En muchas ocasiones me preguntan si es
mejor invertir en un fondo de inversión o realizar una gestión propia.
Básicamente la elección entre una gestión institucional o particular.
No hay una única respuesta. Dependerá
del conocimiento y la dedicación de los inversores particulares y de los
profesionales. En el mercado hay varios indicadores que utilizan el
comportamiento del “dinero inteligente” (inversores institucionales) y
el “dinero tonto” (inversores particulares) para intentar anticipar los
movimientos del precio de los activos. La teoría dice que cuando el
dinero tonto vende y compra el dinero inteligente los mercados están
cerca de girarse al alza, y viceversa. Estos indicadores presuponen que
la gestión de los inversores particulares es menos eficiente que la de
los profesionales. Sin embargo, muchos estudios avalan que esto no es
así.
El promedio de los inversores particulares con una gestión
pasiva, toma de posiciones y mantenimiento en el largo plazo, tiene
mejores resultados que aquellos profesionales con una gestión activa
(cambio continuo de las posiciones según momento de mercado). No estoy
de acuerdo con la definición de “dinero inteligente” y “dinero tonto”.
No se corresponde con los datos históricos.
¿Pero cuáles son las principales diferencias entre la actuación de
estos dos tipos de inversores? Ben Carlson de Wealth of Common Sense las
enumera:
El proceso de toma de decisiones: La mayor
diferencia entre los inversores institucionales e individuales es el
hecho de que las instituciones son supervisadas por comités. Los
profesionales rinden cuentas a un consejo de administración y a un
comité de inversiones. Esta dinámica de grupo puede ser muy difícil de
manejar cuando compiten intereses, personalidades e ideas. La
comunicación, la aplicación del plan adecuado de inversiones, y el
establecimiento de expectativas correctas, son muy importantes en este
contexto. Los inversores particulares no tienen que preocuparse por las
decisiones de un comité de inversiones (ventaja para los particulares
obviamente).
Recursos y el acceso: Las instituciones pueden
emplear a profesionales financieros para supervisar casi todos los
aspectos de la gestión del día a día de sus carteras. Utilizan
trabajadores de la propia empresa o subcontratan a expertos, que
proporcionan una amplia variedad de servicios.
Los inversores particulares trabajan por cuenta propia. Internet ha
nivelado el campo de juego un tanto en términos de investigación,
disponibilidad de datos y análisis de mercados.
Impuestos: Los fondos de pensiones, fundaciones y
otras organizaciones no lucrativas no pagan impuestos. Esta es una gran
ventaja para estos fondos. El problema es que muchos de estos fondos ven
esto como una luz verde para cambiar constantemente su posición de
inversión, lo que tiene sus propios costes.
Los inversores particulares se ven dañados por la carga impositiva.
La evaluación comparativa: Los inversores
institucionales están muy orientados a sus índices de referencia. Pasan
demasiado tiempo preocupados por como lo están haciendo sus comparables.
Obviamente los inversores tienen que controlar su rendimiento, pero
muchos de estos fondos llevan esta preocupación demasiado lejos y
olvidan el objetivo principal que es hacer rentable el capital.
Los inversores particulares no tienen este problema.
Tasas: Debido a su tamaño, los inversores
institucionales gozan de economías de escala, con lo que reducen los
costes de gestión. Los ETFs y la mejora tecnológica han equilibrado esta
desventaja para los particulares.
Disponibilidad de producto: Hay algunas estructuras
de inversión y productos cuya complejidad impiden a los particulares
acceder a ellos. Esto no siempre es una ventaja, pues no se ha
demostrado que estos complicados productos sean más rentables que los
más sencillos.
Aunque los institucionales tienen muchas ventajas sobre los pequeños,
a menudo desperdician estas oportunidades por tomar posturas de
inversión complejas, o por tener pensamiento de corto plazo.
Los inversores particulares tienen muchas ventajas sobre los profesionales:
- Tienen capacidad de pensar y actuar para el largo plazo, sin
presión de resultados cortoplacistas o de dar cuentas a comités o
inversores.
- No corren el riesgo de dañar sus carreras profesionales.
- Se preocupan exclusivamente sobre su situación personal e ignoran distracciones externas.
- No hay nadie que les juzgará su forma de invertir, ni nadie a quien impresionar.
- No tienen que preocuparse por vencer a sus compañeros ni al mercado.
fuente: http://lacartadelabolsa.com/leer/articulo/inversores_particulares_vs_inversores_profesionales
fuente: http://lacartadelabolsa.com/leer/articulo/inversores_particulares_vs_inversores_profesionales
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