dinero a cambio de una rentabilidad periódica y en la fecha acordada el principal se convierte en acciones. Una fórmula que usó recientemente Banco Popular.
El problema viene cuando se produce el canje, ya que este producto, como en el caso del Popular, el precio de las acciones está fijado de antemano y la cotización de los títulos puede haberse hundido. Así en el caso de Banco Popular, los inversores se han visto con pérdidas que han superado el 80% del principal. La entidad consiguió captar más de 700 millones de euros de unos 24.000 bonistas, según datos ofrecidos por Popular. El banco ha intentado solventar el dolo ofreciendo condiciones ventajosas a los afectados, pero los bufetes de abogados han visto un nuevo nicho para seguir facturando a costa de pleitear contra los bancos.
BONOS DE LEHMAN
La quiebra de Lehman Brothers en 2008 puso de manifiesto que España no permaneció ajena a una crisis internacional de efectos multimillonarios. 11.000 inversores españoles se vieron afectados y unos 1.150 millones de euros en activos comprometidos. La banca colocó entre sus clientes bonos y notas estructuradas, sin advertir del riesgo: Bankinter y Credit Suisse, la bancas privadas, por entonces, de Santander y Caja Madrid ( Banif y Altae) fueron algunos de los que vendieron dichos productos. Al suspender pagos el banco emisor y garante, los ahorradores no pudieron cobrar su deuda.
Uno de estos productos distribuido en España fue el "Bono Fortaleza" comercializado por Bankinter: un bono estructurado y referenciado al comportamiento de las acciones de ING Groep y Deutsche Bank a un plazo de ocho años, pero autocancelable automáticamente. El bono pagaba un 25% anualmente siempre que las dos acciones estuvieran por encima de su precio inicial.
Las sentencias judiciales no han cesado. En 2015, sin ir más lejos, el Tribunal Supremo ha condenado a Bankinter a devolver 279.000 euros a la Congregación de la Misión de San Vicente de Paúl por la venta de bonos de Lehman Brothers.
CUOTAS PARTICIPATIVAS
Los ahorradores que invirtieron en las primeras cuotas participativas del mercado, las de Caja Mediterráneo (CAM), en aquel momento vendidas como «acciones» y pioneras, están empezando en algunos casos a recuperar su dinero después de varios años de pesadilla en la que casi se habían resignado a su valor de 0 euros.
Estas cuotas se empezaron a emitir en 2008, y se colocaron a 55.000 pequeños inversores. En diciembre de 2011, dejaron de tener valor y se suspendió su cotización en bolsa cuando se anunció la reestructuración de la entidad. Según las últimas sentencias, la CAM, no sólo contravino el propio criterio del organismo declarando “no complejo” tal producto, sino que además dispuso de un tramo de inversores cualificados poco significativo y no entregó el folleto informativo a los inversores. La Audiencia Nacional acaba de ordenar el archivo de este caso al estimar que los estados financieros de la emisión no estaban falseados y que la CNMV no detectó ninguna irregularidad.
FONDOS INMOBILIARIOS
Los problemas de estos fondos arrancaron en 2008 con los primeros vaivenes del sector inmobiliario, que entraba de lleno en una crisis. Los partícipes aceleraron la petición de reembolsos para recuperar su dinero, pero las gestoras no contaban con liquidez suficiente para hacer frente a esas peticiones. Como consecuencia, productos como Santander Banif Inmobiliario o BBVA Propiedad suspendieron los reembolsos de forma temporal para dar tiempo a liquidar inversiones y conseguir así el dinero para satisfacer el pago de los reembolsos.
Las secuelas se han visto después en CatalunyaCaixa Inversió, la gestora de Catalunya Banc, con el anuncio de suspensión y liquidación de su fondo CX Propietat. Cuando se pudo calmar en cierta parte la tormenta, se permitieron de manera ordenada las salidas de sus partícipes, a través de ventanas de liquidez, pero con fuertes pérdidas.
OPS BANKIA
Uno de los escándalos financieros más “popular” es el de la salida a Bolsa de Bankia. La entidad comercializó en sus oficinas las acciones de la entidad. Un fiasco, tras conocerse la verdadera situación patrimonial, aderezado con la connivencia de los reguladores, supervisores y políticos. En el proceso de comercialización no sólo se omitió la información real de su situación patrimonial y de solvencia económica, sino que puede decirse sin pudor, como han dicho los peritos del Banco de España, que falseó sus cuentas y su situación de solvencia aparente. Las acciones de Bankia debutaron en el parqué bursátil, en julio de 2011, a un precio de 3,75 euros cada una. El 25 de mayo de 2012 (menos de un año después) declara que tiene un agujero de 23.465 millones de euros y que precisa de la inyección de dinero público. El perjuicio directo causado a los inversores se cifra en 3.092 millones de euros, el importe de los fondos captados en la salida a Bolsa”, detalla el documento remitido a la Audiencia Nacional.
Bankia ha abierto el proceso para devolver toda la inversión a los accionistas minoristas que acudieron a la salida a Bolsa.
