lunes, 12 de septiembre de 2016

Bangladesh, por ejemplo.

Introducción
La industria textil, y muchas otras,  instalaron en esos lugares por lo ridículo de los costes laborales, por las nulas medidas de seguridad que protegían a los trabajadores, por una legislación que no defendía ningún derecho laboral y por la más que permisiva legislaciones fiscal y medioambiental; y los costes se hundieron, los precios de venta bajaron y los beneficios subieron. Incluso, a principios de los 90, hubieron expertos que hablaron de que por fin habían llegado las oportunidades a los países subdesarrollados, y fue acuñado el concepto de ‘economía emergente’.


Ahora volverán, esas industrias: las textiles y las demás, de donde se fueron, de hecho ya han empezado a volver, pero robotizando absolutamente todo lo que sea objeto de robotización; profundizando en la automatización a medida que vayan cayendo los precios de la tecnología; concentrando actividades y tendiendo hacia figuras oligopolistas; y aprovechando el desempleo existente para pagar salarios en línea con la oferta de trabajo disponible.
¿La moraleja? El Poder Económico en cada momento tiene resortes, herramientas, caminos y estrategias adecuadas, y las utiliza para maximizar sus resultados completando la cadena: el textil se fue a Bangladesh, produjo prendas de vestir a costes de risa que pudo vender muy baratas en Occidente posibilitando que ‘la moda’ llegase a todos y obteniendo unos beneficios espectaculares. Ahora es posible hacerlo de otra manera, con otros resortes, otras herramientas, siguiendo otros caminos y utilizando otras estrategias.
Y mañana esto que ha sucedido en Bangladesh será historia.    
Santiago Niño-Becerra. Catedrático de Estructura Económica. IQS School of Management. Universidad Ramon Llull.

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