Por un lado Mme. Lagarde dijo el Jueves que, o se corta la extensión de la crisis o vamos hacia un escenario de consecuencias semejantes a las provocadas por la Depresión, por otro, el Viernes, la agencia Fitch dijo de esta crisis que es sistémica -¿les suena?-, y que no muestra, en el área euro, hoy por hoy, visos de tener un tratamiento global por parte de sus miembros.
Desde Agosto es una caída hacia la nada. Un buscar soluciones imposibles según un manual caducado. Un continuo dar pomada antiestamínica cuando la causa del picor es un cáncer: la subasta ilimitada de pasta por parte del BCE del día 20 a pagar en tres años, la traca final, la última apoteosis.
Luego llegará Enero, y comenzará la toma de medidas, y ya absolutamente nadie habla de crecimiento: ya no es posible en este modelo porque los impulsores de crecimiento están agotados: el crédito y la capacidad de endeudamiento, luego ya sólo queda sanear y estabilizar, es decir, recortar. Ya lo hemos dicho, el razonamiento será: ¿cuál debe ser el gasto teniendo en cuenta los decrecientes ingresos de que se van disponiendo y teniendo aún más en cuenta que tan sólo va a haber financiación para aquello que sea importante, es decir, necesario?.
…
¿España?, ‘Ganar competitividad a base de llevar a cabo una devaluación interna’. España reducirá sus costes laborales a fin de ganar una competitividad que no puede ganar de otro modo: aumentando su productividad porque: 1) genera un PIB de bajo valor que no compensa la inversión, y 2) porque existe un excedente de factor trabajo que al ser inocupable permite que la demanda de trabajo fije sus condiciones.
España se va a empobrecer, mucho, mucho, muchísimo, porque el crédito que posibilitó en crecimiento se ha ido para no volver debido a que al ser un recurso, es decir, al ser algo escaso, sólo van a disponer de él quienes fabriquen bienes necesarios. Por tanto, muchas de las empresa españolas que han existido a base de financiar tal existencia, cerrarán, algunas serán absorbidas, y el desempleo del factor trabajo aumentará, y, por tanto, su oferta.
La inflación en España (que ya es baja: quiten el impacto del crudo) bajará más por la caída del consumo que ocasionará las caídas de las rentas, la desaparición del crédito y el desempleo, pero no lo suficiente para competir con costes laborales verdaderamente bajos como los tunecinos o marroquíes. La competividad puede mejorar en subsectores como el turismo, pero está por ver que sigan viniendo a España 55 millones de unos turistas cada vez con una menor capacidad de gasto a medida que la situación en Europa se vaya degradando.
Y la creciente disparidad geográfica que se va a crear forzará diferencias crecientes entre clusters y áreas con posibilidades futuras y realidades actuales y otras regiones y zonas en las que ya una parte de su PIB, muy elevada en muchos casos, procede del exterior de tales zonas y regiones.
¿El plan para España?, limitado y con un enfoque hacia una realidad triste, sesgada, fragmentada.
@sninobecerra
Santiago Niño-Becerra. Catedrático de Estructura Económica. IQS School of Management. Universidad Ramon Llull.
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