HIPOTECAS INVERSAS
Durante la era del boom inmobiliario en España, los bancos lanzaron las llamadas hipotecas inversas, similares a las rentas vitalicias. Este producto, destinado a mayores de 65 años, ofrecía a los jubilados la posibilidad de recibir una renta mensual a cambio de usar su vivienda como garantía. Así, el pensionista podía vivir con comodidad sus últimos años y la entidad se quedaba con el inmueble a menos que los herederos quisieran pagar el préstamo y los intereses de la hipoteca inversa.
Este producto no constituyó un escándalo como el de las preferentes y, de hecho, la Audiencia Nacional se negó en 2012 a investigar presuntas estafas. Sin embargo, sí generó bastante polémica ante las sospechas de que quizá no se había comercializado con la debida transparencia, especialmente al dirigirse a personas mayores y vulnerables, que en muchos casos no contaban con una gran formación financiera. Y es que, aunque en ocasiones pudiera venderse como una renta vitalicia, el importe que pagaba la entidad estaba limitado por el valor del inmueble (la Hipoteca Bienestar de BBVA prestaba hasta un 80% del valor de tasación) o, en algunos casos, por un vencimiento (10-20 años).
Es decir, el jubilado no corría el riesgo de ser deshauciado, ya que el préstamo solo se liquidaba tras su fallecimiento, pero sí el de quedarse un día sin renta y sin la posibilidad de poder vender su inmueble, que servía de garantía para el préstamo.
HIPOTECAS MULTIDIVISAS
La fiebre del ladrillo en España estimuló la creatividad de los bancos, que lanzaron todo tipo de productos financieros. Una de estas invenciones fueron las hipotecas multidivisas, que a primera vista ofrecían créditos hipotecarios muy competitivos, con condiciones aparentemente ventajosas. Así, una familia que percibía sus sueldos en euros podía pagar las cuotas en una moneda diferente. De este modo, el cliente pagaba sus cuotas mensuales en base al tipo de interés correspondiente a la moneda contratada, que generalmente no era el Euribor, sino el Libor.
El riesgo obvio de la hipoteca multidivisas, del que los clientes no eran del todo conscientes, es que las divisas cotizan a diario y en un plazo de 10 o 20 años pueden sufrir fuertes variaciones, provocando que el coste mensual se dispare. Por otro lado, el pago de comisiones y las condiciones para el cambio de moneda no eran demasiado transparentes.
La complejidad de estos productos aparentemente sencillos era tal, que el Tribunal Supremo acabó calificándolos en 2015 como derivados financieros. En los últimos años se han emitido varias sentencias a favor del consumidor, ante la falta de buena fe por parte de algunas entidades.
PREFERENTES
Ninguna otra palabra ejemplifica mejor las malas prácticas bancarias a la hora de comercializar productos financieros. Las participaciones preferentes eran títulos emitidos a perpetuidad (nunca vencían, pero podían amortizarse) y que se vendieron como si fuesen algún tipo de depósitos de alta rentabilidad. El problema es que la inmensa mayoría de los ciudadanos que los contrataron no tenían los conocimientos financieros para comprenderlos; su rentabilidad no era fija, ni estaba garantizada; y su poseedor no tenía ni peso en el capital, ni derechos de voto, ni derecho de suscripción preferente.
Este producto complejo presentaba muchos riesgos, entre ellos su limitada liquidez, la posibilidad de obtener pérdidas (el valor de reembolso puede ser inferior al de emisión) y el hecho de que el cobro de intereses estaba condicionado a que la entidad emisora tuviera beneficios, algo imposible en plena crisis financiera. Además, a pesar de su nombre el resto de los acreedores tenían preferencia en caso de liquidación. El fraude de las preferentes afectó a cerca de un millón de españoles.
Este año, el Tribunal Supremo emitió una sentencia histórica en la que estableció que estos productos solo deberían haberse colocado a inversores institucionales y que incluso los clientes con conocimientos financieros o un elevado patrimonio debían recuperar su dinero. El caso más sonado fue el de Bankia, que finalmente dejó siquiera de intentar recurrir las sentencias en su contra, ya que perdía más del 90%.
SWAPS
Los swap fueron creados hace medio siglo como un producto inocente y legítimo con el que las empresas podían blindarse contra factores externos como el tipo de cambio o las variaciones del precio del petróleo. Al menos, hasta que las entidades decidieron que el ciudadano de a pie disponía de los conocimientos y la experiencia suficiente para operar con estos derivados financieros.
Las familias, creyendo que estaban adquiriendo un simple seguro, firmaban un documento anexo a su contrato hipotecario con el que se comprometían a pagar un interés fijo máximo durante un periodo de tiempo, para cubrirse contra subidas del Euribor, que iba camino de máximos. El problema es que estos contratos comenzaron a ofrecerse cuando los tipos de interés estaban bajando a nivel mundial y nadie anticipaba que los bancos centrales fuesen a endurecer su política monetaria en los años siguientes.
El Tribunal Supremo ha emitido varias sentencias, creando así doctrina, determinando que los swaps eran productos de suma cero (el cliente debía perder dinero para que el banco ganase), lo que generaba un claro conflicto de intereses, y forzando a la entidad a anularlos.
fuente: http://lacartadelabolsa.com/leer/articulo/cantos_de_sirena_17_inversiones_que_han_terminado_en_el_banquillo
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