Ya les he comentado que resido en una localidad de la costa de Barcelona y que los sábados aprovecho para dar una vuelta muy temprano por la mañana y hacer cosas que no puedo hacer durante la semana, una de esas cosas es ir a una panadería, muy especial, que se halla a una cierta distancia de mi domicilio. Bien, pues hace un par de sábados me dirigía hacia esa panadería y por la estrecha calle por la que caminaba vi dirigirse hacia mí a una ambulancia, una ambulancia de una de tantas empresas que prestan ese servicio. Cuando llegó a mi altura el vehículo se detuvo (a esa hora el tráfico era nulo) y el conductor, abordándome, me dijo mientras me alargaba la mano (la casualidad quiso que fuese por la acera que quedaba al lado del conductor):
‘Buenos días, soy uno de sus lectores, me alegro de encontrarle’.
Le di las gracias, y él, inmediatamente me dijo haciendo un gesto hacia el empleado que ocupaba el asiento contiguo:
‘Dentro de poco tendremos que dedicarnos a recoger cartones’.
Me extrañó su afirmación y le pregunté el motivo añadiendo que siempre habrá personas enfermas, accidentados, heridos.
El asintió, pero respondió:
‘Si, pero van a haber recortes’.
En aquel momento un automóvil dobló la esquina y tuvimos que interrumpir nuestra charla.
Yo seguí mi camino pero muy pensativo. Cierto es que en el uso de las ambulancias se produce algún abuso, pero, ¿se cortarán esos abusos o se cortarán más cosas?; y, en cualquier caso, ¿en que se ocupará el personal de las ambulancias que dejen de prestar servicio?.
Como decía proseguí mi camino, y llegué a la panadería. Era muy pronto: un Sábado, excepto mi persona nadie más. La señora, propietaria y su hija ordenaban panes que sacaban del taller: elaboran el pan que venden. Cuando acabó de atenderme me dijo la señora:
‘¡Como está todo!, en dos semanas dos multas’.
A mi pregunta me aclaró que eran de tráfico. Resulta que la zona de carga y descarga más próxima se halla a una cierta distancia del obrador, por lo que la furgoneta que utilizan ha de permanecer un cierto tiempo en la zona (furgoneta que conduce el otro hijo que, junto al padre, trabaja en el horno).
Pues bien, resulta que en dos semanas ya les han puesto dos multas por exceder el tiempo de permanencia en la zona, y lo curioso es que una asciende a 65 euros y la otra a 240; me dijo que ya han recurrido. Cuando acabó tan sólo le hice una pregunta: inquirí por el hecho de si siempre, desde que la panadería inauguraron la panadería hace veinte años, habían hecho lo mismo: sobre pasar el tiempo de estancia en la zona de carga y descarga a fin de acarrear todos los materiales transportados hasta la panadería.
‘Si, siempre, y antes no nos habían puesto ninguna multa’.
Antes no, y ahora sí: a nivel municipal, ¿cuál es una de las diferencias entre el ‘antes’ y el ‘hoy’?
En otro orden de cosas … y de lugares. Hace unos días recibí un mail:.
“Permítame explicarle un caso brevemente. A un amigo (34 años de edad) ingeniero a punto de convertirse en director de fábrica por jubilación del jefe, le dicen que cierran la fábrica a pesar de los enormes beneficios que genera y se la llevan a China. Caso típico hasta aquí. La diferencia es que le dicen que tiene que ir a China a explicarles a los chinos como producir. Desagradable situación.
De su estancia en China (Shanghái) lo que más le sorprendió no fue su nivel económico, ni la megaciudad, ni los sueldos de los ingenieros igual a los de aquí, ni que cumpliesen con el medio ambiente igual que aquí, ni los precios del terreno, ni lo que pagaban de IRPF (más que aquí), no… Lo que le sorprendió más, fue ver cantidad de máquinas paradas y la respuesta que obtuvo al preguntar si estaban estropeadas: “No, no están estropeadas, pero si no las comprábamos no nos pasaban vuestra producción”. “¿Y por qué no las usáis?”. “¿Estás loco? Sabes lo que gastan en energía mantenimiento y reparaciones? Sobre todo en reparaciones? Nos meten unos sablazos por 4 piezas y una hora de técnico que nos dejan temblando!”.
Es así que, para todo lo que pueda hacer un campesino recién llegado a la ciudad que trabaja por 300 euros como mucho (12 horas al día), que se quiten las máquinas. Se evitan paros de producción y si enferman se reemplazan fácilmente.
