Hay un famoso dicho que reza “un economista es aquel que predice lo que va a pasar, y luego te explica porque no ha pasado”. Yo soy economista, y siento decir que en muchos casos, más de lo que sería recomendable, no le falta razón. No es que los economistas tengamos menos formación que otras ramas profesionales, que no es cierto, o que seamos más incapaces de interpretar correctamente los datos, al menos no en todos los casos, simplemente que nuestras previsiones se basan en multitud de variables con un alto grado de incertidumbre. Eso, y que desde hace años nuestra profesión ha derivado más a un ejercicio académico e intelectual, que a plasmar la situación del mundo real.
Así lo cree también el Nobel de Economía Ronald Coase, que en un reciente artículo publicado en la revista empresarial de Harvard, abogaba por volver a la antigua concepción de la economía.
Coase dice en este artículo que la economía que en la actualidad se presenta en los libros de textos y se enseña en las aulas, no tiene mucho que ver con la gestión empresarial, y mucho menos con el espíritu empresarial. El grado en el que la economía está aislada de los asuntos cotidianos es extraordinario y lamentable.
Este no era el caso en el pasado, añade Coase. Cuando la economía moderna nació, Adam Smith la concibió como un estudio sobre la naturaleza y las causas de la riqueza de las naciones. Su trabajo “La Riqueza de las Naciones”, fue muy leído por empresarios, incluso aunque en él se les menospreciaba sin rodeos por su codicia, su miopía y por otros defectos.
El libro también despertó encendidos debates entre los políticos, sobre el comercio y otras políticas económicas. La comunidad académica en esos días era pequeña, y los economistas tuvieron que apelar a un público más amplio.
En el siglo 20, la economía se consolidó como una profesión, y los economistas podían darse el lujo de escribir exclusivamente para sí mismos. Al mismo tiempo, el campo de estudio experimentó un cambio de paradigma, y se identificó gradualmente como un enfoque teórico, renunciando al mundo real como objetivo. Hoy en día, el factor productivo y empresarial está marginado en la economía, y la cuestión paradigmática es más bien estática de la asignación de los recursos. Las herramientas utilizadas por los economistas para analizar las empresas son demasiado abstractas y especulativas para ofrecer una orientación a los empresarios en su lucha constante para traer nuevos productos de bajo costo a los consumidores.
Esta separación de la economía de un uso funcional, ha dañado gravemente tanto a la comunidad empresarial como a la disciplina académica. Puesto que ofrece poco desde el punto de vista práctico, los directivos y empresarios dependen de su propia visión para sus negocios, de su juicio personal y de la regla del pulgar para la toma de decisiones. En tiempos de crisis, cuando los líderes empresariales pierden su confianza en sí mismos, buscan a menudo al poder político para llenar el vacío. El gobierno es cada vez más la solución definitiva a difíciles problemas económicos. Desde la innovación al empleo.
La ciencia económica se transforma así en un instrumento conveniente que el estado utiliza para manejar la economía, en lugar de una herramienta que ilumine al público acerca de como funciona. Pero debido a que ya no está firmemente basada en la investigación empírica, es mucho más difícil hacer esta tarea. Durante la mayor parte de la historia humana, las familias y las tribus vivían en gran parte de su propia economía de subsistencia, y sus conexiones con el mundo exterior era débil e intermitente. Esto cambió por completo con el surgimiento de la sociedad comercial. Hoy en día, la moderna economía de mercado, con su cada vez más fina división del trabajo, depende de una red comercial en constante expansión. Requiere de una intrincada red de instituciones sociales para coordinar el funcionamiento de los mercados y las empresas, a través de diferentes fronteras.
En estos momentos, en que la economía moderna es cada vez más intensiva institucionalmente, la reducción de la economía a un mero enfoque teórico, está preocupando bastante.
Ha llegado el momento de volver a unir el campo gravemente empobrecido de la ciencia económica con la economía. Las economías de mercado que están surgiendo en China, India, África y en otros lugares, anuncian una nueva era de iniciativa empresarial, y con ello oportunidades sin precedentes para que los economistas estudien cómo la economía de mercado adquiere su resistencia en sociedades con diversidad cultural, institucional y organizativa. Pero el conocimiento vendrá sólo si la economía puede ser reorientada al estudio del hombre tal como es, y del sistema económico tal como existe en la realidad.
fuente: lacartadelabolsa
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