Cumplir las previsiones de reducción del déficit fiscal se ha convertido en la principal obsesión del Gobierno, convencido de que solo así logrará ganarse la confianza de los inversores internacionales y evitará sembrar todavía más dudas sobre la deuda soberana. Si las estimaciones de recaudación se desvían de lo presupuestado para 2011, el Gobierno deberá aplicar nuevas subidas de impuestos o mayores recortes del gasto. Por el lado tributario, los impuestos especiales siempre aparecen como candidatos a sufrir aumentos.
Entre otros motivos, porque políticamente resulta siempre más fácil argumentar el aumento de un impuesto especial. Si bien resulta evidente que el incremento del impuesto sobre el tabaco aprobado el viernes tiene una finalidad recaudatoria, la vicepresidenta económica del Gobierno, Elena Salgado, se parapetó detrás de los siempre recurrentes "motivos sanitarios" para justificar el aumento impostivo sobre un producto dañino para la salud y que permite el Estado ingresar 7.000 millones al año.
En este sentido, los impuestos que gravan el alcohol y la cerveza también pueden verse incrementados con pretextos sanitarios. En caso de hacerlo, no faltarán declaraciones asegurando que elevar la fiscalidad sobre los productos alcohólicos supone una barrera para evitar que los jóvenes se aficionen a la bebida. Además, en relación con la UE, España mantiene gravámenes por debajo de la media en algunos productos. El vino, por ejemplo, tiene un tipo del 0% para proteger un sector con gran tradición y peso en España. En cambio, los franceses establecen un gravamen de 3,5 euros por hectolitro.
El impuesto sobre la cerveza -que va de 2,8 a 13,56 euros por hectolitro- es superior a buena parte de los países europeos. El alcohol puro, por su parte, sufre un gravamen de 830 euros por hectolitro, por debajo de los 1.471 euros de Francia o los 1.000 euros que aplican los portugueses.
Sin embargo, los ingresos por el impuesto sobre el alcohol y la cerveza apenas suman unos 1.000 millones de euros anuales. Por lo tanto, elevar su fiscalidad no aumentaría de forma significativa los ingresos. En cambio, un incremento sobre el impuesto sobre hidrocarburos -que aporta unos 10.000 millones de euros anuales- sí que lograría un impacto recaudatorio importante. Además, el gravamen que sufren los combustibles en España es menor que la media europea y también se sitúa por debajo de los tipos que aplican los países limítrofes, Francia y Portugal.
Si bien elevar los hidrocarburos no puede justificarse por motivos sanitarios, cuenta con otra gran coartada: el medio ambiente. "La imposición sobre los carburantes contribuye a racionalizar el consumo fomentando la reducción de las emisiones de CO2", aseguraba el Gobierno en junio de 2009 cuando elevó en 2,9 céntimos los impuestos sobre el combustible. Un argumento que el Ejecutivo podría resucitar en el futuro si los números rojos no menguan a la velocidad deseada.
El IVA, otra bala del Gobierno en la recámara
Hoy parece improbable pensar en un aumento del IVA, ya que el Gobierno subió este impuesto en julio, cuando el tipo general pasó del 16% al 18%, y el reducido, del 7% al 8%. Sin embargo, en ningún sitio está escrito que no se pueda incrementar un mismo impuesto en un margen corto de tiempo.
De hecho, esto es precisamente lo que han hecho países de la UE que deben hacer frente a un elevado déficit público. Por ejemplo, Grecia subió el IVA del 19% al 21% en marzo y lo volvió a incrementar hasta el 23% en julio. Portugal siguió el mismo camino. Elevó el principal impuesto indirecto en julio y dos meses más tarde volvió hacerlo.
Se trata de una política que no solo han seguido los países periféricos de la UE. Gran Bretaña, cuyo déficit fiscal es superior al español, que ya es decir, aumentó el IVA en enero dos puntos y medios hasta el 17,5% y, en abril, el nuevo Ejecutivo estableció una nueva tarifa del 20%.
Que el Gobierno se plantee un nuevo aumento del IVA dependerá de si logra cumplir la senda de reducción del déficit. Además, España aún mantiene un tipo por debajo de la media europea, que es del 20,4%. Y un hipotético incremento del mayor impuesto indirecto contaría con el apoyo de los empresarios si se acompañara de una reducción de las cuotas a la Seguridad Social.
fuente: http://www.cincodias.com/articulo/economia/despues-tabaco-impuesto-subira/20101207cdscdieco_9/
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