En España se está llamando ‘reforma laboral’, pero, ¿a qué se están refiriendo en realidad?. Primero fue la reducción salarial del 5% a los empleados públicos (qué no sólo a los funcionarios); luego la posibilidad de que las empresas pudieran descolgarse de lo firmado en los convenios colectivos si demostraban que la evolución de sus cosas apuntaba a una caída en sus ingresos; a la vez, el abaratamiento del despido con aquel contrato de 33 días; el 28 de Enero va a ser, sí o sí, la modificación en el modo de cálculo de las pensiones a fin de que se reduzca el monto total a pagar en pensiones (y que se traducirá en una caída de la pensión media, de momento sólo para las nuevas); antes de Mayo el intento de prolongación en la edad de jubilación; ya, el inicio de conversaciones para cambiar la negociación colectiva y el espíritu sobre el que se sostiene; dentro de cuatro días las reducciones que van a experimentar los salarios medios.
‘¡Se está atacando al mundo del trabajo!. ¡Se está atacando al mundo de trabajo!’ Gritan quienes se hallan altamente concienciados con los temas laborales. ¿Atacando?. Mmmmmm. Pienso que no es la expresión correcta, en cualquier caso, ¿alguien pensaba que el mundo del trabajo iba a quedar al margen de la vorágine en la que ha entrado la economía planetaria teniendo en cuenta que el factor trabajo, precisamente, es uno de los elementos a los que más va a afectar -ya le está afectando- la secuencia de cambios que se está produciendo en la economía mundial?.
Cada vez se necesita menos factor trabajo para generar una unidad de PIB, crecientemente se va a necesitar menos: se está sustituyendo factor trabajo por factor capital. La productividad está aumentando (en España muy poco, y lo que aumenta es debido a que crece el paro, lo que es malo, muy malo: baja productividad equivale a una reducida preparación de cara al día después de la crisis, y para salir de ella), y, debido a lo dicho, tiende a aumentar. ‘Entonces, ¿es inevitable un elevado desempleo estructural incluso después de que finalice la crisis?’ Sí, pienso que sí.
Por el impacto que va a tener sobre los millones de trabajadoras y trabajadores ocupados, pienso que la histórica petición de la patronal española (de las patronales de todo el planeta) de colocar a cero el contador de los logros laborales con que la plantilla de una empresa cuenta al inicio de una negociación colectiva, en el momento en que tal petición adquiera el rango de ley, va a ser la medida que va a generar mayores repulsas, aunque sólo eso: repulsas; repulsas de gaseosa: ¡Ffffffffshshshshshsh! al principio, Fiuuuuuuuuuuuuu, a medida que los días vayan pasando: recuerden lo sucedido en Francia, ¡en Francia!, hace un par de meses.
La única verdad: cada vez se necesita menos factor trabajo, ¿quiénes necesitan cada vez menos factor trabajo?, quienes lo utilizan: las empresas para fabricar bienes, para elaborar servicios. Por un lado, las empresas necesitan menos factor trabajo: por un lado mueren empresas: las menos competitivas: desaparecen o son absorbidas, y sus restos reorganizados, y sus plantillas disminuidas: ¿qué reducción de efectivos humanos supondrá la reordenación de las Cajas de Ahorros?; por otro, el consumo disminuye: descenso del crédito, caída del consumo; por otro más, el offshoring, la externalización de actividades. Ya, queda la exportación: el reducto de generación de PIB que, según se dice, va a salvar a todas las economías de todos los futuros desastres, a todas, curioso, ¿no?: el consumo interno se admite que va a reducirse en casi-todas-partes, pero las exportaciones van a aumentar en todas-partes.
Vuelvo a donde estaba: partir de cero en el inicio de la negociación de un convenio colectivo. Pero, ¿se han dado cuenta de que nadie habla del fraude fiscal?; ¿han percibido que ni siquiera los sindicatos han relacionado ‘reforma laboral’ con ‘fraude fiscal’?. Piénsenlo, las empresas son, hoy por hoy, y admitida la reducción imparable de la dimensión de los Estados, los únicos entes ocupadores de mano de obra, de población activa, independientemente de su tamaño y del subsector en el que su actividad se encuadre; en consecuencia esos entes han de contar con las máximas facilidades posibles para que ocupen a la mayor cantidad de población activa que sea posible, al margen de tiempo de vigencia de esos contratos, al margen de condiciones, pronto al margen de derechos ya adquiridos, muy pronto al margen de discrepancias impositivas: recuerden el informe de la OCDE sobre ‘la economía española’: reducción de tipos impositivos a las grandes empresas (en España podría añadirse a las pymes).
En consecuencia, en una fase de necesidad decreciente del factor trabajo, ¿era procedente pensar que el factor trabajo iba a seguir contando con los mismos derechos?.
Pienso que lo que en España va a suceder es lo siguiente. La edad de jubilación no va aumentarse por ley, o sí, pero con tantísimas excepciones que será como si no; con ello los sindicatos podrán apuntarse un tanto (puramente simbólico: al final lo que cuenta es el monto total pagado en pensiones: si la pensión media desciende y sigue descendiendo, la posible prolongación de la edad efectiva de jubilación vendrá influida por las cotizaciones decrecientes de una cada vez más empobrecida juventud subempleada).
Bien, la edad de jubilación, pensaba, no va a aumentarse y, a cambio, los sindicatos -y los trabajadores- asumirán el abaratamiento del despido, la mayor facilidad de despido por razones económicas, el descuelgue se los convenios por razones coyunturales, y la puesta a cero del contador en las negociaciones de convenios en temas económicos cuando se den una serie de razones a determinar; convenios que cada vez tendrán un ámbito más individual.
Con esto se completará la primera fase de esa realidad a medio plazo planteada por M. Sarkozy: la facilidad necesaria para ‘tomar’ factor trabajo y utilizarlo -a los menores costes posibles, evidentemente-, y para ‘devolverlo’ al depósito en el que permanecerá parado, subempleado, infrautilizado, hasta que vuelva a ser necesario. (Atención: ‘depósito’, no ‘Ejército Industrial de Reserva’: un ejército está compuesto por individuos, en un depósito hay cantidad intercambiable de elementos)
‘¡Qué horror’!, se oye en la calle. Ya. Una vía alternativa es montar una revolución, lo que es complicado al margen de que las revoluciones sociales, hoy, no están de moda. La realidad es que la necesidad de factor trabajo disminuye a la vez que el trabajo disponible es el existente, por lo que, o se envía población a colonizar la Luna y Marte, o las empresas irán aumentando sus requerimientos para abaratar los costes laborales de los crecientemente menos numerosos trabajadores que vayan necesitando. A corto plazo la segunda opción parece más viable.
Santiago Niño-Becerra. Catedrático de Estructura Económica. Facultad d’Economía IQS. Universitat Ramon Llull.
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