Pocas burbujas financieras han sido tan asombrosas e irracionales como 
la fiebre por los Tulipanes de mediados del siglo XVII. El historiador 
Anne Goldgar en 2007 escribió un estudio sobre esta burbuja titulado 
“Tulipanmanía”. Rob Wile de Business Insider escoge varios pasajes de 
este libro para mostrar en unas pinceladas como fue una de las mayores 
burbujas de la historia. Veamos:
 Hace 376 años el gobierno holandés se reunió para resolver un problema 
acuciante: su sector del tulipán se desmoronaba. Aunque ahora esto suena
 absurdo, en la época era uno de los sectores económicos más 
importantes. Posteriormente fue despreciado, como muestra los escritos 
de un contemporáneo en 1648: “No sé qué clase de espíritu maligno nos ha
 engañado desde el infierno. Nuestros descendientes, sin duda, se reirán
 de la locura humana de nuestra época: la locura  por las flores de 
tulipán”.
 Los tulipanes holandeses fueron el primer activo especulativo del mundo
 moderno. Sufrieron una explosión alcista y una caída en vertical.
 Todo se inició cuando un embajador de la corte de Solimán el Magnífico 
se dio cuenta de esta flor nativa de Asia Central. A finales del año 
1.500, decidió enviársela a un amigo botánico en Leiden, Clusius. Pero 
el comercio de objetivos exóticos ya era conocido en Europa cuando 
irrumpió el tulipán en el mercado. El propio Clusius pedía a sus amigos 
marinos mercantes que recogieran extraños peces para él en sus viajes, y
 que intercambiaran plantas raras por medallas o inusuales objetos 
hechos por el hombre.
 La bolsa de Ámsterdam abrió sus puertas en 1602. El comercio del grano 
del Báltico, el cual había ayudado a la creación de la Compañía 
Holandesas de las Indias Orientales, había estado operando como un 
mercado informal de futuros durante décadas.
 Los tulipanes eran un buen producto para comerciar. No sólo eran 
hermosos, sino que también había un montón de variedades para ser 
analizadas y clasificadas. Iba más allá de la estética.
 En la década de 1630, estaban abiertas muchas casas de bolsa que 
operaban con tulipanes. El comercio resultó irresistible. Sin embargo, 
Goldar argumenta que el círculo involucrado en la compra y venta de 
tulipanes siguió siendo muy limitado. En su mayoría se componía de 
comerciantes y artesanos cualificados. A menudo eran todos parientes. 
Pero incluso si el comercio real era limitado, la Tulipanmanía pronto se
 convirtió en la comidilla nacional.
 Los vecinos hablaban con los vecinos de tal o cual variedad, los 
colegas con los colegas, los comerciantes, libreros, panaderos, y 
médicos aconsejaban la compra a sus clientes. Se apoderó de todo el 
mundo esta nueva fascinación y se cautivaron por una visión repentina de
 rápido beneficio.
 En 1637 los precios alcanzaron un punto crítico. Un bulbo de tulipán 
pasó de valer 125 florines el 31 de diciembre de 1636, a 1.500 florines 
el 3 de febrero de 1637. El punto culminante de la Tulipanmanía fue la 
legendaria subasta que tuvo lugar en la ciudad de Alkmaar el 5 de 
febrero de ese año. El evento fue diseñado para recaudar fondos para los
 niños huérfanos. De acuerdo con un folleto impreso, una variedad 
Viceroy de tulipanes fue vendida por 4.203 florines y una variedad 
Admirael Van Enchuysen por 5.200 florines.
 No se sabe muy bien lo que inició la ola de ventas. Muchas fuentes 
señalan que se produjo por un acuerdo que salió mal en Haarlem. Otros 
dicen que los compradores finalmente se dieron cuenta de los precios 
estratosféricos que habían alcanzado los tulipanes. El colapso también 
coincidió con una plaga menor que se extendió por el país.
 Goldgar afirma que no hay evidencia que sugiera que la oferta comenzó a
 superar a la demanda, aunque las casas de bolsa empezaron a cultivar 
sus propios tulipanes. Pero de forma precipitada, los bulbos de la 
temporada perdieron casi todo su valor, afectando a compradores y 
vendedores, así como a las casas de bolsa y compañías de seguro que 
habían surgido en torno a ellos. El descenso fue tan precipitado que el 
27 de abril, el gobierno federal se vio obligado a intervenir. Pero no 
funcionó.
 Emitieron una débil proclama diciendo que los magistrados locales 
arbitrarían en los problemas originados por los contratos sobre 
tulipanes. Tras la formación de comisiones independientes se decidió 
cancelar la mayor parte de los contratos de futuro, y cobrar una cuota 
del 3,5% con cargo a los deudores.
 Goldgar destierra dos mitos de esta burbuja. El primero es que la clase
 comerciante fue eliminada, cosa que no sucedió, ya que la mayor parte 
de estas operaciones estaban centradas en una pequeña clase rica. Y por 
otro que la Tulipanmanía destruyó toda la economía del país. La mayoría 
de los sectores de la industria holandesa siguió creciendo hasta 
mediados del siglo VXII.
 Una de las razones por la que aún es recordada según Goldgar, es que el
 mayor daño fue a los valores holandeses. Lo peor del crash de los 
tulipanes fue que se anuló una sociedad ordenada basada en la confianza.
 Pero la razón principal es que las burbujas siguen sucediendo. Nada se 
aprendió de aquella experiencia. Es más, años después del crash de los 
tulipanes, se creó la denominada “burbuja de los Mares del Sur”. Y así 
hasta nuestros días.
fuente: http://lacartadelabolsa.com/leer/articulo/nada_aprendimos_de_la_burbuja_de_los_tulipanes 
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