jueves, 5 de mayo de 2011

El fin de lo que fue

Muy interesante lo que dijo el pasado Martes el Señor Secretario de Economía, mucho. (Tienen un resumen en la Pág. 27 de El País de ayer).

¡Por fin! se está diciendo alto y claro: EL problema de la economía española es la deuda: lo que debe, y el razonamiento que se deriva de tal verdad es el de que es esencial que la deuda se reduzca para que las cosa empiecen a cambiar. Absolutamente de acuerdo: ¿cuántas veces Uds. lo han leído aquí?. Lo que sucede es que admitir eso e ir por ese lado tiene consecuencias: muchas.

Para que ‘las deudas’ se reduzcan, 1) tienen que pagarse las deudas antiguas y 2) no tienen que contraerse deudas nuevas. Para conseguir lo primero es imprescindible que la actividad económica no sólo continúe en el nivel actual sino que se incremente a fin de lograr excedentes que puedan dedicarse a pagar tales deudas, el problema es que para generar más actividad es imprescindible tener acceso al crédito para poder financiar pertrechos y suministros y sostener el proceso hasta que se cobre lo que se elabore, y para cobrar es necesario que quien tiene que pagar pueda acceder al crédito.

Lo dijo hace unos días el Sr. Alfredo Sáez, continuó con la idea el Sr. José Manuel Campa: el crédito va a caer porque tiene que hacerlo a fin de evitar la formación de más deuda, lo que, vuelvo a insistir, está bien: es lo correcto: hay que ‘limpiar’ actividades que sólo viven de lo que les prestan, OK, pero es que ‘España fue bien’ gracias al megacrédito fácil y barato que todas las entidades financieras se dedicaron a dar a diestro y siniestros en los años del milagro, dinero que, por cierto, en mucha medida, dichas entidades financieras captaron ... a crédito. Repitámoslo: si en España no hubiese tenido todo el mundo acceso a todo el crédito que quiso, ‘España no hubiese ido bien’, nada bien, pero nada de nada; es decir, lo que hizo ir bien a España es lo que le ha llevado al desastre en el que España se halla (a España y a todos, y a todos por lo mismo, claro).

¿Dónde estamos?, en todas partes se han creado subescenarios que conforman un escenario único y postglobal que se sostiene sobre deuda, lo que, ya abiertamente se admite (de ahí las palabras del Sr. Campa), no puede seguir así porque se ha entrado en un proceso de refinanciación de la refinanciación que lleva a ninguna parte porque al final lo que queda es que muchísimas de esas deudas, pura y simplemente, no se pueden pagar: deudas: países, empresas, entidades financieras, familias, …: la deuda de los clubes de football españoles de Primera y Segunda División ascienden a casi el 350% de los ingresos de esos clubes.

La idea está clara: no se debe -ni se pude- continuar alimentando a un organismo que únicamente puede existir en base a lo que se le suministra porque es incapaz de generar lo suficiente para alimentarse él, y, encima debe mucho de lo que se le ha ido suministrando en el pasado. Bye, bye, crédito!; muy bien, pero eso tiene consecuencias, muchas, enormes, para todos, pero para alguien como España, aún más.

Si se consolida la idea de que se ha acabado el crédito en plan café-para-todos y únicamente aquellos proyectos con ojos y cara van a tener financiación: los que sean eficientes, productivos, útiles, se iniciará definitivamente la senda aquí ya comentada de ir por la optimización, pero entonces hay que olvidarse de a) una recuperación al viejo estilo: ir a más, b) reducir la tasa de desempleo de forma real: aumento de la tasa de actividad, reducción de la de desempleo y ocupación de un número creciente de personas ocho horas al día de forma continuada, c) disminuir los déficits -estatal, regionales, locales- por el lado del incremento de la recaudación: habrá que ir por el de la poda creciente de los gastos y la subida de impuestos y tasas medievales: medievales por ineludibles.

Es decir, si el crédito cae y se selecciona muy bien el que se dé, la actividad disminuirá, el desempleo aumentará, pero la economía se saneará, por lo que el riesgo de España irá a menos: el PIB que se genere será más sano, y lo que se obtenga de él, convenientemente asignado mediante acuerdos y compromisos, servirá para pagar lo que se debe a los álguienes importantes a los que se les debe, con alguna quita que se acuerde, ya, pero también convenientemente protocolizada de cara al futuro. Eso explica la caída de la prima de riesgo de España: llegados a la conclusión de que España no tiene que caer porque no es conveniente que caiga, y emprendido un camino de saneamiento (si lo quieren llamar ‘desapalancamiento’, pues vale) y de evitación de volver a las andadas, el peligro de que España haca ¡pum!, decrece, por lo que su riesgo -malo- se diluye y, encima, puede venderse como que ‘la confianza en España se está recuperando’.

Ya: lo que no se va a poder pagar: la empresa España, S.A. que hoy está pagando sus facturas y que se le va a cortar el crédito más de lo que se ha cortado y no va a pagar lo que debe; el Sr. Español que trabaja en esa empresa y que a duras penas estaba pagando lo que debía y que se va a ir al paro cuando su empresa baje la persiana; la repercusión de eso sobre la entidad que les creditició a ambos. De eso aún no se habla, no. ¿Se meterán en un container todos esas deudas que no se pueden pagar, se le echarán siete llaves y se dejará ‘del salón en un ángulo obscuro’?.

Lo que sí es cierto es que está cambiando el mensaje. A mediados del 2010 se asume que la situación no es revertible utilizando los métodos tradicionales: ese es el crash; ahora se admite que tenemos que hacernos más pequeños porque una parte de nuestro tamaño está basada en algo que no tiene existencia real: es la crisis, sí, pero, es la preparación de una cosa nueva: ser más pequeño para empezar a ser óptimo; con sus implicaciones, ya.

Eso ya es el nuevo modelo, pero las consecuencias aún ni se le han dibujado a la ‘opinión pública’; en España se hará a partir del 22 M, ya.

(El fin de lo que fue: ¿han visto lo que se ha firmado en Portugal, si?, pues extrapolen lo que se viene encima de España teniendo en cuenta que 1) el impacto de la deuda española en las finanzas internacionales es, en proporción, mayor que el que puede causar la portuguesa, y 2) que en España queda más para estrujar que en Portugal: el efecto limón: hay que asegurar que se reserva lo que haga falta para pagar lo que se debe: para intentar salva a quienes tienen la deuda, de entrada, todo: para quitar siempre hay tiempo. Si en algunas ocasiones tiene vigencia el refrán del corte de las barbas del vecino y del remojo de las propias, pienso que es en esta).

Santiago Niño-Becerra. Catedrático de Estructura Económica. Facultad de Economía IQS. Universidad Ramon Llull.

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