La productividad no se debería medir por trabajador, sino por trabajador cualificado”.
Evidentemente: para meditar.
Y meditando: las Cajas. Las Cajas: ‘¡Lo hicieron mal, muy mal!’, ¿tan ineptas fueron?. Conceder créditos mansalva y a cualquiera fue la única forma que tenían para poder crecer, OK, error, pero, ¿qué hubiera sido del ‘España va bien’ si las Cajas no hubiesen obrado como obraron?, ¿adónde hubiera llegado la ‘España va más que bien’ si las Cajas no hubiesen hecho lo que hicieron?. En gran medida la economía española alcanzó las cotas que alcanzó porque las Cajas actuaron como actuaron, luego la reflexión es pavorosa: si España creció lo que creció debido a que Cajas (y Bancos) se liaron a crediciar todo lo crediciable, fue porque las Cajas (y Bancos) hicieron lo que hicieron, si no lo hubieran hecho España estaría mucho más atrás del lugar que ahora su economía ocupa; ¿se preferiría que el PIB español estuviese mucho más atrás aunque con una economía mucho más sana?. La pregunta es básica porque una respuesta en uno u otro sentido supone tener que asumir lo hecho. El problema es que la mayoría de los beneficios de un proceder los disfrutan unos muy-pocos y la casi totalidad de los costes de ese mismo proceder los padecen otros muy-muchos.
(¿Recuerdan lo que leyeron aquí el pasado Lunes 7: “Recuperación”. Pues bien pienso que su esencia debe contrastarse con la proclama que realizó el Sr. Secretario de Estado de Economía el pasado Martes 1 en relación a que las familias españolas deberían ahorrar menos y consumir más, pienso que obvia varias realidades, entiendo que, todas, de peso, de mucho peso:
a) La tasa de desempleo española se halla situada en el 20,5% de la población activa, con tendencia a continuar subiendo, ¿es esa una cifra que anima a no ahorrar?.
b) El consumo habido en los años del ‘España va bien’ fue realizado, mayoritariamente, a crédito, esa es la razón por la que la deuda de las familias españolas se sitúa en el 90% del PIB.
c) En lo anterior no hay un error: dice ‘consumo’, y eso es: que la vivienda en la que se reside asiduamente se considere una inversión fue un artificio político-contable: quien fuese propietario de una vivienda era ‘más rico’ (cuando el precio subía, claro, ahora que está bajando ningún político dice que los propietarios de viviendas se están empobreciendo). Y ese consumo de viviendas ha sido realizado en su totalidad, a crédito, y a crédito foráneo: el 50% de los dineros que las entidades financieras españolas prestaron para adquirir vivienda vino de fuera.
d) La tasa de ahorro de las familias es lo que es: un estadístico, por lo que es una media. Aprox. la cifra media que cada familia tiene ahorrada ronda los 18.000 euros, ahora mediten Uds. si, verdaderamente, cada familia española tiene atesorados 18.000 euros; más bien sucederá otra cosa: que algunas familias tendrán 1.800.000 y bastantes grupos de cien tendrán cero.
e) La deuda de las familias españolas teniendo en cuenta la tasa de desempleo española y la estructura del PIB español es muy elevada, mucho, muchísimo, esa tasa de endeudamiento debe ser reducida: será bueno para las familias y para el reino, y la cancelación de deuda a través de ahorro es una posible vía.
f) El ‘repunte’ del PIB del 2010 se debió al cambio de cromos del 2009 -PIB por déficit- y al desahorro: el consumo privado aumentó el 1,2% aunque la renta disponible de las familias descendió el 4,0% (Ángel Laborda en El País Negocios 20.02.2011). ¿Es esa una situación deseable y bonita?, por cosas así nos metimos donde nos metimos y estamos donde estamos.
Pienso que la tasa de ahorro española es la correcta en las actuales circunstancias. Precisamente ‘España fue bien’ debido a que no se ahorró nada y, encima, las familias se endeudaron hasta niveles ilógicos en relación a su renta. ¿Queremos volver a eso?, pues va a ser que no: eso sería volver a lo de antes, y aquello ya se agotó, y, además, ya no nos dejan).
Santiago Niño-Becerra. Catedrático de Estructura Económica. Facultad de Economía IQS. Universidad Ramon Llull.
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