Durante la última parte de 2012 desaparecieron los comentarios 
apocalípticos del fin de la zona euro, de la desintegración de Europa, 
de depresión económica generalizada. Los inversores y analistas se 
centraron más en la resolución del precipicio fiscal en EE.UU., y 
abandonaron por un momento esas tenebrosas predicciones que tanto 
alarmaron durante el pasado año.
 Bien, pues parece que tras estos meses de calma, volvemos al mensaje catastrofista.
 “La explosión de deuda a nivel global no va a tener un buen final. Esto
 terminará con guerras”. Esta afirmación no la ha realizado un 
apocalíptico de la predicción maya, sino Kyle Bass, el fundador del 
hedge fund Hayman Capital Management. “No sé quien va a luchar contra 
quien, pero estoy bastante seguro de que en los próximos años estallarán
 guerras y no pequeñas”.
¿Para echarse a temblar no?
 La visión apocalíptica de Kyle Bass, recogida por Reuters, se debe a 
los datos que indican que la deuda en el mercado de crédito ha alcanzado
 el 340% de la producción mundial. “El mundo nunca vivió tiempos de paz 
con semejante carga financiera. Se incrementará la tensión social cuando
 miles de millones de dólares de deuda tengan que ser restructurada, 
infligiendo pérdidas a millones de inversores”, afirma Bass.
 La élite política de Europa en 2012 demostró su determinación de 
preservar el euro. El presidente del BCE Mario Draghi lo dijo muy claro a
 mediados del año pasado, “se hará lo que sea necesario para mantener el
 euro”. Sin embargo, es razonable preguntarse cuántos de los atrapados 
en el fuego cruzado entre acreedores y deudores, se mantendrán si el 
combate por la supervivencia de la zona euro se prolonga.
 Tomemos como ejemplo a Portugal, ahora en su tercer año de recesión, y 
dónde el presidente del país ha pedido al Tribunal Constitucional que se
 pronuncie sobre la legalidad la subida de impuestos sin precedentes que
 ha propuesto.
 Adelino Maltez, un politólogo de la Universidad Técnica de Lisboa, 
señala en Reuters que "Portugal se emborrachó de Europa durante los años
 del auge. Ahora, por primera vez tenemos la sensación de que no tenemos
 a dónde ir", dijo. "Para 2013, al portugués le falta la sensación de un
 objetivo. Hay un reconocimiento de la impotencia colectiva”.
 En otras palabras, con la escasa perspectiva de un rápido retorno al 
crecimiento en 2013, el riesgo de incendio en la eurozona es menor que 
un desgaste de las relaciones sociales y políticas y una insidiosa 
erosión de la esperanza.
 Jean-Dominique Giuliani, director de la Fundación Robert Schuman, un 
think tank europeo de París, dice que las difíciles reformas deben 
continuar porque la crisis no muestra signos de desaparecer. "Los 
cambios serán constantes y afectarán a una gran cantidad de población, 
transformará a las sociedades, sorprendiendo a los líderes y expertos 
políticos”.
 Charles Robertson, economista jefe de Renaissance Capital en Londres, 
es uno de los que se preguntan cuánto más están dispuestos a 
sacrificarse los votantes. Él espera que Grecia abandone el euro este 
año y dice que España podría seguirle a finales de 2014.
 “España ya ha sufrido un año de desempleo por encima del 25 por ciento,
 pero probablemente tendrá que soportar tres más con el fin de cumplir 
los objetivos financieros fijados por sus acreedores internacionales”.
 "Ninguna economía, hasta donde sabemos, ha sufrido esta tasa de 
desempleo y se ha mantenido en un tipo de cambio fijo", dijo Robertson 
en un comunicado. Lo más perjudicial de todo, es la ausencia de 
esperanza: “Los salarios siguen presionados a la baja. Las familias 
están desapalancándose y entrando en morosidad. No pueden pedir prestado
 para impulsar el consumo”.
 Un vibrante mercado negro, y un estado del bienestar generoso 
significan que el desempleo probablemente se sostendrá en estos altos 
niveles por más tiempo que nunca anteriormente, afirmó Robertson.
 Pero a pesar de la mala situación económica en varios países de la 
periferia europea, con tasas de desempleo como hemos mencionado por 
encima del 25%, las manifestaciones sociales y las repercusiones 
políticas siguen siendo tenues.
 Una posible explicación sugerida por Deutsche Bank, para explicar la 
relativa paz social vivida en Europa hasta ahora, es que el peso del 
ajuste ha recaído de forma desproporcionada en los jóvenes.
 En España, por ejemplo, la tasa de empleo de los menores de 25 años 
cayó del 39,1 por ciento a mediados del 2007 al 18,3 por ciento a 
mediados de 2012, una caída de 20,8 puntos porcentuales. Para el grupo 
de edad de 35-49, con un mayor nivel de protección contra los despidos, 
la baja en el mismo período fue de 8,9 puntos porcentuales.
 Esta mezcla de "sacrificio de la juventud" y la seguridad económica 
familiar para la mayoría de la población, podría ser la razón de porque 
las protestas callejeras han fracasado, salvo en Grecia - que se ha 
traducido en un gran cambio de los votantes hacia partidos radicales, 
según Gilles Moec, economista del Deutsche.
 Pero el costo económico potencial es enorme. Con menos jóvenes 
trabajando, Italia y España han sufrido una pérdida de productividad de 
alrededor del 2 por ciento, mal augurio para el crecimiento futuro, 
estima Moec.
 La respuesta de libro de texto es impulsar las políticas que pongan fin
 a la división entre las condiciones de una población laboral más mayor y
 asentada, y otros trabajadores jóvenes, con contratos precarios y de 
corto plazo.
 El riesgo, sin embargo, es que estas y otras reformas estructurales 
están desacreditadas por los votantes porque las asocian con la 
disminución de los niveles de vida y el aumento de desigualdad, según 
Simon Tilford, economista jefe del think tank londinense, Centro para la
 Reforma Europea.
 "Las consecuencias pueden ser de largo alcance. No sólo los gobiernos 
tendrán dificultades para sacar adelante las reformas necesarias, sino 
que existe el riesgo de una reacción más amplia en contra de la economía
 de mercado y de la Unión Europea".
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