Los últimos datos internacionales muestran que el encarecimiento de
los alimentos, el desempleo generalizado, y la disminución del apoyo
social está acrecentando las desigualdades mundiales, poniendo en
peligro la recuperación económica y la población mundial. Sin embargo,
el mundo sigue obsesionado con las medidas de austeridad y la reducción
de los costes para impulsar la recuperación, algo que está afectando
desproporcionadamente a las clases más pobres y están poniendo el
peligro el acceso a los bienes básicos y a los servicios públicos.
La crisis económica mundial está agravando la actual crisis humana.
Antes de 2008, había desigualdades generalizadas: estilos de vida
lujosos para algunos, mientras que la mitad de los niños del mundo
vivían con menos de 2 dólares al día, que sufren de desnutrición y
acceso limitado a los servicios sanitarios, educación, agua potable y
una vivienda. A medida que la crisis se desarrollaba, millones de
persones perdían las condiciones de vida mínimas.
Hoy en día, mientras la atención mundial se centra en los problemas de
Europa, la crisis económica continúa causando devastadoras consecuencias
sociales en todo el mundo. Isabel Ortiz y Matthew Cummins se hacen eco
en un artículo en Economy Watch, del nuevo libro de la División de
UNICEF de Políticas y Prácticas, "Una recuperación para todos:
replanteamiento de las políticas socioeconómicas para los niños y los
hogares pobres", donde se analizan los últimos datos internacionales que
muestran como cada vez es más difícil comprar alimentos, como se
generaliza el desempleo y disminuye el de apoyo social en gran parte de
la población mundial.
Para empezar, después de dos grandes subidas de precios de los
alimentos en 2007-2008 y 2010-2011, las personas en casi 60 países en
desarrollo están pagando en 2012 un 80 por ciento más por los alimentos
locales, que antes de la crisis. Como resultado, la seguridad
alimentaria en las familias pobres se ve amenazada, ya que se ven
obligados a reducir la calidad o cantidad de sus alimentos.
Por otra parte, los mercados laborales de todo el mundo están
proporcionando menos empleos y salarios más bajos, aumentando la
incidencia de la pobreza entre las personas empleadas, que ya ha
atrapado a casi mil millones de trabajadores y a sus familias. Por otra
parte, dos de cada cinco trabajadores en todo el mundo son incapaces de
encontrar un trabajo, mientras que el desempleo juvenil es galopante. Y
no nos olvidemos que los jóvenes son un grupo de trabajadores de rápido
crecimiento - se espera que más de mil millones entren en el mercado
laboral entre 2012 y 2020.
Por último, el acceso a bienes y servicios públicos se encuentra bajo
una creciente presión en el cambio mundial hacia la austeridad. En 2012,
se espera que 133 países reduzcan el gasto anual en un promedio del 1,6
por ciento del PIB, con un 30 por ciento de los gobiernos sometidos a
una contracción excesiva (definida como la reducción del gasto por
debajo de sus niveles pre-crisis).
Una revisión de los 158 informes más recientes del Fondo Monetario
Internacional revela que los países los gobiernos están considerando
cuatro tipos principales de reformas fiscales:
• En 73 países, los gobiernos están considerando reducir o limitar la
masa salarial, lo que reduce los salarios de los trabajadores del sector
público, que prestan servicios esenciales a la población.
• Los gobiernos de 73 países están tratando de reducir o cancelar las
subvenciones, incluidas las de alimentos y combustible, a pesar de que
los precios de los alimentos están tocando niveles récord en muchas
regiones.
• Los recortes en programas de protección social están siendo objeto de
examen en 55 países, en momentos en que los gobiernos deben estar
buscando ampliar los beneficios.
• Muchos gobiernos están llevando a cabo otras estrategias de recortes
en el presupuesto, tales como el aumento de impuestos sobre bienes y
servicios básicos que son consumidos por los pobres (en 71 países), que
además puede contraer la actividad económica.
Estas reformas podrían tener consecuencias graves e irreversibles,
especialmente para los bebés y los niños pequeños. Hogares en todo el
mundo están experimentando el aumento del hambre y la desnutrición, el
empeoramiento del estado de la salud, una menor asistencia escolar,
tasas más altas de trabajo infantil y violencia doméstica, y una mayor
vulnerabilidad a crisis futuras. Mientras tanto, el malestar social
aumenta a medida que la gente pierde la fe en los gobiernos y las
instituciones públicas. De hecho, los ciudadanos de los países,
independientemente de sus ingresos, son víctimas de una crisis que no
crearon.
Pero la crisis actual también presenta una oportunidad para repensar
las políticas socioeconómicas. Para ello es necesario abandonar el
enfoque miope del pasado, que niega a muchos una vida digna, y en su
lugar basar las decisiones de política macroeconómica y fiscal en su
potencial para promover el desarrollo humano y el crecimiento generador
de empleo.
Al contrario a las afirmaciones de que las inversiones destinadas a
mejorar las vidas de los niños y los hogares pobres no son asequibles,
especialmente durante este período de ajuste global, las autoridades
tienen opciones, incluso en los países más pobres.
Hay seis métodos generales - todos ellos apoyados por declaraciones
políticas de las Naciones Unidas - con los cuales los gobiernos podrían
encontrar espacio fiscal adicional: la re-asignación de gastos,
incrementar los ingresos tributarios; presión para aumentar la ayuda y
las transferencias; explotar las reservas fiscales y de divisas,
endeudamiento y reestructuración de la deuda existente, y la adopción de
un marco macroeconómico más acomodaticio.
Las autoridades políticas deben tener en cuenta la variedad de opciones
de financiamiento que están disponibles para todos los gobiernos para
reforzar las tan necesarias inversiones en crecimiento intensivo en el
trabajo, la seguridad alimentaria, la protección social, la salud y
otros servicios públicos necesarios.
La adopción simultánea de medidas de austeridad fiscal en los países de
todo el mundo está llevando a la economía mundial hacia una recesión,
imponiendo un coste humano tanto en los países desarrollados como los
que se encuentran en vías de desarrollo. Es hora de que los líderes
mundiales cambien la actual crisis de empleo, la inseguridad
alimentaria, y la austeridad hacia un círculo virtuoso que promueva el
desarrollo y la prosperidad para todas las personas. Una recuperación
inclusiva, no sólo es factible, sino que es un imperativo de justicia
social y económica.
Fuentes: Isabel Ortiz y Matthew Cummins - Economy Watch
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