La Asturias de Junio / Julio del 2012 no es la de Octubre de 1934. Las
circunstancias no son las mismas, la realidad es diferente. Una guerra
civil y una dictadura después, veinte años de crecimiento más tarde, y
una reconversión inacabable más allá, nada es igual a como fue, sin
embargo lo que hay detrás del problema minero sigue siendo muy parecido.
La historia de la minería del carbón asturiana es un capítulo de la del
fracaso de la revolución industrial en España. Un carbón caro de
extracción que el proteccionismo y las subvenciones han ido manteniendo a
fin de alimentar unas industrias que se sostenían por la protección y
las subvenciones. Pero también es la historia de unas gentes a quienes
explotaron y reprimieron mientras fue posible, a quienes compraron su
paz social cuando fue conveniente, y a quienes jubilaron con pensión
dorada cuando fue inevitable.
Porque la realidad pura y dura de Asturias es la de que sus
posibilidades de generación de PIB de alto valor son bajas, muy bajas,
por lo que sus expectativas de futuro son reducidas. Posibilidades: hoy,
las rentas medias más elevadas de Asturias se obtienen en las cuencas
del Nalón y del Caudal, dos cuencas carboníferas repletas de
prejubilados y jubilados de la minería a los que aparcaron con billetes
pero sin futuro: ¿futuro?, ¿dónde?, para que haga ¿qué? un hombre de
joven que ya es viejo; y sin expectativas: recientemente me comentaba un
amigo asturiano profundo conocedor de la realidad de la región que tres
de las principalísmas industrias de la zona: Arcelor, Alcoa y
Cristalería están abocadas al cierre; ¿rumores?, tal vez.
La lucha de estos mineros es la lucha de la desesperación. A lo único
que pueden aspirar es a un par de años más de subvención, al
mantenimiento de sus pensiones durante un lustro adicional; es una lucha
contra el tiempo en una guerra que ya perdieron en el mismo momento en
el que ya fue mas barato importar carbón que extraerlo en Asturias. Es
una lucha épica que posiblemente inspirará una película, pero una lucha
con nulas posibilidades para los mineros, básicamente porque sus
recursos son limitados y el Estado tiene todos los que le hagan falta
para proseguir con su política de contención.
No, ningún General Franco va a ir a Asturias a reprimir nada ni van a
volver a morir 2.000 mineros en ninguna represión porque ni se estilan
ya esos procederes ni hoy métodos como esos hacen ya ninguna falta. Pero
mirando entre los entresijos de la Historia hay más en común de lo que
parece entre la Asturias del 2012 y la de 1934. Aunque los desenlaces de
los capítulos vayan a ser muy diferentes.
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Las 32 condiciones. Ya lo dice el refrán: ‘De fuera vendrán …’. Y esto
es sólo el principio, el principio. No es que hayan venido los MiB, es
que ya están funcionando al dictado. Lo próximo que puede hacer el
Gobierno es decir que esto es bueno para nuestra salud: como España
estaba enferma ha venido el médico a curarnos. ¡Por favor la que se nos
viene encima!.
Santiago Niño-Becerra. Catedrático de Estructura Económica. IQS School of Management. Universidad Ramon Llull.
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