"A los que siguen la evolución de la Bolsa a través de las
televisiones, radios, periódicos u otros medios de comunicación, les
resulta muy difícil de comprender y entender el protagonismo de la
denominada Inteligencia Artificial en las Bolsas, que ha derivado en un
control, casi absoluto, de las máquinas en todo el proceso de inversión
de los mercados, desde el momento de decir comprar hasta el de
considerar vender, pasando por movimientos intermedios. La Bolsa, como
tal, ha muerto hace mucho tiempo. La Bolsa ha muerto, porque la mayoría
de los actores en los mercados son máquinas de última generación, bien
diseñadas y con pautas de velocidad operativas propias del rayo. La
Bolsa tradicional ha muerto, estimado director. Desde hace meses nos
encontramos con pruebas fehacientes que avalan este discurso. Por
ejemplo, el impacto de las noticias en los parqués, que provocan jaleos
fenomenales, pero sólo tienen un impacto de un par de horas. Grandes
noticias, por cierto, que en otras coyunturas habrían mantenido viva la
tendencia y expectativas de las acciones de la empresa protagonista
durante meses. Noticias, en fin, que ahora duran lo que quieren las
máquinas que duren. Es decir, lo suficiente para sacar una buena tajada y
a otra cosa mariposa. Al poder e influjo de las máquinas se une,
además, el poder de la ingeniería financiera, de los derivados, de las
famosas armas de destrucción masiva, de las que tanto se ha hablado,
pero nada se ha hecho por anularlas", me dice A. L., especulador en
Bolsa.
Escribe BRETT ARENDS en The Wall STreet Journal
que los hermanos gemelos Alexander y Thomas Hunter han estafado a
inversionistas desde que tienen 16 años, dice la Comisión de Bolsa y
Valores de Estados Unidos (SEC).
Cuando cumplieron 20 años ya habían acumulado más de US$3 millones de
inversionistas y promotores bursátiles gracias a una maniobra conocida
como "el robot seleccionador de acciones".
¿Qué se puede hacer con gente así? Fácil. ¡Darles un trabajo en Wall Street!
Las firmas de caza de talentos especializadas en grandes bancos y
fondos de inversión de Connecticut probablemente los están llamando
ahora mismo. recientemente, la SEC demandó a los dos hermanos
británicos. Según la querella, Alexander y Thomas Hunter ''empezaron a
la edad de 16 años… desarrollaron y elaboraron una elaborada estafa para
manipular los precios de acciones que se cotizan a menos de US$1 a
expensas de los inversionistas desprevenidos.´´
Los robots tienen más probabilidades de combatir el crimen que de elegir acciones ganadoras
Su engaño tenía dos vertientes según la SEC, y los hermanos cultivaban a
ambas. Por un lado, decían a los inversionistas que tenían un robot
seleccionador de acciones con un historial increíble de éxito a la hora
de elegir valores que subían de precio. Los gemelos vendieron
subscripciones a un boletín que enviaba las elecciones más recientes del
robot, en sus páginas web doublingstocks.com y daytradingronot.com.
Por otro lado, secretamente recaudaban fondos de los promotores de
acciones de menos de US$1 bajo la promesa de recomendar sus valores en
el boletín del "robot".
¿Qué clase de tonto se come el cuento de que existe un robot que elige
acciones ganadoras? Muchos más de los que uno pensaría. Según la SEC
cerca de 75.000 inversionistas, la mayoría de ellos en Estados Unidos,
entregaron en total al menos US$1,2 millones en suscripciones al
boletín.
Es fácil ser despectivo. ¿Los reguladores realmente ayudan a alguien al
atacar este tipo de estafas? Alguien que es tan tonto como para caer en
la triquiñuela del robot seleccionador de acciones probablemente
perderá su dinero de una forma u otra.
Pero antes de juzgar severamente a los inversionistas aquí va una
reflexión. El robot seleccionador de valores no es muy diferente de los
principales fondos de inversión y bancos de Wall Street.
´´Los acusados´´, afirma la SEC dijeron a los inversionistas que ´´el
robot era un programa de corretaje informático altamente sofisticado y
el resultado de un largo proceso de investigación y desarrollo´´.
Eso es exactamente lo que los gestores de patrimonio dicen a sus
clientes sobre el último algoritmo informático. De hecho, usan casi los
mismos términos para referirse a sus analistas. Ninguno de los dos
parece funcionar muy bien. A la mejor todos somos unos idiotas.
Los hermanos Hunter ganaron US$1,2 millones con las suscripciones y
US$1,9 millones con la venta de sus servicios de promoción de valores a
través de un negocio independiente, equitypromoter.com. Los
inversionistas que buscaban darle un impulso artificial a una acción en
su poder le pagaban a los Hunter para que, en el siguiente boletín, el
robot seleccionador de acciones anunciara que había elegido esa acción.
Los incautos se lanzaban a comprarla, elevando el precio lo suficiente
como para que los inversionistas vendieran y sacara jugosas ganancias.
En otro tipo de estafa, los hermanos supuestamente también especulaban
con algunas de las acciones que ellos elegían, quedándose con un poco de
dinero extra.
La SEC denomina esto como una estafa. La mayoría de la gente diría lo mismo.
¿Pero acaso Wall Street no hacia lo mismo? ¿Acaso no sigue haciéndolo?
Por una parte, los bancos de inversión promocionan y se jactan de su
habilidad para elegir acciones, cuyo historial deja mucho qué desear. Si
un simio que escoge acciones puede hacerlo mejor que muchos analistas,
¿por qué no puede hacerlo un robot?
Los bancos también reciben dinero de las empresas que quieren vender
sus acciones al público, y a menudo lo hacen a la vez que recomiendan
esos mismos valores a sus clientes. Claro, ahora colocan una
"advertencia" al final de la página, pero ¿eso de qué sirve?
Finalmente, además de todo lo anterior, los bancos tienen unidades que
invierten con dineros de la institución, muchas veces en contra del
mercado, lo cual incluye a sus propios clientes. Así que ¿es diferente a
lo que la SEC considera como una estafa?
Durante la burbuja financiera algunos bancos de Wall Street crearon
deliberadamente productos de inversión destinados al fracaso para
vendérselos sus clientes y luego apostar en contra de ellos. Eso no es
muy diferente que comprar el seguro de vida de una persona y acto
seguido envenenarla. La mayoría de los banqueros disfrutan de la vida en
los Hamptons y sin problemas con la ley.
Eric Bruce, el abogado de los hermanos Hunter, no pudo ser contactado.
Sin embargo, si Alexander y Thomas Hunter quieren un consejo, tendrían
que hacer lo que hacen todos los grandes bancos y comenzar a escribir
cheques a los congresistas. Parece funcionar para todos los demás.
lacartadelabolsa
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