A fin de recordárselo, le remití a un lector un texto recién publicado: sobre la insostenibilidad de las pensiones en lacartadelabolsa
Me respondió:
“Mi opinión: el que no se cumplan las premisas que hicieron posible el moderno sistema de pensiones no quiere decir que el sistema no sea sostenible. El factor demográfico puede pertenecer al pasado si hay voluntad, ya que la pregunta del futuro podría no ser cuántos cotizantes necesita un pensionista, sino cuántos robots. El problema no es el sistema de pensiones, sino el sistema. Si hay voluntad de reparto, aunque sea para mantener el consumo, el sistema se mantendrá. Si no lo hace, igual es el sistema el que no sale de la crisis permanente en que está sumido en este momento porque ¿para qué producir si no hay consumidores?”
Y le contesté:
“En los 90, en Francia, se pensó en implantar la cotización de los robots; evidentemente no prosperó.
La evolución del sistema, pienso, es la renta básica, y eso, pienso, sustituirá a todo subsidio, prestación y pensión ahora existente. Quienes puedan continuar trabajando, quienes tengan un patrimonio, tendrán un complemento, quienes no …”
Y me dijo:
“Pero eso no quiere decir que el sistema no sea sostenible, sino que no interesa que sea sostenible. No se trata de que los robots coticen, en sentido estricto, sino entender que siempre que ha habido avances tecnológicos (los obreros destruían las máquinas en la revolución industrial) eso ha supuesto a medio plazo reducción de la jornada de trabajo y mejoras sociales, principalmente porque alguien tenía que consumir lo que se producía. No imagino un mundo con producción solo para ricos y menos en un mundo globalizado. Los menos ricos querrán producir de un modo menos selectivo para ganar más, etcétera”.
Y le respondí:
“Pero nunca jamás en la Historia las posibilidades de la tecnología han sido las que son ahora, y lo que viene. La necesidad de factor trabajo se va a hundir, y por ello su demanda; lo que llevará a la caída de los salarios y de las cotizaciones y de ahí la de las pensiones. Piensa sólo en que los jóvenes que ahora tienen 20 años tendrán que pagar nuestras pensiones; ¿cuántos trabajan?, ¿qué tipo de contratos tienen?, ¿con qué salarios son remunerados?.
No, los bienes no serán sólo para ricos: los bienes ‘de consumo necesario’ serán vendidos a un precio asequible para la renta básica, precio que corresponderá a unos costes muy reducidos conseguidos gracias a la enorme productividad con que se fabricará.
Están los planes de pensiones, pero la rentabilidad de los planes de pensiones no ha sido financiera, sino fiscal: el 90% de sus aportaciones se hacían en Diciembre: cuando los que podían hacían su simulación del IRPF del año siguiente: un 15% de desgravación estaba muy bien. De ahí se deduce que los planes de pensiones, aunque se publicitaban para todos, eran para pocos”.
Y me respondió:
“Si miro hacia atrás ha habido momentos en la historia parecidos o peores. Y no solo aquí. Solo hay que revisar "Las uvas de la ira". Sigo sin ver lo de un capitalismo sin consumidores o consumidores pobres”.
Y le contesté:
“La década de 1930 no tiene nada que ver con la del 2010. Por infinitas razones, pero sobre todo porque entonces las expectativas eran absolutamente crecientes en todos los órdenes porque muchísimas cosas estaban por hacer, pero sobre todo porque para generar el máximo PIB que fuese posible hacía falta factor trabajo, y ahora las expectativas son enormes en muy escasísimos campos y para generar el PIB que haga falta cada vez es preciso menos factor trabajo.
En los años 30 se pretendía ocupar a todo el mundo para que, por ejemplo, todo el mundo tuviese un automóvil. Hoy se pretende disponer de los mejores 50 cerebros y del capital necesario para secuenciar una proteína del maíz que le haga resistir sequías tremendas y rebaje su coste de producción el 15% (maíz que será plantado y cosechado por maquinas robotizadas diseñadas por 20 cerebros y ensambladas por robots).
El capitalismo, de momento, pervivirá porque lo harán sus principios: propiedad privada de los medios de producción, existencia de trabajo asalariado, protección jurídica del derecho de propiedad, … pero no tendrá nada que ver con el capitalismo de los 1960s, al igual que este en nada se parecía al de 1860s. En el capitalismo de 1960s el consumo era esencial, en el de hoy no, al igual que no lo era en el de 1860s, pero en ese la inversión era la que tenía que ser para hacer lo que se quería: bastante limitada, y en el de hoy es necesario que sea enorme y masiva.
Hoy, en muchos los lugares, las expectativas están por los suelos, situación idónea para montar una tangana como en el pasado, pero el capitalismo aprendió y por eso puso en marcha el modelo de protección social, y por eso los recortes no han acabado con todo: ‘el pueblo’ tiene que percibir que algo tiene que perder si se porta mal, y por ello, pienso, se va a poner en marcha la renta básica.
Si repasas los últimos 200 años, primero se reivindicó un salario suficiente y la reducción de la jornada laboral; después vacaciones y derechos sindicales; pero después pasó a pedirse el mantenimiento de los puestos de trabajo; y después se montaban manifestaciones para evitar los desahucios; y dentro de poco se luchará por una renta básica. Es la deconstrucción de un sistema”.
De momento aquí estamos.
Santiago Niño-Becerra. Catedrático de Estructura Económica. IQS School of Management. Universidad Ramon Llull.
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