Hace tiempo les indicaba en estas páginas que aunque Grecia era el principal foco de incertidumbre del mercado en aquel momento, el riesgo real se situaba muy lejos: En China. Posteriormente, la fuerte caída de su mercado de valores situó la situación económica en este país en el foco principal de los inversores, y ahí sigue.
Mucho se está hablando en los últimos días sobre las repercusiones que podría tener en la economía a nivel global un aterrizaje brusco de su economía. Uno de los análisis más brillantes que he leído en las últimas semanas es el que publicaba el autor financiero Satyajit Das recientemente en MarketWatch. Destacamos lo más interesante:
Los efectos financieros de la caída del mercado de valores chino pueden ser importantes. La opinión general es que los préstamos bancarios para comprar títulos son relativamente modestos comparados con el tamaño de los bancos (alrededor del 1,5% del total de activos), por lo que los riesgos de una gran crisis financiera son limitados. Pero hay razones para la cautela:
- Los montos involucrados pueden ser mucho mayores de lo esperado. La cantidad oficial de estos préstamos de entre 250.000-300.000 millones de dólares podría ser una fracción del nivel real de la deuda asegurada con acciones. Si les sumáramos las operaciones de los fideicomisos y los acuerdos de préstamos privados y similares, la cantidad podría ser entre 50-100% mayor.
- La exposición de los bancos es mayor de lo que se asume comúnmente. Alrededor del 60% -70% de todos los préstamos en China es de los bancos. Aunque excluyamos la exposición directa a las acciones, los bancos tienen una exposición significativa a las compañías de valores, a las casas de bolsa, a los fondos de inversión y a las sociedades fiduciarias. Los bancos también financian empresas que cotizan, garantizando esos préstamos con acciones.
Por otro lado, los préstamos bancarios a los hogares y empresas de uso general pueden haber sido utilizados para comprar acciones. Los problemas en estas áreas pueden surgir con el tiempo.
- Oficialmente se permitió un nivel de apalancamiento modesto de dos veces, o préstamos por un total del 50% del valor de las acciones. En realidad, el apalancamiento real es mucho mayor, al menos el doble. Además, el sistema incluye múltiples capas de apalancamiento. Los inversores podrían pedir prestados fondos bancarios usando fondos prestados como capital para la compra de acciones.
La intención de las autoridades era usar los elevados precios de las acciones para permitir que las entidades más endeudadas ampliaran capital para pagar su insostenible endeudamiento. En lugar de eso, los bancos prestaban dinero directa o indirectamente para comprar acciones. Las ganancias eran usadas para pagar a los bancos. En realidad, los bancos apenas han ajustados sus riesgos, y no han reducido el riesgo de pérdidas.
La caída del mercado de valores ha agravado esta situación. Los mayores bancos de propiedad estatal, bajo el estímulo del gobierno, han prestado más de 200.000 millones de dólares a la agencia financiera del país para apoyar los precios de las acciones.
El verdadero daño, sin embargo, es más sutil, poniendo en tela de juicio los fundamentos del modelo económico, la agenda de reformas, y la autoridad del liderazgo en China. En lugar de desviar la atención sobre los desafíos existentes, la corrección del mercado de valores ha llamado la atención sobre otros riesgos tales como el fin del boom inmobiliario.
Los bienes inmuebles de China representan alrededor del 23% del PIB, cerca de tres veces mayor que lo que representaba en EE.UU. en el apogeo de su burbuja inmobiliaria. Los precios parecen estar inflados en relación con los ingresos y los rendimientos de alquiler.
A pesar de que las tasas de desocupación superan el 20%, los inventarios equivalen a cinco años de demanda en algunas ciudades. Las nuevas viviendas iniciadas están alrededor del 12% por encima de las ventas. En China, el gasto de inversión como porcentaje del PIB no tiene precedentes en la historia, creando un exceso de capacidad masiva.
La burbuja de crédito es también una preocupación inmediata. Para el año 2014, la deuda total china era de 28 billones de dólares (282% del PIB), superior a los niveles comparables en Canadá, Alemania, Australia y Estados Unidos, por ejemplo. En comparación, la deuda de China era de 7 billones de dólares (158% del PIB) en 2007, y de 2 billones de dólares (121$ del PIB) en 2000.
El aumento de la deuda de China por más de 20 billones desde 2007 refleja alrededor de un tercio del aumento total en la deuda global durante ese tiempo. El problema se ve agravado por el uso de la deuda para financiar los activos con rendimientos insuficientes para satisfacer los intereses y amortizaciones de capital.
