Unos días después otro lector me remitió otro mail desde Galicia; igual de claro sí: “Vivo en (nombre de una localidad gallega), un pueblo pesquero situado en la comarca del (nombre de una comarca). En este pueblo de ahora 4000 habitantes y bajando, llegó a haber en los años 50 hasta veintitrés fábricas de conserva, empleando a miles de personas. Ahora mismo, tras diversas subidas y bajadas, quedan 2 que sobreviven y emplean a menos de 80 personas en total. Hasta aquí todo normal.
¿Cuál es la “diferencia”? Por coincidencia, la comarca de (nombre de la comarca anterior) es una de las zonas mejor adaptadas a la producción de madera de eucalipto del mundo. Sí, del mundo. Aquí hay ciclos de producción de 12 años, lo cual es casi único, por lo menos en Europa. Con esa característica, lo que ha sucedido con la crisis ha sido el inverso que para la mayoría, la actividad del sector forestal se ha multiplicado en los últimos años. No sólo eso: han venido empresas portuguesas a hacer competencia a las locales con maquinaria que antes se pensaba desproporcionada, pero que están usando masivamente. Los propietarios están vendiendo mucho antes (antes esperaban 30, 50 años… ahora en cuanto pueden venden), y el sector está viviendo una locura (mientras el precio que imponen las papeleras no deja de bajar). A esto hay que añadir el minifundio, que hace ineficiente la explotación de una buena parte de la superficie. Por no hablar de la alta dependencia del precio del petróleo del sector.
Con estas circunstancias y basándose en las propiedades de montes familiares, un conocido ha montado una pequeña empresa forestal. Al carecer de experiencia, está sufriendo para levantarla (no hay crédito) pero dice que no hay otra cosa. Yo no lo veo nada claro (…)”.
Mi respuesta fue muy concisa:
“La sobre explotación de lo que sea nunca es buena porque es insostenible, pero, además, es mala porque crea un exceso de oferta que se paga en forma de precios más bajos; es decir, lo único que indica lo que Ud. cuenta es pobreza y necesidad. Mi sugerencia: si su conocido tiene alternativas y si la tierra forestal que explota es suya, que eche el freno: quienes dispongan de recursos en el futuro los tendrán.
Pero con lo que más me quedé del escrito de mi lector fue con “pero dice que no hay otra cosa”. Para meditar.
(Algunas/os de Uds. puede que escandalicen, en fin. Parece ser que algún directivo de Novocaixagalicia está considerando devolver parte de su indemnización; la verdad, lo entiendo el motivo. Si realiza tal devolución, ¿está admitiendo que el importe fue obtenido / fijado / determinado ilegalmente?, ¿qué lo fue de forma fraudulenta?. Si fue así, si su indemnización no se ajusta a derecho, si no se atiene a normas, si ha violado la legislación al respecto, el proceso debe ser denunciado y sobre quien corresponda debe caer la ley con toda su fuerza y con todo su poder. Pero hasta donde yo sé no hay denuncia alguna, sólo protestas y golpes de pecho. Curioso, ¿no?).
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Parece ser que un banco de Ecuador está adquiriendo créditos que en su día emitieron entidades financieras españolas, que está comprando algunos de esos créditos a algunas de tales entidades. Puede que a alguien le sorprenda es forma de hacer, pero es más vieja que ir andando: alguien, por la razón que sea, quiere desprenderse de una deuda acreedora que tiene, aunque esté cobrando religiosamente: puede que quiera desprenderse de ella para reducir gastos de estructura o para tener un ingreso rápido. El hecho es que se vende un paquete de esas deudas, por ejemplo a 65 centavos por cada dólar. A partir de ahí quien compra cobrará la deuda teniendo que percibir, al menos 65 centavos por cada dólar de nominal.
Esto se vendrá como se quiera, pero es una forma de sacarse de encima problemas, e impagados, sí. Recuerden: en Economía, una deuda, alguien, de alguna manera, en algún momento, y en algún lugar acaba pagándola.
Santiago Niño-Becerra. Catedrático de Estructura Económica. Facultad de Economía IQS. Universidad Ramon Llull.
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