‘Lo que no puede ser, no puede ser y además es imposible’ (¿Quién dijo eso?). La Comisión Europea (CE) ha vuelto a decir sobre España lo que ya se sabe, ha vuelto a describir lo que ya es conocido, y ha vuelto a argumentar lo trillado. (Aquí y vayan mirando:) Y ha repetido lo dicho y recomendará lo de siempre. Y seguimos dando vueltas como en el baile de las sillas sin querer decir que faltan sillas: ‘sillas’: plural, no una silla.
España ha crecido, vale, pero ¿cómo demonios ha crecido España? ¿en qué se ha basado ese crecimiento? ¿qué le ha favorecido (no, no me refiero al petróleo barato, sino a cosas como la inestabilidad de ciertos países que han empujado a turismo hacia España), impulsado, aupado?. De esto ni pío.
España ha creado empleo, sí, pero ¿qué tipo de empleo? ¿con qué nivel de remuneraciones? ¿qué hace ese empleo? ¿cuánto valor genera? Y también: en España ha descendido el paro, pero, ¿por qué el desempleo ha caído? ¿en cuánto ha influido la caída de la población activa en la disminución de la población activa?. De esto otro, nada de nada.
España tiene un déficit muy elevado que debe ser reducido, y una deuda pública enorme (y una exterior tremebunda, aunque en eso no se mete). Y debe bajar el uno y la otra porque se comprometió a ello. De esto sí, pero obviedades.
Y apunta modos y maneras: las regiones tienen déficit excesivo, el mercado de trabajo tiene que remodelarse, el gasto público tiene que recortarse.
Hasta aquí lo que la CE dice, pero es mucho más lo que no dice.
La CE tiene mucha culpa de donde España está. Mucha. Durante los años del ‘España va bien’ y del ‘España va más que bien’ ni un solo comentario sobre los horrendos desequilibrios que se estaban generando en España, sobre los aumentos absurdos de la deuda privada; y cuando la deuda pública comenzó a crecer como la espuma tras el 2008, ni mención hasta que llegó al 95% del PIB (¿será porque el negocio de la deuda está en los intereses y España los paga puntualmente?).
La CE dice cosas, pero no dice lo obvio: España es un país pobre y desequilibrado en el que unas zonas tienen bastantes posibilidades, otras tienen algunas, y el resto no tiene ninguna; que España jamás va a poder pagar todo lo que debe; que la tasa de exclusión social es la mayor de la UEM; que no hay demanda de trabajo para toda la oferta de trabajo existente y que no la habrá por muchas ‘vueltas de tuerca’ que se de a la Reformas Laborales del 2010 y del 2012; que la economía española es superdependiente; que se han desperdiciado muchos de los fondos europeos –que ella misma le dio para comprar su voto a la ampliación del Europa hacia el Este– en, por ejemplo, AVEs cuya inversión jamás se recuperará, y en palacios de las ciencias, de la cultura, de las luces, de congresos y de deportes que son inmantenibles.
La CE lo que quiere es muy sencillo: que España, que los PIGS –la otra ‘I’ de momento va tirando con la inversión que atrae gracias a sus bajos impuestos–, sigan pagando los intereses de la deuda que tienen; que no distraigan ni un céntimo en cosas que pongan en peligro tal pago, lo que se disfraza de la reducción del déficit; y que el Gobierno que tenga España, sea del color que sea, que a la CE le importa un bledo, haga lo que le digan para que pase lo que tiene que pasar. Y que en el interior, que ese Gobierno venda la moto, que para eso fue elegido en democracia, y si no hay manera, que pacten quienes tengan que pactar y que hagan ver a la ciudadanía que da lo mismo quien gobierne porque hay que hacer lo que hay que hacer y lo que la gente quiera, pues si, pero ‘Lo que no puede ser, no puede ser y además es imposible’.
Santiago Niño-Becerra. Catedrático de Estructura Económica. IQS School of Management. Universidad Ramon Llull.
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