lunes, 6 de julio de 2015

Grecia 2015 = España 1993 (o casi)

En lo substancial Grecia se halla hoy en una situación muy semejante a la que España se encontraba en 1993.
Recordarán o habrán leído que entre que se decidió ir a una moneda única en 1993 y la desaparición de los sistemas independientes de las monedas nacionales en 1999, en España se inició un encendido debate entre la conveniencia o no de que España entrase en el euro, y en Europa otro sobre la conveniencia de que una serie de países entrasen en el euro; esos países, lo han adivinado, eran los PIGS, Irlanda no entraba en ese debate.

En España algunos –poquísimos– dijimos que España pagaría con lágrimas de sangre su entrada en el euro porque la productividad española era muy inferior a la de economías potentes de Europa, y porque tarde o temprano, como España no podía aumentar su productividad de forma sana –a base de inversión y de aumentar el valor añadido de lo que fabricaba–, a lo que se añadía una presión fiscal más baja que esos países potentes de Europa, habría que aplicar recortes de gasto público y rebajas de costes salariales. Pero si España no entraba en el euro los recortes y rebajas tendrían que ser mayores y desde ya debido a que la peseta no valía nada de nada en comparación con lo que iba a ser el euro, por lo que para tener alguna posibilidad en Europa España tendría que derrumbar sus costes.
A los PIGS los metieron en el euro, no entraron, los metieron. Los precios subieron como la espuma por la picardía española y por la baja productividad de aquí, pero como por arte de magia los riesgos país se igualaron, en los PIGS entró a borbotones el excedente de liquidez de los países potentes a fin de hacer negocio y obtener pingües beneficios, por lo que todo el mundo se puso muy contento; Europa fue bien y España más que bien. Y Grecia de maravilla.
Cuando a partir del 2007 – 2008 y definitivamente del 2010, todo eso se vino a bajo empezó el llanto y el rechinar de dientes y los acreedores empezaron a llamar a las puertas, comenzaron ‘las consolidaciones’ y ‘los ajustes’, es decir, las subidas de impuestos, los recortes, las rebajas salariales, la precarización, el aumento tremendo del paro, la caída del estándar de vida, … Pero no pasó nada de nada porque las revoluciones hace tiempo que dejaron de estar de moda, y como las ciudadanías bastantes tenían con su día-a-día, se olvidaron de pedir responsabilidades a quienes nos metieron en el euro. El resto de la historia ya es conocido.
Grecia ayer ante su referéndum y su postura se hallaba como España en 1993. ‘No’ ha sido el resultado, pero Grecia estaba condenada a la miseria interna, al éxodo de sus habitantes por el mundo a la búsqueda de una ocupación que llevarse a la boca, a rogar limosna, a que tengan que pedir permiso hasta para ir al lavabo, aunque hubiese salido ‘Sí’. Grecia ha podido votar lo que ha querido, pero si votar ‘Sí’ suponía la dependencia absoluta de Europa y la postración ante el poder económico sobre todo europeo, votar no supondrá convertirse, utilizando aquella expresión acuñada por la Administración Bush Jr., en un ‘estado fallido’ a no ser que los mercados decidan otra cosa.
Cuando algo empieza mal es muy, muy difícil que acabe bien; los PIGS no debieron haber entrado en el euro cuando entraron y como entraron (los políticos que no digan nada porque entonces ningún político de ningún color dijo nada en contra), y ahora se está pagando con sangre la factura. Pienso que en España las vamos a pasar canutas para reducir 58 mM€ de déficit de aquí al 2020 y que la situación social se va a degradar lo inimaginable, pero de una u otra manera España, aunque sea retrocediendo 40 años en su bienestar, llegará. Pero Grecia ya está en el pozo. Y sí, pienso que para Grecia fue más error haber entrado en el euro de lo que lo fue para España, por eso Grecia se halla hoy en una situación más terrible de la que España hoy se halla.
Ahora que la ciudadanía ha votado lo que ha creído conveniente votar, pero ‘Los mercados votan cada día’ y veremos lo que hoy decidirán.
Santiago Niño-Becerra. Catedrático de Estructura Económica. IQS School of Management. Universidad Ramon Llull.

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