El caso Gowex no destapó únicamente un fraude empresarial reconocido por su propio presidente, también desvelo la agresiva estrategia de algunos inversores que se posicionan cortos en títulos que consideran sobrevalorados, para después publicar duros informes destapando esta sobrevaloración. Provocan de alguna manera esta caída de la cual luego se benefician. En el caso de Gowex la denuncia fue acertada, pero no siempre estos inversores y especuladores tienen tan buen tino. En otras ocasiones, las más, estos informes tremendistas minusvaloran injustificadamente la actividad de las compañías objetivo. Sacan unas conclusiones que les viene bien para sus posiciones cortas, pero que están alejadas de la realidad de la empresa.
El posicionamiento corto, vender primero unos títulos prestados con la esperanza que bajen y poder recomprarlos más baratos, ha sido un tema muy discutido en el pasado. Algunos intervinientes consideran que no es ético apostar en contra de una compañía y beneficiarse de su fracaso empresarial. Otros sin embargo consideran que es una parte sustancial de la operativa diaria, ya que otorgan liquidez al sistema, y no se restringe la libertad operativa de los inversores.
Sea como fuere lo cierto es que las posiciones cortas en un valor o en un selectivo es un indicador muy seguido para intentar anticipar la tendencia de ese subyacente. Y es en esto en lo que queremos profundizar hoy.
Según los últimos datos publicados la proporción de acciones destinada a la venta a corto está en su nivel más bajo desde antes de la crisis financiera. El préstamo de valores en EE.UU., Reino Unido y el resto de mercados europeos, se ha situado al menor nivel desde los años previos a la quiebra de Lehman Brothers, según los datos recopilados por Financial Time y Markit.
Este dato lo que sugiere es que a pesar de las advertencias de los analistas e inversores de una fuerte sobrevaloración del mercado, los fondos de cobertura o los especuladores profesionales no se están posicionando en contra de esas subidas. Creen que el mercado de valores aún puede subir bastante más.
Los cortos en el S&P 500 representan ahora el 2% del total de acciones del índice, el nivel más bajo desde que Markit empezó a recopilar los datos en 2006. En el Stoxx 600 este posicionamiento corto es algo superior al 2%. En el FTSE del Reino Unido no llega ni al 1%. Estas cifras hay que compararlas con los años anteriores a la crisis de crédito, donde el posicionamiento corto en EE.UU. alcanzaba un máximo del 5,5%.
El hecho de que estos especuladores profesionales o hedge funds no se estén posicionando corto no significa que den por buenas las actuales valoraciones. David Einhorn de Greenlight Capital, uno de los mayores inversores en este tipo de operativa, afirmaba recientemente que las acciones de las empresas tecnológicas habían llegado a valoraciones cercanas a las de burbuja, pero se quejaba de la dificultad de hacer apuestas en contra de ellas ante el alto nivel de publicidad que las rodea.
“Es peligroso ponerse cortos en las acciones que se han desconectado de los métodos tradicionales de valoración”, afirmaba Einhorn en una nota a clientes.
Otra razón para esta ausencia de posiciones cortas es el desánimo de muchos fondos de cobertura que han sufrido fuertes pérdidas ante este sólido mercado alcista multianual.
Estos datos sugieren que esta vez son los inversores bajistas los cautelosos. Creen que las acciones pueden seguir subiendo bastante más y eso es preocupante. Cuando tanto los alcistas como los bajistas son unánimes en su optimismo, es el momento ideal para que el mercado les quite la razón y empiece a caer.
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