Después de estos datos proporcionados por Satyajit Das volvamos a la pregunta que da título a este artículo: ¿Hay que preocuparse por China? Parece evidente que sí.
fuente: http://lacartadelabolsa.com/leer/articulo/hay_que_estar_preocupados_por_china
Hace tiempo les indicaba en estas páginas que aunque Grecia era el principal foco de incertidumbre del mercado en aquel momento, el riesgo real se situaba muy lejos: En China. Posteriormente, la fuerte caída de su mercado de valores situó la situación económica en este país en el foco principal de los inversores, y ahí sigue.
Mucho se está hablando en los últimos días sobre las repercusiones que podría tener en la economía a nivel global un aterrizaje brusco de su economía. Uno de los análisis más brillantes que he leído en las últimas semanas es el que publicaba el autor financiero Satyajit Das recientemente en MarketWatch. Destacamos lo más interesante:
Los efectos financieros de la caída del mercado de valores chino pueden ser importantes. La opinión general es que los préstamos bancarios para comprar títulos son relativamente modestos comparados con el tamaño de los bancos (alrededor del 1,5% del total de activos), por lo que los riesgos de una gran crisis financiera son limitados. Pero hay razones para la cautela:
- Los montos involucrados pueden ser mucho mayores de lo esperado. La cantidad oficial de estos préstamos de entre 250.000-300.000 millones de dólares podría ser una fracción del nivel real de la deuda asegurada con acciones. Si les sumáramos las operaciones de los fideicomisos y los acuerdos de préstamos privados y similares, la cantidad podría ser entre 50-100% mayor.
- La exposición de los bancos es mayor de lo que se asume comúnmente. Alrededor del 60% -70% de todos los préstamos en China es de los bancos. Aunque excluyamos la exposición directa a las acciones, los bancos tienen una exposición significativa a las compañías de valores, a las casas de bolsa, a los fondos de inversión y a las sociedades fiduciarias. Los bancos también financian empresas que cotizan, garantizando esos préstamos con acciones.
Por otro lado, los préstamos bancarios a los hogares y empresas de uso general pueden haber sido utilizados para comprar acciones. Los problemas en estas áreas pueden surgir con el tiempo.
- Oficialmente se permitió un nivel de apalancamiento modesto de dos veces, o préstamos por un total del 50% del valor de las acciones. En realidad, el apalancamiento real es mucho mayor, al menos el doble. Además, el sistema incluye múltiples capas de apalancamiento. Los inversores podrían pedir prestados fondos bancarios usando fondos prestados como capital para la compra de acciones.
La intención de las autoridades era usar los elevados precios de las acciones para permitir que las entidades más endeudadas ampliaran capital para pagar su insostenible endeudamiento. En lugar de eso, los bancos prestaban dinero directa o indirectamente para comprar acciones. Las ganancias eran usadas para pagar a los bancos. En realidad, los bancos apenas han ajustados sus riesgos, y no han reducido el riesgo de pérdidas.
La caída del mercado de valores ha agravado esta situación. Los mayores bancos de propiedad estatal, bajo el estímulo del gobierno, han prestado más de 200.000 millones de dólares a la agencia financiera del país para apoyar los precios de las acciones.
El verdadero daño, sin embargo, es más sutil, poniendo en tela de juicio los fundamentos del modelo económico, la agenda de reformas, y la autoridad del liderazgo en China. En lugar de desviar la atención sobre los desafíos existentes, la corrección del mercado de valores ha llamado la atención sobre otros riesgos tales como el fin del boom inmobiliario.
Los bienes inmuebles de China representan alrededor del 23% del PIB, cerca de tres veces mayor que lo que representaba en EE.UU. en el apogeo de su burbuja inmobiliaria. Los precios parecen estar inflados en relación con los ingresos y los rendimientos de alquiler.
A pesar de que las tasas de desocupación superan el 20%, los inventarios equivalen a cinco años de demanda en algunas ciudades. Las nuevas viviendas iniciadas están alrededor del 12% por encima de las ventas. En China, el gasto de inversión como porcentaje del PIB no tiene precedentes en la historia, creando un exceso de capacidad masiva.
La burbuja de crédito es también una preocupación inmediata. Para el año 2014, la deuda total china era de 28 billones de dólares (282% del PIB), superior a los niveles comparables en Canadá, Alemania, Australia y Estados Unidos, por ejemplo. En comparación, la deuda de China era de 7 billones de dólares (158% del PIB) en 2007, y de 2 billones de dólares (121$ del PIB) en 2000.
El aumento de la deuda de China por más de 20 billones desde 2007 refleja alrededor de un tercio del aumento total en la deuda global durante ese tiempo. El problema se ve agravado por el uso de la deuda para financiar los activos con rendimientos insuficientes para satisfacer los intereses y amortizaciones de capital.
Después de estos datos proporcionados por Satyajit Das volvamos a la pregunta que da título a este artículo: ¿Hay que preocuparse por China? Parece evidente que sí.
fuente: http://lacartadelabolsa.com/leer/articulo/hay_que_estar_preocupados_por_china
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