viernes, 2 de septiembre de 2011

Macguffin

Me preguntan, ‘¿Qué significa que reformen la Constitución para anular el déficit?’. Aunque la gente no se exprese con total exactitud, está claro que intuyen que el tema tiene alcance.

Las implicaciones de una cosa como esa son muchas. De entrada que el Estado y el país pierden autonomía, y no sólo económica. España ha aprobado esa reforma constitucional en un visto y no visto (para que luego digan que modificar la Constitución es complejísimo; ¡anda ya!, cuando algo interesa …) porque hay que limitar, regular, lo que se gasta a fin de que no gaste más de lo que se ingresa; eso no resuelve el problema de la deuda que se arrastra, ya, pero eso vendrá después.

Insisto en la idea. Hasta el 2007 el objetivo seguía siendo crecer, lo que pasó es que desde 1991 y sobre todo desde el 2000 se estaba haciendo perversamente porque el modelo ya estaba agotado, ya saben; pero desde el 2007, ni por esas. A partir de ahí una huida hacia adelante: el 30% del PIB en USA y la UE destinado a planes E de variado pelaje, hasta el 2010, desde ahí, nada de nada, que es donde estamos.

Ya no se habla de ‘Consuman, por favor’, ni de ‘Vamos a recuperar el crecimiento’; el camino es el recorte a fin de adaptar los gastos que se hagan a los ingresos que se tengan; no es LA solución, claro, pero prepara el camino para lo siguiente: el nuevo modelo: optimización, productividad, ya saben.

Ya, la deuda anterior; es un problema. Si se llevasen a cabo una cadena de compensaciones, quitas, prórrogas (infórmense sobre la deuda perpetua), socialización de pérdidas, ‘los ricos también pagan’, cláusulas de afidávit, etc.. La deuda vieja podría diluirse en bastante medida; ya, ya, habría gente que se arruinaría, pero podrían hacerse canjes: ‘Nos olvidamos de esto que te debemos y cerramos un contrato para los próximos diez años; tu les dices a los que les debes que se olviden de esas deudas y cierras acuerdos de colaboración con ellos, y bueno, si de veinte quedan cinco a base de juntar, unir y pegar, pues bien’; cosas así.

El mañana, claro; la demanda de caramelos de menta es de X Tm y la oferta en de X + m, sobra capacidad productiva para fabricar m Tm de caramelos de menta; eso habrá que asumirlo, y habrá que cerrar, que absorber, y que liquidar, y eso tiene consecuencias, entre ellas la caída de los ingresos fiscales, y volvemos a la reforma de La Actual Pepa.

Decía que España ha sido el segundo, mañana vendrá el resto. Lo peor del caso es que tiene lógica: gastar lo que se tenga porque va a ser muy difícil obtener más; y cuando se obtenga será para cosas muy concretas, y la decisión no la tomará un país, sino el grupo: la UE, la Federación Económica Planetaria, … , un conjunto: lo que uno hace afecta a todos, lo que les pasa a todos repercute en cada uno. Era conveniente que fuese España: un sospechoso habitual con elecciones a la vuelta de la esquina en medio de un Otoño – Invierno que va a ser, pienso, terrorífico. La independencia como país: una putada, ya, pero si tenemos en cuenta que cosas como la individualidad, la privacidad y la autonomía cada vez van a ser menos importantes …

En lo que pienso que se han equivocado es en no haber empezado por realizar un análisis sobre en qué se gasta y cómo se gasta lo que se está gastando. Eso tiene consecuencias políticas, ya, y esa es posiblemente la razón por la que no se ha llevado a cabo. Se hará seguro, pero pienso que hubiese ayudado a la gente a entender ciertas cosas.

Se pone el acento en la reforma de la Constitución, pero pienso que eso no es más que un macguffin. ¡Reformar la Carta Magna!. ¡Ohhhhhh!. Pero en lo esencial se pasa por encima: el mantenimiento de los salarios bajos disfrazado de ‘moderación salarial’, la prórroga de la contratación temporal a pesar de que el objetivo de la Reforma Laboral era reducir tal forma de contratación, disminuir servicios y protección en base a que no se puede gastar más de lo que se tiene…

Lo cierto es que cada cual está donde se halla, y España tiene muy poco para dar: bajos salarios, sol, una generación -o dos- superformada y subempleada, un PIB compuesto de muchas cosas cada vez menos necesarias… España lo tiene crudo para afrontar lo que viene, y para prepararse para lo de después. Todos, pero España más.

En consecuencia, lo de ‘conservar la confianza de los mercados’, lo de ‘no poner nerviosos a los mercados’, otro maguffin, de hecho es un supermaguffin: la realidad es que queda muy poco y va a haber todavía menos; pero como hay que evitar como sea que se formen colas delante de ‘los bancos’, sigamos utilizando a los mercados como hilo conductor hacia-no-se-sabe-donde.

Santiago Niño-Becerra. Catedrático de Estructura Económica. IQS School of Management. Universidad Ramon Llull.

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