Robert Mundell y Allan Meltzer están entre los economistas más
influyentes del último medio siglo. Mundell, profesor de la Universidad
de Columbia, obtuvo el Premio Nobel en 1999, por su trabajo en la
definición de lo que él llama "las zonas monetarias óptimas". Ningún
académico ha tenido tanto éxito de llevar sus teorías a la práctica: A
él también se le llama el "padre" o "padrino" del euro. La arquitectura
intelectual que Mundell creó para la moneda única fue una fuerza
importante en la conquista de los políticos y economistas escépticos, y,
hasta la reciente crisis, pareció haber transformado la zona del euro
de 17 naciones en un gigante que rivalizaba con los EE.UU.
Meltzer es un monetarista muy influyente que fue autor de “Una historia
de la Reserva Federal”, aplaudida como la crónica más completa del
banco central. Fue funcionario del Tesoro en la administración Kennedy y
Presidente del Consejo de Asesores Económicos de Reagan. Meltzer se
opone firmemente a lo que él ve como la actual política monetaria,
improvisada y dirigida a objetivos a corto plazo como mejorar el sector
inmobiliario o el precio de las acciones, cuando el precio inevitable a
pagar será mayor inflación.
Mundell y Meltzer están tomando posiciones diametralmente opuestas
sobre el mayor problema económico actual, el futuro del euro.
El analista Shawn Tully resume las posturas de ambas leyendas
económicas sobre el euro, y plasma brillantemente sus posturas
encontradas. Veamos que nos señala Tully:
Es importante examinar los argumentos de Mundell sobre el euro. En
opinión de Mundell, los países europeos más débiles se basaron
excesivamente en las devaluaciones para mantener la competitividad, dada
la alta inflación, las tasas de interés, y el lento crecimiento. La
muleta de la devaluación les permitió mantener a una fuerza laboral
demasiado cara debido a las fuertes prestaciones establecidas por el
Gobierno y aseguró que los salarios subieran más rápido que los precios.
Mundell defendía que la implantación de una moneda única haría
imposible reducir los precios de las computadoras, electrodomésticos o
vacaciones mediante la devaluación, por lo que las naciones se verían
obligadas a elevar la productividad y a moderar los salarios como única
vía para mantener la competitividad. Por lo tanto, el euro podría
ejercer presión para desterrar las leyes laborales restrictivas tan
dañinas para la economía desde hace décadas.
Mundell argumentaba en un artículo de 2011 que el progreso que él
predijo en realidad estaba siguiendo la teoría. Uno de los grandes
beneficios del euro, afirmó, es una mejora en la disciplina salarial.
"En Europa, un país no es capaz de cambiar los tipos de cambio. Por lo
tanto, cuando el trabajador o los sindicatos hacen reclamaciones, por
ejemplo, para un aumento salarial del 10%, y el crecimiento de la
productividad es del 2% al 3%, saben que se traducirá en desempleo o
quiebras. La imposibilidad de la depreciación hace que los sindicatos de
trabajadores moderen sus demandas".
¿Por qué entonces está Europa yendo tan mal? Mundell insiste en que el
euro "ha registrado un comportamiento espectacular" y que el problema es
el irresponsable gasto público y el déficit excesivo. Si Europa avanza
hacia "una unión más perfecta" en el que se faculta a una autoridad
central para imponer una estricta disciplina fiscal a los gobiernos
rebeldes -y Alemania y otros países ricos ayudan a financiar sus vecinos
del sur hasta que eso ocurra - el euro se pueden salvar y el
crecimiento se reanudará.
Meltzer, de 84 años, no está de acuerdo. Para Meltzer, el problema
principal no es el gasto (aunque sea excesivo), sino la competitividad.
Él apunta a un descenso impresionante de la competitividad en los países
más débiles como efecto directo y predecible del legado del euro. "La
zona euro no es realmente la unión que Mundell pensaba que sería,"
Meltzer dijo en una entrevista telefónica la semana pasada. "Grecia y
Alemania estaban en mundos diferentes antes de la introducción del euro,
y han permanecido allí. Nadie debería haber creído la historia del
euro."
