Hoy me gustaría retomar uno de los factores que a mi juicio tendrán más
importancia en el mundo financiero y empresarial a nivel mundial en los
próximos años: La independencia energética de EE.UU.
Hace unos meses les señalaba sobre este tema que la nueva tecnología de
fracturación hidráulica está permitiendo la liberación de enormes
bolsas de gas natural y petróleo en EE.UU., lo que tendrá importantes
efectos directos sobre la economía global.
En 2016 se espera que EE.UU. bombee unos 10 millones de barriles de
petróleo al día, cantidad similar a la producida por Rusia y Arabia
Saudita. La AIE (Administración de Información Energética de EE.UU.)
cree que los EE.UU. se convertirán en un exportador neto de gas natural
en 2018.
Recientemente EE.UU. comunicó que aprobaría la exportación de petróleo
no refinado por primera vez en cuatro décadas. Las distintas crisis
petrolíferas en el pasado provocaron que EE.UU. impusiera la prohibición
de exportaciones de petróleo no refinado salvo autorización expresa. El
temor a un posible desabastecimiento como el producido en el embargo de
los países árabes, estaba detrás de esa prohibición. Pero ahora eso ha
cambiado. EE.UU. tiene petróleo abundante y barato, y está dispuesto a
exportarlo al resto del mundo.
Las consecuencias de este hecho son múltiples:
- Desde un punto de vista financiero, EE.UU. reducirá de forma
importante su déficit exterior. Este déficit, financiado por el resto
del mundo, provocaba que el nivel de endeudamiento del país fuera muy
elevado. En caso de reducirse sensiblemente, el nivel de deuda de EE.UU.
caería de forma importante, lo que presionaría los tipos de interés a
largo a la baja. Bueno para los mercados de renta variable y renta fija a
nivel mundial, y para el dólar.
- Otra consecuencia financiera es que los precios del petróleo se verán
presionados a la baja. Si EE.UU. exportara petróleo el poder de
fijación de precios por parte de la OPEP se reduciría considerablemente.
Los precios del crudo podrían caer por debajo de los 90$ barril, lo que
sería un gran alivio para las economías con mayor déficit energético
como la española. Bueno también para el consumo particular a nivel
mundial, así como para las tasas de ahorro.
- Desde el punto de vista microeconómico, un precio del petróleo más
barato provocaría un incremento de márgenes operativos, lo que
repercutiría en el beneficio de la empresa, y en el mercado laboral
(mayores salarios, más contrataciones). Estos factores serían expansivos
económicamente, y no sólo para EE.UU., sino para el resto del mundo.
- Otro factor positivo desde el lado micro es el beneficio que tendrían
las empresas europeas de las exportaciones de crudo de EE.UU. Es
probable que en este escenario el diferencial entre el precio del
petróleo West Texas de EE.UU. y el brent europeo se ajuste a la baja.
Esto sería muy positivo para las compañías europeas, ahora con una clara
desventaja frente a sus homólogas estadounidenses.
- Desde un punto de vista geopolítico, la dependencia energética de
EE.UU. provocaría menor necesidad de conflictos en Oriente Medio,
reduciéndose también el gasto militar asociado. Malo para la industria
armamentística del país, pero bueno para su déficit presupuestario. La
no intervención de EE.UU. en conflictos locales, como el que está
sucediendo actualmente en Irak, tiene el riesgo de que éstos se
incrementaran notablemente.
Pero también hay repercusiones negativas, entre otras una menor
urgencia para incentivar las energías alternativas dado que el petróleo
se ha vuelto abundante y relativamente barato.
lacartadelabolsa
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