No hemos hablado mucho de las empresas del reino en esta sección. Vamos hoy a hacerlo un poco.
Parece ser que las empresas españolas lo que más piden porque, parece ser, es lo que más necesitan, son reformas. El País del 05.05.2013, en sus Págs. 26 y 27, realizó un buen análisis de la intervención -y de lo que supuso- del Sr. Presidente del Gobierno en la Asamblea del Instituto de la Empresa Familiar el pasado día 4.
No cambio de tema. Hay algo que me gustaría hacer. Sentaría a los Sres. Rosell y Entrecanales, presidentes de la CEOE y del IEF a una mesa y les daría un papel y un lápiz a cada uno. Luego les diría lo siguiente: imaginan que mañana mismo entrase en vigor el despido gratuito y automático, es decir, que las empresas miembros de sus organizaciones pudieran despedir cuando quisieran, sin alegar motivo alguno, a quienes quisieran y con indemnización cero. Además imaginen que también a partir de mañana el salario nominal se reduce en España el 30% de forma lineal . Por favor, realicen un cálculo de los puestos de trabajo que crearían las empresas de sus grupos; y no se copien.
¿Saben lo que, pienso, anotarían si fuesen sinceros: cero. Las empresas españolas, muchísimas, se quejan de que pagan muchos impuestos, de que pagan mucho en seguridad social, de que es caro despedir, de que los salarios son altos, de que en las AAPP hay muchos funcionarios; pero lo cierto es que en el 2004, en el 2005, en el 2006, todo eso era igual, pero ninguna se quejaba de nada de eso, ¿por qué?, pues porque el crédito fácil manaba sin cesar regando a tales empresas y lubricando sus mecanismos; y posibilitando que engordasen sus cuantas de PyGs, claro.
La pregunta que nadie se atreve a formular es profunda, testicular; en una pregunta que ni políticos, ni organizaciones empresariales, ni sindicatos quieren ni siquiera imaginar: ¿cuántas empresas españolas son verdaderamente viables?, y aquí meto a todas las de todos los sectores. En otras palabras, ahora que hay una muy escasa oferta de crédito, ¿cuántas empresas pueden pagar su deuda y seguir funcionando?. Esa es la primera cuestión a resolver, pero muchísimos empresarios echan pelotas fuera hablando de funcionarios, de reformas y de costes laborales. Más.
El IEF reclamó un marco que favorezca el crecimiento, pero con un marco legal mucho menos favorecedor a sus intereses (según dicen ahora) en el 2006 ‘la economía española jugaba en la Champions’, ¿han olvidado esto?, ¿quienes de los que ahora critican esto criticaron aquello?. También reclamó más inversión en infraestructuras, vale, pero, financiadas, ¿con qué?, ¿reduciendo pensiones, por ejemplo?, ya, echando a funcionarios públicos, pero entonces como se reduciría el gasto público reclamarían más reducciones de impuestos de las que ya reclaman, luego volvemos al principio: ¿reduciendo la prestación por desempleo?. Y volvieron a pedir la disminución del número de funcionarios, y esto es curioso porque no pidieron un mejor funcionamiento de los funcionarios que ya hay a pesar de que, sobre población activa, España es uno de los países de Europa con menos tasa funcionarial.
Sin embargo ni una palabra de la baja tasa de productividad de la empresa española debido a la baja tasa de inversión de la empresa española. Tampoco de la composición de las exportaciones españolas: los bienes y servicios que las empresas exportan. Ni de las protecciones internas a ciertas actividades. Ni del fraude fiscal duro, ni del blando, ni de la ingeniería fiscal legalmente permitida. Criticaron al anterior Gobierno porque no supo afrontar la crisis, ignorando que sus superbeneficios se generaron a medida que la crisis se generaba; y criticaron al actual porque no hace lo necesario, olvidando que este Gobierno está teledirigido desde el exterior: recuerden: ‘España ha perdido …’.
Cada uno barre para su casa, claro, pero pienso que la mayoría del empresariado español no es objetivo: en los años del ‘España va bien’ se enriquecieron porque todo estaba bien lo que hacía que todo fuese bien, y al ir todo bien las empresas estaban bien. Prácticamente ninguna dijo nada de la monstruosidad que se estaba engendrando, monstruosidad en la que las empresas españolas participaron y de la que se alimentaron; ahora que todo aquello acabó todo son reclamaciones y críticas.
Insisto. De la misma manera que, pienso, antes de haber recortado el gasto ni un céntimo hubiese sido necesario analizar la eficiencia de dicho gasto, pienso que lo primero que habría que hacer con las empresas españolas es analizar cuáles son verdaderamente viables y cuales no lo son. Todo lo que no sea eso será seguir poniendo tiritas en el boquete que en el casco de la Economía española ha provocado el Exocet de la crisis.
Santiago Niño-Becerra. Catedrático de Estructura Económica. IQS School of Management. Universidad Ramon Llull.
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