Para Meltzer, los banqueros centrales y los políticos enfrentan la
crisis del euro de una manera equivocada. "Están trabajando muy duro el
problema de la deuda", continúa. "Eso no es lo que tienen que hacer. El
mayor problema es el costo de producción". Los países del sur, sostiene
Meltzer no van a crecer "si los costos de producción en España e Italia
son un 30% más altos que en Alemania, que es lo que sucede ahora."
Para Meltzer, el problema principal es que la tendencia que predijo
Mundell, una convergencia en la productividad, no está sucediendo. La
convergencia ha ido en la dirección equivocada: Los salarios aumentaron
mucho más rápidamente en España, Italia, Irlanda y Grecia que en
Alemania. Pero los alemanes, no sus vecinos, fueron los que aumentaron
la productividad. De 2000 a 2008, los costos laborales aumentaron un 15%
en Alemania, frente al 28% en Italia, el 43% en España y un 49% en
Irlanda.
Mundell recientemente reconoció el problema, admitiendo que el euro
"debería haber supuesto una convergencia más rápida en las tasas de
salarios de las zonas donde la productividad es desigual."
¿Por qué los salarios siguen aumentando, desafiando las predicciones de
Mundell de una nueva era de la moderación? Las naciones del sur e
Irlanda aprendieron rápidamente que podrían crecer, no en base a un
aumento de su competitividad, sino pidiendo prestado enormes sumas de
dinero a bajas tasas. Un boom de consumo, financiado por hipotecas
baratas y préstamos de tarjetas de crédito, empujó a la inflación a casi
el doble en Italia, España, Irlanda, Grecia y Portugal desde 2000 hasta
2007 a una tasa del 3,2% frente el 1,7% de Alemania.
Sin embargo, los países del Sur e Irlanda podrían pedir prestado a los
mismas tipos que Alemania, por cortesía del euro. Por lo tanto, se
podrían financiar la deuda a tasas iguales o incluso inferiores, que la
apreciación de sus inmuebles o los precios de otros productos que
compraban. El endeudamiento excesivo, con frecuencia a costes inferiores
a la inflación, permitió que los salarios explotaran al alza. Los
préstamos baratos también resultaron poderosamente seductores para los
gobiernos, lo que les permitió seguir manteniendo las ineficientes
empresas controladas por el Estado. De 2000 a 2008, el gasto
gubernamental como porcentaje del ingreso nacional creció a un promedio
de 3,8 puntos porcentuales en Italia, España, Grecia y Portugal, y 12
puntos de Irlanda. Meltzer dice: "No ayuda cuando el gobierno solía
pedir prestado al 12% y de repente puede pedir prestado al 3% o 4%."
En Alemania, donde las tasas de interés se ajustaban a la inflación, no
había incentivos para el gobierno ni los consumidores de endeudarse en
exceso. El gasto del estado en realidad se redujo un punto en el mismo
período.
Entonces, ¿cuál es la solución de Meltzer? Él sólo ve dos
posibilidades, una política de reducciones salariales, o la devaluación
que al menos temporalmente, desmantelaría el euro.
La primera opción, estima que no va a funcionar. "Los alemanes dicen
que los países más débiles necesitan austeridad", dice Meltzer. "Sin
embargo, Grecia ha pasado por cinco años de crecimiento lento o nulo.
¿Están recomendando cinco años más? Los habitantes de estos países no lo
aceptarán. Están defendiendo otra Gran Depresión."
En su lugar, Meltzer aboga por que los países del Sur, además de
Irlanda y tal vez Francia, se inscriban en una zona "soft-euro". "El
euro suave caería en valor frente al euro actualmente de Alemania y de
otros países del norte", dice. "Eso restablecería la competitividad de
las naciones que no pueden crecer hoy en día." Para Meltzer, es la única
manera de mantener el euro. "Es más fácil hacer reformas cuando las
economías están creciendo", añade. En el escenario de Meltzer, los
países del Sur podrían unirse de nuevo al "euro duro” más tarde, una
vez que hayan reformado sus mercados laborales.
La interrogante en torno a la solución de Meltzer es si los países del
Sur en realidad harán las reformas necesarias para unirse con el euro en
los próximos años. Si es así, el sueño de Mundell podría
materializarse. Si no, sería mucho mejor mantener el euro suave, sea
cual fuere el nombre que finalmente se elija.
lacartadelabolsa
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