La historia de las crisis financieras es larga y ordinaria. Burbujas, 
pánicos y colapsos han estado ocurriendo de forma repetida por lo menos 
desde la antigua Grecia. ¿Significa esto que estamos condenados a 
repetirlas?
 
Fuentes: John Authers
 Esa es la incómoda verdad que sugiere el gestor de hedge funds y 
académico Bob Swarup, autor del interesante libro "Money Mania". Swarup 
ofrece un cúmulo de ejemplos históricos de locuras financieras; 
empezando por la expansión de Roma alimentada por el crédito que inició 
el emperador Augusto ("primero keynesiano de la historia") y seguido por
 innumerables episodios de crash, deflación de deuda deflación e 
hiperinflación.
 Hay burbujas muy bien estudiadas como la de los tulipanes holandeses. 
Otras menos, como el salmonete en Roma. También hay crisis poco 
conocidas, como el pánico bancario de Londres del siglo 18 que inspiró a
 los británicos a imponer impuestos a las exportaciones de té a sus 
colonias americanas, espoleando indirectamente el Tea Party de Boston y 
la Revolución Americana.
 La aparición de nuevas tecnologías también provocó sus propias burbujas
 de inversión. A la de las acciones de Internet y las puntocom hay que 
añadir la de los ferrocarriles, canales, e incluso la de bicicletas, 
comenta John Authers en el Financial Times.
 "Entonces, ¿qué nos propone de nuevo el señor Swarup en su libro "Money
 Mania"? Lo primero es el alcance de su estudio. Las similitudes entre 
los diferentes episodios son impresionantes. Eventos en la antigua Roma y
 Atenas, siguieron el mismo patrón que la crisis de 2008.
 El problema es que parece que estamos condenados a seguir repitiendo 
las crisis financieras. Otros libros han estudiado el ciclo por el cual 
la codicia llega a superar al miedo y en ese momento el crédito se hace 
demasiado fácil, y los mercados suben mucho más de lo que cualquier 
fundamento económico puede justificar, antes de que la burbuja explote.
 Swarup intenta ir más allá mediante la exploración de la literatura de 
la teoría de los juegos y las finanzas del comportamiento de los últimos
 años, para intentar saber por qué los seres humanos no pueden controlar
 sus finanzas.
 Tristemente, la psicología del comportamiento sólo profundiza el 
sentimiento de desesperación. La racionalidad es un espectro. Los 
mercados libres y eficientes son un caso ideal. Los déficits de la 
percepción humana virtualmente garantizan que las manías especulativas 
se apoderarán de nosotros de vez en cuando. La memoria humana es 
permeable y selectiva. Una vez que una historia se fija en nuestra 
mente, seguimos encontrando pruebas que confirman que todo va bien hasta
 que la burbuja explota.
 Conocemos toda la sopa de letras (Obligaciones de deuda colateralizadas
 (CDO), vehículos de inversión estructurados (SIV)) y similares que nos 
llevaron a la crisis de hace unos años. Pero los griegos y los romanos 
ya tenían sistemas financieros complejos. La tasa de crisis ha 
aumentado. Las burbujas ya no son eventos que ocurren sólo una vez en 
una generación. Ahora se producen "en proporción al crecimiento de la 
complejidad y los mecanismos de transmisión más eficientes creados por 
este”.
 Entonces, ¿qué podemos hacer al respecto? Al igual que en otros libros 
del género, la soluciones que Swarup ofrece son menos convincentes que 
sus diagnósticos. Pero su análisis proporciona puntos interesantes.
 En primer lugar, como la complejidad es el problema, no tiene sentido 
su lucha añadiendo más complejidad. La regulación financiera debe ser 
simple. En lugar de intentar guiar a los bancos o a los inversores en 
una dirección en  particular, el punto clave es limitar la cuantía de la
 deuda en toda la economía. Es el exceso de apalancamiento el que 
permite que los precios crezcan en extremo y provoquen las subsiguientes
 crisis.
 Como ninguna institución puede ser demasiado grande para quebrar, los 
bancos deben ser más pequeños. Los impuestos pueden desalentar a que las
 instituciones lleguen a ser demasiado grandes.
 Un punto final para aliviar la sensación de que no se puede hacer nada 
para evitar las crisis, es que las crisis tienen su origen no sólo en la
 deuda, sino también en el deseo humano por innovar. Muchas grandes 
innovaciones a través de los siglos han ido acompañadas de las burbujas y
 crash.
 Así que tenemos que aceptar que las crisis son un coste del progreso, y
 tomar algunas medidas para limitar el daño creado por el problema 
central, que es la naturaleza humana. Esto no es muy estimulante, pero 
al menos intenta eliminar parte del desaliento."
Fuentes: John Authers
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