Recuerden todo lo que aquí últimamente hemos comentado sobre el tema, ¿ya?, pues vamos allá.
Puede decirse en arameo, escribirse en caracteres cuneiformes, y en un soporte azul pastel, pero la única realidad en relación a las pensiones de jubilación es muy simple: ni hay fondos para pagar las pensiones a los actuales pensionistas según los compromisos con ellos adquiridos, ni va a haberlos en el futuro.
No hay dinero ni va a haberlo (al menos no va a haberlo para eso), y tampoco se quieren aumentar los ingresos vía impuestos o aumentos de cotizaciones para obtenerlo, luego la cosa está diáfana: hay que reducir los compromisos en pensiones, pero tiene que hacerse a través de un instrumento aséptico, de un mecanismo técnico, que deje al margen colores políticos a fin de que no pueda ser atacado desde la óptica de los planteamientos ideológicos. Además debe tener fundamentos lógicos, de forma que la parte de imposición, de aceptación forzosa, pase a un segundo plano. Y debe tener un componente de coerción exterior a fin de desvincularla de rostros de políticos conocidos. Ese instrumento, ese mecanismo, es un coeficiente: el factor de sostenibilidad de las pensiones. (Sugerencia lean el texto que El País del 26.05.2013 publica en su Pág. 36).
Veamos. Según lo adelantado se contempla la posibilidad de vincular la actualización de las actuales pensiones a la evolución de los ingresos para el pago de pensiones y del propio gasto en pensiones. Vayamos más allá.
Los ingresos para el pago de pensiones son función de la evolución del PIB, de la evolución de la ocupación, y de la evolución de la actividad económica. ¿Qué puede esperarse / qué se está previendo para los próximos años?, crecimientos negativos del PIB o, en el mejor de los casos, crecimientos anémicos, que, sobre todo en el caso español vendrá acompañado / supondrá niveles de desempleo estructural muy elevado, con caídas en los volúmenes de cotización, tanto por el lado de los trabajadores como el de las empresas al producirse la volatilización de una parte de la actividad económica (el 30% en España, según el IFO) que, pienso no va a volver porque se generó a base de endeudamiento.
Pero el gasto en pensiones es, a su vez, función de dos variables: del número de pensionistas que perciben una pensión y del importe de las pensiones medias percibidas por cada intervalo. El número de pensionistas dependerá mucho de la evolución de la esperanza de vida (que en absoluto afecta sólo a los futuros jubilados), esperanza de vida que se ha supuesto creciente y que yo pienso será decreciente a medida que vayan cayendo / encareciéndose las coberturas y las prestaciones del modelo sanitario.
Los pensionistas actuales vivirán menos, luego percibirán durante menos tiempo una pensión. Eso podría servir para compensar en parte la caída de la recaudación, pero España tiene y va a seguir teniendo un compromiso existencial: pagar los intereses de una deuda pública creciente, luego la caída de la esperanza de vida de los pensionistas servirá para liberar fondos. Problema: es un procedimiento lento, para ello deberá combinarse con otro proceder: la reducción del importe de las pensiones.
Al empobrecerse los pensionistas (la mayoría: algunos cuentan con fondos de pensiones privados multimillonarios, porque se los han ganado) su esperanza de vida aún será menor al combinarse con un modelo sanitario más paupérrimo; ello permitirá reducir las cotizaciones sociales a empresas (a algunas: a las que ya sean más competitivas) a fin de que aumenten su competitividad. (¿Cuánto se reducirán las pensiones: de media, en la pensión media, se habla de caídas del 40% (y da igual que sea el 38% o el 42%), que sería de menos en las mínimas y mucho más en las más altas; independientemente de lo cotizado, claro: recuerden: lo que Uds. cotizan hoy no es pata pagar su pensión, sino para pagar las de quienes ahora las están percibiendo).
Las pensiones, recuérdenlo, cada vez son menos necesarias para el modelo, por ello puede suponerse que en el nuevo tendrán una importancia muy baja; y como el pensionista es un colectivo con escaso poder, pueden esperarse escasas repercusiones.
A destacar: ni siquiera se ha apuntado la posibilidad de utilizar el IPC new para vincular a él las pensiones, un IPC desindexado de energía, alimentos perecederos y de las subidas impositivas ‘que se decidan’. Ni siquiera eso: ¡cómo estará el patio que deben aplicarse tijeras y más tijeras!.
A destacar también. En un principio se había hablado de aplicar cambios en este sentido en el 2032, pero ahora se habla del 2019 e incluso del 2014. Es la posición imposible, la mala y la malísima. De nuevo: ¡cómo estará el patio que deben aplicarse tijeras y más tijeras!.
Grávenselo: ni hoy hay fondos para pagar las actuales pensiones según lo acordado, ni va a haberlos para pagarlas mañana. Lo que es nauseabundo es que durante años se haya estado negando eso tanto por políticos de todos los colores como por expertos de todas las variedades; y asquea que a quienes lo dijéramos se nos haya tachado de pesimistas o, incluso más allá, de terroristas.
¿La ciudadanía?, ha estado mirando para otro lado: ‘Unos me dicen cosas feas, otros no; me interesa las cosas no-feas, luego ni quito ni pongo y ya llegará’. Bueno, pues ya ha llegado.
(Por cierto, ¿pensamos perversamente?. Primero se incentiva la prejubilación y se es generoso con las jubilaciones anticipadas a fin de que no crezca más la tasa de desempleo y para que personas ya cansadas de bregar toda su vida laboral puedan dejarlo sin entrar en un mundo estrecheces superestrechas. Luego se dice que el sistema de pensiones es insostenible. Para después reducir las pensiones: los importes de todas las pensiones. Caso de ser cierto sería de manual).
Santiago Niño-Becerra. Catedrático de Estructura Económica. IQS School of Management. Universidad Ramon Llull.
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