Recuerden: Toda oferta crea su propia demanda. M. Jean Baptiste Say lo expresó muy bien en su Tratado de Economía Política publicado en 1803: “Un producto, tan pronto como es creado, desde ese mismo instante, proporciona un mercado para otros productos en su mismo ámbito (...). La creación de un producto abre, de forma inmediata, un abanico para otros productos”. 1803: el origen del Sistema Capitalista, y M. Say uno de sus padres aunque sea tan poco citado.
Empiezo así porque recientemente un lector me ha remitido un texto interesante:
“Leyendo su reflexión acerca de los límites del crecimiento económico me ha venido a la mente, pese a la razonable crítica que en su momento hizo Keynes, la ley de Say, la cual se ha recuperado con bastante fuerza en los últimos tiempos (quizás nunca se fue porque nunca ha sido bien refutada) y su conclusión de que sólo puede haber sobreproducción relativa. En última instancia las mercancías se pagan no con dinero sino con otras mercancías. La oferta es la condición necesaria de la demanda. El corolario de todo esto, como bien sabe, sería un crecimiento indefinido de la producción y por tanto de acumulación de capital”.
Mi respuesta:
“Pienso que la Ley de Say nunca se refutó porque no se podía refutar. Mientras se ha supuesto que la disponibilidad de commodities era ilimitada la oferta podía continuar creando demanda (la capacidad de endeudamiento también es una commodity); a la que se ha empezado a ver que esa disponibilidad no es ilimitada … Y ahí radica el cambio de modelo y el declive del actual sistema. Como Ud. sabe la Ley de Say nace en los orígenes del Sistema Capitalista: es una de sus columnas; la demostración de que la Ley de Say es viable llegará ahora, con la asunción de la limitación en la disponibilidad de recursos. Esta crisis sistémica traerá un cambio de modelo pero ya en zona de declive del sistema: como el momento era expansivo la Depresión no refutó la Ley de Say, al revés: la potenció. La Ley de Say dejará de ser cierta y morirá con el Sistema Capitalista porque uno sin la otra no tienen sentido (con el Sistema de Economía Planificada sucedía lo mismo, sólo que aquella gente planificaba la posibilidad de obtención, en un período dado, de unos recursos que consideraban infinitos)”.
La observación de mi lector es muy buena: nunca ha sido refutada la Ley de Say porque es un trozo de nuestro sistema: forma parte de él. Cuando el sistema muera, la Ley de Say se irá con él.
(Bloomberg, 29 de Septiembre, 14:11 GMT+2. Una noticia: “Bernanke: U.S. Unemployment a ‘National Crisis’” ( aquí), y otra noticia: “U.S. Stock-Index Futures Advance” ( aquí ). Importa el desempleo del factor trabajo, pero, ¿hasta qué punto importa el desempleo del factor trabajo?).
Santiago Niño-Becerra. Catedrático de Estructura Económica. IQS School of Management. Universidad Ramon Llull.