jueves, 29 de septiembre de 2011

“Nunca pensé que España pudiera entrar en suspensión de pagos”

“Nunca pensamos, jamás, que países como Grecia o España pudieran entrar en suspensión de pagos. Los defaults eran cosa de países en desarrollo como Rusia o Argentina”, así se pronunciaba un gestor de hedge fund en el Wall Street Journal. Entiendo que resulte inesperado si España entra en suspensión de pagos, pero que Grecia no pueda cumplir con los pagos de su deuda, era algo obvio desde hace meses, muchos meses.

Recuerdo análisis publicados en el inicio de esta crisis de deuda, que indicaban que la economía griega no podría soportarse con tipos de interés por encima del 7%. Ahora la rentabilidad en el mercado secundario de su bono a 10 años es superior al 23%. Es cierto que las ayudas financieras que está recibiendo el gobierno griego tienen una rentabilidad por debajo del 7%, pero también lo es que éstas fueron diseñadas como un instrumento de transición, a la espera de que la economía griega pudiera reequilibrarse y que accediera al mercado abierto para financiarse. Ahora es evidente que el país necesitará mucho tiempo, y mucha ayuda para que eso suceda.

Pero dejemos a un lado el caso de Grecia, del que ya hemos hablado extensamente en el pasado, y seguiremos hablando en el futuro, para centrarnos en la actuación del Banco Central Europeo, y de las autoridades europeas.

Ayer su presidente, Jean Claude Trichet, realizaba las siguientes declaraciones:

“Ahora es el momento para que los gobiernos de la zona euro actúen para hacer frente a la crisis de deuda de la zona euro. Se necesita una acción eficaz, implementación de medidas decididas, disciplina verbal y un más fuerte espíritu de equipo por parte de los poderes ejecutivos europeos”.
¿No les suenan raras palabras como decididas, espíritu de equipo, acción eficaz…en boca de Trichet? A mí personalmente sí.

Recordemos que el presidente de EE.UU. Barack Obama, se pronunció en la misma línea, y criticó recientemente la lentitud con la que los gobiernos europeos han combatido la crisis.

Obama no mencionó que no fue en Europa donde se originó esta crisis, ni fue en Europa donde cayó Lehman Brothers, como bien le recordó ayer el presidente del Euro grupo Jean Claude Juncker, pero en el fondo, Obama tiene razón, y no solo apunta a los gobiernos europeos, sino también a su Banco Central.

Resulta contradictorio escuchar a Trichet como anima a tomar medidas valientes y proactivas para atajar la crisis de deuda, mientras su política monetaria ha estado totalmente conservador y desfasada.

Mientras que EE.UU. está tomando medidas para reactivar la economía, dejando la inflación en un segundo plano, aún a expensas de la crítica de alguno de sus miembros, el BCE mantiene el dogma de una inflación controlada hasta lo absurdo. En un escenario potencial de recesión económica a nivel mundial, la presión inflacionista, si la hay, que por ahora no la hay, debería ser el menor de los problemas.

El premio Nobel de economía Paul Krugman, decía hace unos días que la situación de Europa es aterradora. Los países que representan un tercio de la economía de la zona están ahora bajo un fuerte ataque especulativo, y la existencia misma de la moneda única está siendo amenazada. “Un colapso del euro podría causar grandes daños en todo el mundo”.

Por otro lado, añade Krugman, los responsables políticos europeos parecen destinados a ofrecer más de lo mismo. Probablemente encontrarán una manera de facilitar el crédito a los países en problemas, lo que puede evitar o no, el desastre inminente. Pero no parecen dispuestos a reconocer un hecho fundamental –que sin políticas fiscales y monetarias más expansivas en las economías más fuertes de Europa, todos los intentos de rescate fracasarán.

La respuesta de Europa a esta crisis ha sido la demanda de una austeridad fiscal más dura. Mientras tanto, se proporciona financiación provisional hasta que se recupere la confianza del inversor privado.

¿Funcionará esta estrategia? Se pregunta Krugman.

Evidentemente para Grecia no. Y probablemente tampoco para Irlanda o Portugal. Para España e Italia, en un escenario de fortaleza económica Europa, posiblemente sí.

Desafortunadamente, los políticos europeos parecen decididos a negar a los deudores el entorno que ellos necesitan. Y no veo ninguna señal en absoluto de que las élites políticas europeas estén dispuestas a reconsiderar su dogma de austeridad.

Parte del problema puede ser que las elites políticas tienen una memoria histórica selectiva. Les encanta hablar de la inflación alemana de la década de 1920 - una historia que, como es el caso, no tiene relación con nuestra situación actual. Sin embargo, casi nunca se habla de un ejemplo mucho más relevante: las políticas de Heinrich Brüning, canciller de Alemania desde 1930 a 1932, cuya insistencia en equilibrar los presupuestos y preservar el patrón oro hizo que la Gran Depresión fuera aún peor en Alemania que en el resto de Europa - preparando el escenario para ya saben qué.

Hay una brecha muy grande entre lo que el euro necesita para sobrevivir y lo que los líderes europeos están dispuestos a hacer, o incluso a hablar de hacer. Y dada esa brecha, es difícil encontrar razones para el optimismo.

http://lacartadelabolsa.com/leer/articulo/nunca_pense_que_espana_pudiera_entrar_en_suspension_de_pagos

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