El Foro Mundial de Recursos solicita que el IVA grave a las materias primas en vez de a los productos terminados
Beatriz Lorenzo.- Algodón, soja, cobre, zinc. Son algunas de las materias primas que van camino de convertirse en bienes preciados y muy caros para los ahítos países desarrollados que, mientras exprimen las últimas gotas de los recursos naturales del planeta, se echan las manos a la cabeza al comprobar que la existencia de materias primas –sobre todo minerales y productos agrícolas- aumenta potencialmente de un modo demasiado lento como para satisfacer la reactivación de la demanda. Ante este panorama, y para combatir el consumo en aumento de los recursos naturales, el Foro Mundial de Recursos (WRF) ha solicitado la implantación de una estrategia global que sirva de marco a un nuevo modelo económico, caracterizado por la existencia de gravámenes sobre las materias primas en lugar de impuestos sobre el trabajo o los productos elaborados.
El dedo acusador del Foro Mundial de Recursos apunta una vez más a Europa que, a pesar de merecer la calificación de la región más “eco-eficiente”- cálculo estimado teniendo en cuenta la producción económica nacional por unidad de recursos naturales extraídos-, ha experimentado un imparable incremento de sus importaciones de materias primas de otros lugares del planeta. Ante esta situación, las previsiones del Foro Mundial de Recursos son pesimistas y apuntan a que, de mantenerse esta tendencia, los requisitos de materiales de la economía europea acabarán siendo cubiertos en su totalidad por importaciones.
Es evidente que, si bien las políticas medioambientales internacionales han obtenido buenos resultados en casos puntuales- reciclado, eliminación de productos peligrosos del mercado, contaminación de aguas- las mismas regulaciones parecen inofensivos cachorros desdentados a la hora de hacer frente a una realidad tan tangible como implacable: el agotamiento de los recursos naturales.
UN NUEVO MARCO ECONÓMICO
La necesidad de un nuevo marco económico se hace palpable. Una nueva estrategia mundial que promueva el acceso equitativo a los recursos naturales es la única forma de garantizar su disponibilidad a las generaciones futuras. El establecimiento de impuestos sobre las materias primas que limitasen las importaciones masivas, podría ser la base para nuevos y mejores objetivos de eficiencia y productividad global. En este sentido, el Foro Mundial de Recursos sugiere que en lugar de aplicar el IVA a los productos finales, se graven los recursos naturales en el punto en que se retiran de la naturaleza y entran en la cadena industrial. Así pues, la introducción de sistemas de producción de bajo impacto, requerirá también de nuevas infraestructuras, bienes, servicios, procesos y modelos de negocio, que sustituyan a las inservibles tecnologías actuales que han demostrado ser incapaces de conjugar las necesidades humanas con la utilización de recursos naturales.
No es tarea sencilla. Los planteamientos actuales de Europa necesitarían experimentar un giro de 180 grados para acometer las reformas propuestas por el Foro Mundial de Recursos. Y es que en la actualidad el viejo continente carece por completo de objetivos para reducir las importaciones de materias primas y sus políticas de gestión no se están evaluando por su potencial para aumentar la eficacia de los recursos naturales. Teniendo en cuenta el impacto del consumo de Europa en el resto del mundo en términos de recursos importados, el continente debería vigilar su uso de la tierra y el agua y, por su puesto, sus emisiones contaminantes de gases de efecto invernadero.
Cada una a su manera, todas las áreas del planeta se enfrentan a problemas específicos derivados de la mala gestión y la sobreexplotación de los recursos naturales. En África la degradación de la tierra es la principal preocupación, en Asia y el Pacífico la calidad del aire, el aumento de los residuos y la degradación de los ecosistemas son temas prioritarios. En Europa, las ya mencionadas necesidades de recurrir a importaciones crecientes se unen con la pérdida de la biodiversidad. En América Latina las ciudades representan peligrosas amenazas a los ecosistemas, y los mares se están convirtiendo en pozas contaminadas. Todo esto se conjuga con una población cada vez más exigente, más hambrienta y con unos recursos moribundos que piden a voces el desarrollo de patrones de consumo que se apoyen en la sostenibilidad y la eficiencia de los recursos, así como un consenso mundial sobre los indicadores ecológicos y económicos en sintonía con las capacidades del medio natural y más allá de las exigencias, siempre voraces, de los PIB.
