Aunque es poco probable el escenario de una guerra en el corto plazo, la escalada de las hostilidades entre Japón y China es preocupante. De acuerdo con el Centro de Estudios de Riesgo de Cambridge, en el peor escenario, el conflicto llevaría a una recesión mundial que podría durar entre 18 meses y cuatro años, y en la que se perderían decenas de miles de millones de euros de la producción mundial.
"Cuando China declaró recientemente una nueva "zona de identificación de defensa aérea" que cubre algunas pequeñas islas en el Mar Oriental de China reclamadas por Japón, se planteó la posibilidad de un brote de hostilidades entre los dos países.
Tenemos razón para estar preocupados. El Centro de Cambridge de Estudios del Riesgo modela hipotéticas cadenas de eventos que provocarían una catástrofe económica mundial, y un conflicto sobre las rocas áridas de las islas Senkaku (o las Islas Diaoyu como los chinos las llaman) se ajusta estrechamente a uno de esos escenarios.
Esto no quiere decir que la guerra estalle en el corto plazo, o incluso que sea especialmente probable. Pero el conflicto es completamente plausible, y su impacto se sentiría en las economías de todo el mundo. Las empresas mundiales, la mayoría de los cuales dependen en algún momento del sudeste asiático en su modelo de negocio, deberían reconocer esta posibilidad.
La importancia económica de China y Japón es obvia. Son la segunda y tercera economía del mundo y los 120 mil millones de dólares en valor de las exportaciones que pasan por ellas representan uno de los principales motores del crecimiento mundial.
Justo al sur de las islas en disputa, el Mar Meridional de China es un cuello de botella de una de las principales arterias del comercio mundial. Sirve seis de los puertos más grandes del mundo, y la mitad del tráfico de contenedores del mundo pasa a través de él. El tráfico aéreo es igualmente importante. China y Japón tienen 5 de los 20 principales aeropuertos del mundo, manejando el 8 por ciento del tráfico mundial de pasajeros y el 46 por ciento de la carga aérea.
Escenario Extremo
Esto no es sólo un juego de guerra de sillón; estos modelos tienen un uso práctico. El escenario extremo hipotético que ha desarrollado el Centro de Cambridge está dirigido a las empresas para que prueben cómo hacer frente a un futuro conflicto geopolítico, junto con las consecuencias macroeconómicas en el mercado de inversión.
El escenario prevé provocaciones crecientes que escalen a ataques destructivos contra objetivos continentales. Prevé zonas de exclusión y espacio aéreo restringido que restringiría las exportaciones de la región durante la duración de las hostilidades.
Habría que esperar lucha naval con ataques de misiles de largo alcance dirigidas a los puntos de generación de energía, fuentes de alimentación y fabricación, guerra cibernética y un resurgimiento del nacionalismo y malestar social en las dos poblaciones protagonistas.
El conflicto afectaría a la fabricación subcontratada de la región, y un aumento en el tiempo de fabricación y riesgos de transporte tendrían un efecto knock-on. Las empresas también se enfrentan a un éxodo de personal extranjero y el mantenimiento de la fabricación sería difícil.
Las compañías de seguros tienen exclusiones estándar en sus políticas que los protegen de grandes pagos. Pero esto no significa que estén completamente a salvo. El conflicto podría dar lugar a reclamaciones no excluidas en otras líneas de negocio y regiones, con reclamaciones de responsabilidad indirecta, interferencia política y efectos en cadena sobre impagos de los créditos comerciales.
Podría haber vulnerabilidades inesperadas que aumentarían la probabilidad de otros tipos de pérdidas en las aseguradoras. Por poner un ejemplo: ¿qué pasaría si un retraso en los envíos provoca que los buques se concentren en el cinturón de los tifones?
Daños Económicos
El conflicto dañaría a las economías de China y Japón. Las guerras normalmente han elevado el precio de la energía, aumento del gasto público y deuda pública, aumentos de la inflación y largos períodos de interrupción del comercio de los protagonistas. El dinero extranjero tiende a huir de los países en guerra, haciendo que los gobiernos impongan restricciones monetarias y congelación de activos.
El volumen de las interacciones económicas internacionales implica que los efectos no se limiten a los países en guerra. El modelo de Cambridge sugiere que los impactos serían casi tan malos para las economías nacionales de Europa, por ejemplo, como para China y Japón.
El conflicto provocaría una recesión mundial duradera entre 18 meses y cuatro años, dependiendo de la duración de las hostilidades y de lo difícil que fuera continuar su actividad. De cualquier manera, se perderían decenas de miles de millones de euros de la producción mundial.
Los mercados financieros se verían muy afectados por un evento de esta magnitud. El adagio de " vender con las trompetas, comprar con los cañones" (los mercados de valores caen cuando se augura una guerra, pero una vez que está en marcha suben las acciones). Los traders amplificarían la volatilidad y la gravedad de la crisis financiera.
Durante una grave crisis financiera, según lo visto en 2008, se podría afianzar un efecto dominó.
Los gestores sufrirían pérdidas significativas. Incluso el más seguro de los bonos se vería afectado por la volatilidad. Las estimaciones realizadas por el Centro de Riesgos sugieren que una cartera de alta calidad estandarizada podría sufrir malos resultados durante años. Esto no es sólo un problema para los banqueros, también para su pensión.
Enfrentándose al futuro
Las empresas mundiales deben prepararse para hacer frente a una amplia gama de crisis futuras; las mejor preparadas planificarán un shock grave cada pocos años, y reconocerán el imperativo de capear la crisis mejor que los competidores.
Por su naturaleza, las crisis son inesperadas y en gran medida impredecibles, por lo que es más importante ser flexible a través de una serie de escenarios que prepararse para una crisis en concreto. La idea clave es no dejar que su negocio se exponga a una región o sector en particular.
China y Japón han estado en guerra dos veces, y es poco probable un tercer gran conflicto entre los países, pero posible. Las empresas deben actuar. Las inteligentes tendrán contingencias para una amplia gama de escenarios, incluyendo éste.
Los choques causados por una disputa territorial sobre unas islas remotas en el Mar de China pueden parecer poco importantes. Pero también lo fue el asesinato de un archiduque en Bosnia en 1914."
Fuentes: Andrew Coburn - Consejo Asesor Externo del Centro de Estudios del Riesgo de la Universidad de Cambridge
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