A lo largo de su larguísima e increíblemente exitosa carrera como inversor, Warren Buffett ha ofrecido a los inversores incontables muestras de sabiduría que les han ayudado en su intento de navegar en cualquier entorno de mercado. Por esa razón, no es de extrañar que haya masas de inversores que siguen de cerca sus movimientos y sus palabras.
Dentro de esta capacidad para amasar su enorme fortuna, ha sido clave el atenerse siempre a una serie de reglas. Pero como acabamos de ver este mismo año, Buffett no siempre sigue las normas que él mismo ha dictado.
A principios de 2010, expresó su desacuerdo con las ampliaciones de capital de las acciones y con el excesivo uso de éstas como moneda de cambio en fusiones y adquisiciones. Cuando el gigante de la alimentación Kraft estaba intentando comprar Cadbury, él Oráculo de Omaha calificó de "estúpido" el plan basado en el intercambio de acciones. A su juicio, al emitir nuevas acciones, la empresa inyecta una excesiva oferta en el mercado y diluye a sus accionistas.
Sin embargo, a pesar de sus reservas, unos meses después diseñó un plan que incluía una importante ampliación de capital de las acciones de clase B de su holding Berkshire Hathaway para financiar su oferta por la parte que no controlaba de la ferroviaria Burlington Northern Santa Fe, valorada en 34.000 millones de dólares.
Derivados
Aunque estas desviaciones de los principios suelen quedarse en mera anécdota, romper una regla de Buffett puede salir caro, hasta para el propio Buffett, como se pudo comprobar la semana pasada.
Quizá el ejemplo más criticado de ruptura de sus propias reglas es el referido a los derivados. En una famosa carta a sus accionistas, el gurú los llamó "armas financieras de destrucción masiva". Dado ese agrio rechazo, uno pensaría que Buffett se ha esforzado para mantenerse al margen de estos productos complejos y arriesgados.
Pero esta asunción resultó ser falsa. En realidad, su firma gestiona una enorme cartera de derivados, valorada en más de 60.000 millones. Y ahora, esta fuerte exposición a estos productos se ha vuelto en su contra. En el tercer trimestre de 2010, Berkshire Hathaway vio cómo su beneficio caía un 7%, y las apuestas equivocadas en derivados supusieron, ellas solas, una pérdida trimestral de 700 millones.
Y lo que funcionó fue, precisamente, las posiciones tomadas a la manera tradicional de su estilo value de inversión. Por ejemplo, la mejora de la demanda gracias a la recuperación económica hizo subir a Burlington Northern en bolsa, lo que anuló parte de las pérdidas en los derivados. Por tanto, la lección es que atenerse a las reglas de Buffett (invertir en empresas infravaloradas, fáciles de entender, con potencial alcista a largo plazo) suele dar resultado, y apartarse de ellas suele salir mal.
fuente: http://www.eleconomista.es/seleccion-ee/noticias/2608809/11/10/Buffett-se-salta-sus-reglas-y-sale-escaldado.html
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