Hace unos días un lector me escribió unas líneas. Destilaban decepción, también indignación, e impotencia: "¿qué hacer?, ¿qué se puede hacer?" venía a decir.
“Hace unas semanas me puse en contacto con usted para contarle más o menos como es la situación (nombre de una localidad costera española). Quería compartir algunos cambios que están ocurriendo últimamente. Recuerdo un artículo que escribió sobre que el 20% de economía sumergida será en negro, o no será.
Hasta hace un tiempo, muchísima gente jubilada vivía de coser y arreglar redes para barcos pesqueros, sobre todo de Escocia, que venían a arreglar los aparejos aquí. Obviamente, la gente “legal” protestó seriamente porque esto no se podía permitir. La verdad es que se estaba iniciando una pequeña industria local, con varios talleres que daban trabajo a unas 100 personas, más o menos. Es cierto que 100 personas mayoritariamente pensionistas, pero que no deja de ser un poco de dinero extra en el pueblo. En especial, conozco a varios casos de padres de 70 años que ayudan a sushijo, hipotecado, divorciado y en paro.
Pues bien, la determinación de acabar con el fraude fue bastante eficaz. Ahora ya no hay barcos ni talleres, ni aparejos, ni nada. Los armadores no quieren ni oír hablar de facturas, y se han ido. Los legales no cobran, ni los pensionistas. Pero el problema ahora son los transportistas, que se han quedado con un camión, con las letras, pero sin mercancía. Por no contar con los talleres, ahora vacíos.
No defiendo para nada esta situación. Era lamentable pasear por el pueblo y ver a gente mayor, que apenas puede ver de cerca, intentar atar aparejos con 70 años. Sobre todo mientras los trabajadores del banco, que dieron una hipoteca a quién no puede pagarla, se jubilan a los 55 con un pastizal público indecente. Solo intento compartir con usted la situación actual”.
Mi respuesta fue:
“Este tema lo he expuesto varias veces en una emisora como la SER (en la Ventana, los Martes, a las 18:00). Casi el 25% del PIB español se genera en la economía sumergida. La pregunta es, ¿cuántas empresas que lo hacen en la negra podrían funcionar en la economía blanca?. Seguro que hay empresarios que se mueven en la sombra para comprarse un super yate y mantenerlo, pero, ¿cuántos hay que lo hacen para poder sobrevivir y, así, generar un poco de empleo, es decir, desgraciadamente, en España, hay empresas que son competitivas gracias a que se mueven en la economía sumergida, y digo desgraciadamente porque algo así indica la baja productividad de la economía. (Nadie me ha respondido nunca a esa pregunta).
Las prejubilaciones. Las prejubilaciones en España han sido el modo de evitar que el desempleo se disparase: la plantilla sobrante y/o más cara era “prejubilada”, y claro, han sido subsectores potentes y empresas grandes las que han podido ofrecer mejores condiciones, pero no piense que este sistema se lo han sacado de la manga esas empresas: es algo bendecido por el Gobierno: central y regionales independientemente de sus colores: evita problemas y “mejora” las estadísticas. Pero se acaba: seguro: esa será una de las causas de la subida del desempleo”.
Mi lector recontestó:
“Es cierto, además, una chica que llevaba uno de los talleres (ahora arruinada) me comentaba que están intentando fabricar una máquina que arregle los aparejos, sin tener que hacerlo a mano. O sea, que más productividad tampoco va a traer mucho más trabajo al pueblo”.
“Lo conseguirán. Seguro”, le respondí; y pensé en que hoy los aumentos de productividad no suponen incrementos de demanda de trabajo, al contrario: máquinas que reparan redes, robots que recogen uva y aceitunas, ingenios que levantan edificios, artificios que intervienen columnas vertebrales dañadas, testers que analizan contabilidades, motores, substancias, buques sin tripulación que cruzan mares, aeronaves sin piloto, escobas con ruedas que se mueven sin necesidad de manos que las sostengan. Está bien, es bueno, pero, ¿que la población activa que ya no es necesaria?.
Me dijo no hace mucho una persona: “Subastarán los puestos de trabajo”. Tal vez, aunque pienso que no: si sólo las/los megacraks serán necesarias/os, ¿qué falta hará?.
Por cierto, hace unos días un alumno me envió una viñeta que había copiado de no-recordaba-dónde, un dibujo gracioso, este:
Más por cierto: los nuevos stress tests: tampoco: se continúa aceptando el actual valor contable de los activos y no se hace una estimación de la probabilidad de impago del hombre-de-la-calle, pero afinan un poco más: aquí y vayan mirando.
Santiago Niño-Becerra. Catedrático de Estructura Económica. Facultad de Economía IQS. Universidad Ramon Llull.
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