jueves, 8 de octubre de 2015

¿Crecimiento infinito, crecimiento imposible?

El Dr. Paul Krugman publicó en la Pág. 19 de El País Negocios del 13.09.2015 un texto de título "La economía japonesa, paralizada por precaución" que me ha hecho reflexionar.
Desde que la humanidad se convirtió en agricultora y se sedentarizó hace 8.000 años el objetivo siempre ha sido ir-a-más. Un concepto, el ir-a-más ultralimitado y ultradifuso hasta la década de 1950, pero que, de alguna manera, siempre estuvo ahí aunque constreñido a muy escasas figuras: la Ruta de la Seda, las Cruzadas, las Compañías de Comercio, los talleres manufactureros, ... Un concepto que tras la II GM se torna posible para un elevado porcentaje de la población.


De tal modo que en los últimos 60 años se ha interiorizado que siempre había que ir-a-más porque era factible y porque era imposible no lograrlo. La pregunta es: ¿es posible un crecimiento tendencialmente infinito? Pienso que con una masa demográfica creciente, circunscribiendo el escenario de actuación al planeta Tierra y en un entorno desregulado la respuesta es negativa. ¿Por qué?
El crecimiento habido en estos 60 años ha estado basado, crecientemente, en el consumo-de-todo. (Recuerden que la compra de una vivienda se considera inversión en base a un convencionalismo, y que un equipo industrial se va consumiendo un poco cada segundo que se utiliza para producir). Consumo que para que se materialice precisa de dos elementos: capacidad de fabricación y capacidad de pago. Y crecimiento que acarrea costes, a pesar de que tales costes han empezado a ser contemplados en época muy reciente.
El proceso es conocido y no vamos a repetirlo, pero vamos a fijarnos es un aspecto que prácticamente nunca se aborda: el desaprovechamiento de lo que se adquiere -aunque sea a base de deuda- y el no aprovechamiento de todo aquello que se utiliza para producir -páguese como se pague y aunque no se pague-.
Ese maravilloso crecimiento en que nos hemos embarcado en estos 60 años ha estado apalancado en un consumo que ni de lejos agotaba lo comprado ni remotamente utilizaba totalmente lo empleado en elaborar lo consumido.
¿Quieren denominarlo 'desperdicio'? Bien, pero este término puede inducir a error. No es que se tire nada, al menos no conscientemente, es que se deja a un lado antes de haber exprimido sus capacidades o tan sólo se usa parcialmente y sin emplear todas sus posibilidades. Es decir, se consume una parte, en ocasiones muy reducida, de los elementos usados en la fabricación y se tira a la basura o se abandona una parte equivalente. Con la energía aún es más exagerado: ¿qué parte del poder energético de un Kw es utilizada para generar calor o movimiento?.
Y si ahora se introduce la deuda: se pagará mañana por lo consumido hoy una cantidad que se refinanciará durante el tiempo necesario y que se materializará en un valor denominado 'dinero' cuya cantidad guarda relación con la deuda pero no con el valor real de lo que en el momento vale el bien que se está consumiendo o que ya se ha consumido, lo que sale es que tenemos un problema gordísimo con eso que la humanidad lleva interiorizado desde hace milenios: el ir-a-más.
La pregunta, entonces, ya no es cuanto es posible crecer o durante cuánto tiempo es posible crecer, sino si es posible continuar 'creciendo' al ritmo y según el modo que se ha crecido.
Y, pienso, la respuesta es negativa.
Santiago Niño-Becerra. Catedrático de Estructura Económica. IQS School of Management. Universidad Ramon Llull.

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