Hay un hecho que está pasando actualmente desapercibido por el conjunto de los inversores, más preocupados por factores como la desaceleración económica global, o la caída de los precios del petróleo. Este es la fuerte subida de los activos corporativos tóxicos en EE.UU.
Según los últimos datos publicados por S&P Capital IQ, la “deuda corporativa en dificultades” se disparó en el mes de febrero un 15% hasta totalizar 327.800 millones de dólares. El número de compañías estadounidenses con “deuda en dificultades” aumentó en febrero un 128% respecto al año pasado.
Como veremos en los gráficos posteriores, la última vez que este tipo de “deuda mala” alcanzó los niveles actuales fue en noviembre de 2008, y la última vez que se disparó el número de emisores en dificultades fue en octubre de 2008; Lehman había declarado la bancarrota en Septiembre.
Estos bonos en problemas tienen al menos una rentabilidad de 10 puntos porcentuales superior a la de las notas del tesoro estadounidense. El ratio de estrés de S&P para los bonos basura se elevó a 33,9 en febrero desde los 29,6 en enero. Ha superado niveles de estrés alcanzados en la crisis financiera de 2008-2009.
El ratio de estrés mide el riesgo que se está cotizado en los precios de los bonos, y unas lecturas crecientes históricamente son precursores de más incumplimientos.
Lo más preocupante de este hecho, afirma Wolf Richter, es que esta tensión en los bonos corporativos no se está produciendo únicamente en sectores como el de materias primas o energético muy penalizados por las caídas de los productos básicos. De hecho los datos señalan que el 28% de las últimas emisiones de “bonos en dificultades” estaban relacionadas con el sector del petróleo y el gas, el 13% con el sector de minería, mientras que el 59% se distribuía en un amplio espectro.
En suma, la evolución de los bonos corporativos en dificultades nos muestra que hay una tensión creciente de impago lo que históricamente ha llevado a altas tasas de defaults. Si se cumple este escenario, a la renta variable estadounidense –lo mismo podríamos decir de la europea y de las principales asiáticas-, tendrían aún un importante recorrido a la baja. Aconsejaría estar muy atento a este dato que prácticamente está pasando desapercibido por los inversores.
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