EN PELIGRO DE EXTINCIÓN
Y es que tal y como están las cosas, las materias primas no sólo adolecen de una escasez creciente y alarmante, las pocas que quedan tienen que enfrentarse a la manipulación humana que, en la mayoría de las ocasiones, les hace un flaco favor. La soja, tan esencial para la alimentación de los ganados de las granjas europeas, es el mejor ejemplo del absurdo ensañamiento de la mano del hombre sobre los recursos naturales. Ya en 2008 un informe de la Federación Europea de Fabricantes de Productos para la Alimentación Animal advertía del desaguisado: la “tolerancia cero” exigida por parte de las autoridades europeas en cuanto a la utilización de materias primas modificadas genéticamente para la elaboración de productos para la alimentación animal podría llevar a una situación de desabastecimiento de soja puesto a que los principales abastecedores de este producto a nivel mundial, Argentina, EE.UU, Canadá y Brasil producen la práctica totalidad de sus cosechas con semillas modificadas genéticamente.
Los minerales son otra de las principales víctimas de la escasez de materias primas. Algunos conocidos (cobre, zinc, estaño…) y otros de nombres evocadores como el berilio o el niobio. Todos ellos están, para desgracia de Europa, fuera de las fronteras del viejo continente que, emulando a los antiguos buscadores de oro, codicia cada vez más estos recursos otrora abundantes. Únicamente el mercurio, tan denostado por su fuerte impacto medioambiental, permanece fiel a Europa, que sigue siendo líder mundial en su producción. Sin embargo, no es suficiente. Sin una redistribución de los recursos naturales más eficaz, Europa se verá completamente expuesta a la agenda geopolítica de sus proveedores.
Sin una regulación, el hambre de recursos puede causar grandes problemas a los países europeos. Si se mantiene el ritmo actual, el consumo mundial de materias primas minerales se multiplicará por cuatro en sólo 20 años. El previsible aumento del precio puede disparar el déficit comercial de la UE en este terreno. La escasez de metales en la UE no ha impedido la existencia de una ingente producción minera y en algunos minerales industriales como, feldespato, caolín, magnesita o sal, la UE figura entre los tres mayores productores del mundo. Sin embargo, este sector se enfrenta a amenazas, sobre todo el marco regulador horizontal (en materia de medio ambiente) que no se concibió tomando en cuenta las circunstancias de la industria minera.
Fuente capitalnews.es
Beatriz Lorenzo.- Algodón, soja, cobre, zinc. Son algunas de las materias primas que van camino de convertirse en bienes preciados y muy caros para los ahítos países desarrollados que, mientras exprimen las últimas gotas de los recursos naturales del planeta, se echan las manos a la cabeza al comprobar que la existencia de materias primas –sobre todo minerales y productos agrícolas- aumenta potencialmente de un modo demasiado lento como para satisfacer la reactivación de la demanda. Ante este panorama, y para combatir el consumo en aumento de los recursos naturales, el Foro Mundial de Recursos (WRF) ha solicitado la implantación de una estrategia global que sirva de marco a un nuevo modelo económico, caracterizado por la existencia de gravámenes sobre las materias primas en lugar de impuestos sobre el trabajo o los productos elaborados.
El dedo acusador del Foro Mundial de Recursos apunta una vez más a Europa que, a pesar de merecer la calificación de la región más “eco-eficiente”- cálculo estimado teniendo en cuenta la producción económica nacional por unidad de recursos naturales extraídos-, ha experimentado un imparable incremento de sus importaciones de materias primas de otros lugares del planeta. Ante esta situación, las previsiones del Foro Mundial de Recursos son pesimistas y apuntan a que, de mantenerse esta tendencia, los requisitos de materiales de la economía europea acabarán siendo cubiertos en su totalidad por importaciones.
Es evidente que, si bien las políticas medioambientales internacionales han obtenido buenos resultados en casos puntuales- reciclado, eliminación de productos peligrosos del mercado, contaminación de aguas- las mismas regulaciones parecen inofensivos cachorros desdentados a la hora de hacer frente a una realidad tan tangible como implacable: el agotamiento de los recursos naturales.
