¿Juega Dios a los dados? Ian Stewart. Crítica. 624 páginas. El profesor Stewart nos lleva a una nueva concepción de la regularidad -la de la matemática del caos- que da sentido a la complejidad de la vida real: desde las inexplicables volteretas de un satélite de Saturno a los latidos de nuestro corazón, desde la previsión meteorológica al crecimiento de las poblaciones de insectos. 'Se trata -nos dice el autor- de un mundo nuevo, un nuevo tipo de matemática, un descubrimiento fundamental en la comprensión de las irregularidades de la naturaleza'. Conceptos como el de 'fractal' no sólo sirven para entender cómo se ha creado la cosmografía imaginaria de La guerra de las galaxias, sino que resultan hoy indispensables para 'captar la textura de la realidad'...
“La idea de que el estado del universo en un instante dado determina el estado en cualquier otro momento ha sido uno de los dogmas centrales de la ciencia desde los tiempos de Laplace. Eso implica que podemos predecir el futuro, al menos en principio. Sin embargo, en la práctica nuestra capacidad para predecir el futuro está severamente limitada por la complejidad de las ecuaciones, y por el hecho de que a menudo exhiben una propiedad denominada caos…”
“...Como sabrán bien todos los que han visto Parque Jurásico, esto significa que una pequeña perturbación en un lugar puede producir un gran cambio en otro. Una mariposa que bate sus alas puede hacer que llueva en Central Park, Nueva York. El problema es que eso no se puede repetir. La siguiente vez que una mariposa bata sus alas, una multitud de otras cosas serán diferentes, lo que también tendrá influencia sobre la meteorología. Por eso las predicciones meteorológicas son tan poco fiables…”
“...Aunque la mecánica cuántica lleva a la incertidumbre cuando tratamos de predecir la posición y la velocidad a un mismo tiempo, todavía nos permite predecir con certidumbre una combinación de posición y velocidad. Sin embargo, incluso este grado de certidumbre parece estar amenazado por desarrollos más recientes. El problema surge porque la gravedad puede torcer el espacio-tiempo tanto que puede haber regiones que no observamos…”
“...En 1915 Einstein presentó al mundo su revolucionaria Teoría General de la Relatividad en la cual espacio y tiempo dejaban de ser entidades separadas e independientes. Por el contrario, eran meramente diferentes direcciones de una única noción llamada espacio-tiempo. Esta noción espacio-tiempo no era uniforme sino deformada y curvada debido a su energía inherente. Para que se entienda mejor, imagínese que colocamos un peso (que hará las veces de estrella) sobre una lámina de goma. El peso (estrella) formará una depresión en la goma curvándose la zona alrededor del mismo en contraposición a la planicie anterior. Si hacemos rodar canicas sobre la lámina de goma, sus rastros serán espirales más que líneas rectas…”
http://ciencia.astroseti.org/hawking/dios.php
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Esta es la historia de la Bolsa actual, la que emana de la burbuja de los valores tecnológicos, que explotó en marzo de 2000, y a la que le siguieron prácticas de contabilidad creativa, como el increíble, pero caso cierto de Enron, para concluir en la Madre de todas las Crisis, de la que aún no hemos salido, pese al empeño de los bancos anglosajones, y los que no son anglosajones, que aún quedan en pie. Sí, muchos de los actores en los mercados juegan a los dados. Otros, a los dardos. Recordemos este último caso, el de los dardos, porque el día en que en Wall Street se realizó por primera vez un experimento que demostró que un mono podía batir las previsiones de los analistas bursátiles, a más de uno se le subieron los colores.
El experimento consistió en dar a un chimpancé un grupo de dardos y hacer que los lanzase sobre las páginas de valores del diario The Wall Street Journal. Una vez lanzados los dardos se formó una cartera con los valores señalados por el mono y, a continuación, se comparó su evolución con las carteras construidas por varios analistas bursátiles de prestigio. Los resultados fueron sorprendentes y muy poco halagadores para los especialistas, ya que la cartera del mono superó con creces la rentabilidad de la seleccionada por los expertos.
Así, cuando se comparó el comportamiento de la cartera del chimpancé con el de los fondos de inversión referenciados al mercado norteamericano, se comprobó que ésta había superado al 85% de los fondos y al comportamiento de los principales índices bursátiles norteamericanos. El experimento incorporó a la jerga financiera un nuevo concepto -la cartera del mono- que equivale a un grupo de valores seleccionados al azar. Para algunos, el experimento del chimpancé confirmó también una teoría conocida como random walker, que asegura que el comportamiento de los mercados es absolutamente aleatoria y no hay forma de predecirlo con garantías de éxito.
Entonces ¿a qué jugamos, a los dados o a los dardos? O ¿hacemos el mono?
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Moisés Romero
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