UN NUEVO MARCO ECONÓMICO
La necesidad de un nuevo marco económico se hace palpable. Una nueva estrategia mundial que promueva el acceso equitativo a los recursos naturales es la única forma de garantizar su disponibilidad a las generaciones futuras. El establecimiento de impuestos sobre las materias primas que limitasen las importaciones masivas, podría ser la base para nuevos y mejores objetivos de eficiencia y productividad global. En este sentido, el Foro Mundial de Recursos sugiere que en lugar de aplicar el IVA a los productos finales, se graven los recursos naturales en el punto en que se retiran de la naturaleza y entran en la cadena industrial. Así pues, la introducción de sistemas de producción de bajo impacto, requerirá también de nuevas infraestructuras, bienes, servicios, procesos y modelos de negocio, que sustituyan a las inservibles tecnologías actuales que han demostrado ser incapaces de conjugar las necesidades humanas con la utilización de recursos naturales.
No es tarea sencilla. Los planteamientos actuales de Europa necesitarían experimentar un giro de 180 grados para acometer las reformas propuestas por el Foro Mundial de Recursos. Y es que en la actualidad el viejo continente carece por completo de objetivos para reducir las importaciones de materias primas y sus políticas de gestión no se están evaluando por su potencial para aumentar la eficacia de los recursos naturales. Teniendo en cuenta el impacto del consumo de Europa en el resto del mundo en términos de recursos importados, el continente debería vigilar su uso de la tierra y el agua y, por su puesto, sus emisiones contaminantes de gases de efecto invernadero.
Cada una a su manera, todas las áreas del planeta se enfrentan a problemas específicos derivados de la mala gestión y la sobreexplotación de los recursos naturales. En África la degradación de la tierra es la principal preocupación, en Asia y el Pacífico la calidad del aire, el aumento de los residuos y la degradación de los ecosistemas son temas prioritarios. En Europa, las ya mencionadas necesidades de recurrir a importaciones crecientes se unen con la pérdida de la biodiversidad. En América Latina las ciudades representan peligrosas amenazas a los ecosistemas, y los mares se están convirtiendo en pozas contaminadas. Todo esto se conjuga con una población cada vez más exigente, más hambrienta y con unos recursos moribundos que piden a voces el desarrollo de patrones de consumo que se apoyen en la sostenibilidad y la eficiencia de los recursos, así como un consenso mundial sobre los indicadores ecológicos y económicos en sintonía con las capacidades del medio natural y más allá de las exigencias, siempre voraces, de los PIB.
EN PELIGRO DE EXTINCIÓN
Y es que tal y como están las cosas, las materias primas no sólo adolecen de una escasez creciente y alarmante, las pocas que quedan tienen que enfrentarse a la manipulación humana que, en la mayoría de las ocasiones, les hace un flaco favor. La soja, tan esencial para la alimentación de los ganados de las granjas europeas, es el mejor ejemplo del absurdo ensañamiento de la mano del hombre sobre los recursos naturales. Ya en 2008 un informe de la Federación Europea de Fabricantes de Productos para la Alimentación Animal advertía del desaguisado: la “tolerancia cero” exigida por parte de las autoridades europeas en cuanto a la utilización de materias primas modificadas genéticamente para la elaboración de productos para la alimentación animal podría llevar a una situación de desabastecimiento de soja puesto a que los principales abastecedores de este producto a nivel mundial, Argentina, EE.UU, Canadá y Brasil producen la práctica totalidad de sus cosechas con semillas modificadas genéticamente.
Los minerales son otra de las principales víctimas de la escasez de materias primas. Algunos conocidos (cobre, zinc, estaño…) y otros de nombres evocadores como el berilio o el niobio. Todos ellos están, para desgracia de Europa, fuera de las fronteras del viejo continente que, emulando a los antiguos buscadores de oro, codicia cada vez más estos recursos otrora abundantes. Únicamente el mercurio, tan denostado por su fuerte impacto medioambiental, permanece fiel a Europa, que sigue siendo líder mundial en su producción. Sin embargo, no es suficiente. Sin una redistribución de los recursos naturales más eficaz, Europa se verá completamente expuesta a la agenda geopolítica de sus proveedores.
Sin una regulación, el hambre de recursos puede causar grandes problemas a los países europeos. Si se mantiene el ritmo actual, el consumo mundial de materias primas minerales se multiplicará por cuatro en sólo 20 años. El previsible aumento del precio puede disparar el déficit comercial de la UE en este terreno. La escasez de metales en la UE no ha impedido la existencia de una ingente producción minera y en algunos minerales industriales como, feldespato, caolín, magnesita o sal, la UE figura entre los tres mayores productores del mundo. Sin embargo, este sector se enfrenta a amenazas, sobre todo el marco regulador horizontal (en materia de medio ambiente) que no se concibió tomando en cuenta las circunstancias de la industria minera.
Fuente capitalnews.es
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