(Prácticamente siempre se dice ‘Ricos y pobres’, casi nunca ‘Pobres y ricos’. ¿Por qué?)
La última semana de Octubre fueron publicados dos informes demoledores sobre la pobreza y la desigualdad: el Informe Foessa 2013 (http://www.caritas.es/noticias_tags_noticiaInfo.aspx?Id=6475) y el de Oxfam Interemón (http://www.oxfamintermon.org/es/documentos/13/12/12/crisis-desigualdad-pobreza) (Un resumen introductorio de ambos lo tienen aquí:http://www.economiadigital.es/es/notices/2014/10/los_ultraricos_61341.php).
De pronto el tema de la ‘desigualdad’, de la ‘pobreza’, de la ‘distancia entre ricos y pobres’, pasa a ser sección habitual de periódicos y boletines de noticias; en España la eclosión de estas noticias coincide con la oleada de desahucios habida a partir del 2010. Junto esto proliferan informaciones en relación al creciente despegue de los ricos desde una vertiente exclusiva e inalcanzable, como las aparecidas en El País Negocios del 02.11.2014 en su Págs. 29: ‘Las grandes fortunas se aíslan’, y 30 ‘Ático de Richard Meier en Manhattan’.
Junto a unas historias que hablan de privaciones, de pobreza, de carencias inimaginables, nos enteramos que la última tendencia entre los miembros del 0,1% de la población mundial es tener residencias en islas: San Bartolomé (5,4 M€ una casa de 4 dormitorios), Bermuda (3,16 M), Islas Vírgenes Británicas (2,37 M) … aunque también residir en una ciudad como NYC en un ático dúplex de 40 M$ a orillas del Hudson y con vistas a Manhattan con todos los servicios que se puedan imaginar. Ricos y pobres. ¿Qué está sucediendo?.
El razonamiento es la madre del que sustenta lo apuntado ayer en “La insostenibilidad de las pensiones” (http://lacartadelabolsa.com/leer/articulo/la_insostenibilidad_de_las_pensiones): tras la II GM, en un escenario de Guerra Fría, con una población de a pie bastante ideologizada en los países industrializados (entonces se les denominaba así a los desarrollados), con una producción-de-todo en ascenso por medio de un modelo que necesitaba factor trabajo abundante y en una dinámica en que se encajaban sin demasiados problemas aumentos de precios que rápidamente eran trasladados a los salarios: indiciación, a ‘la clase obrara’ había que darle cosas, por ejemplo un título: el de ‘clase media’, sus jefes (mandos intermedios la mayoría) no debían destacar demasiado, los ricos tenían que adoptar posturas contemporizadoras, y los megarricos sólo aparecían en breves flashes en forma de reportajes gráficos en sus refugios de Cortina D’Ampezzo, la Riviera, Costa Esmeralda, la Côte d’Azur o Acapulco, pero siempre de forma discreta y sin escándalos.
Hoy, tras ‘el fin de aquella Historia’ (Francis Fukuyama: el gran mal entendido) ya no hay Guerra Fría; ni mandos intermedios; el factor trabajo cada vez es menos necesario y dentro de nada la mayoría no será casi necesario, por lo que el consumo será uniforme y de bajo valor porque lo será su precio en una atmósfera de productividad creciente, bajos salarios a la baja y subsidios de subsistencia. Ya no será necesaria una elevada presión fiscal porque ya no hará falta nutrir un decreciente gasto público ni financiar un modelo de protección social en retroceso. La clase media ya no representa nada porque cada vez hay menos en medio, a la vez que bastantes antiguos ricos viven de pasadas glorias y Cortina, masificada, ya no es ni sombra de lo que había sido. Son los megarricos –da igual la forma que adopten– quienen tienen el capital que posibilita que el mundo continúe girando. No aquel mundo contemporizador con su necesaria ‘gentecilla’ sino un mundo nuevo. La desigualdad está creciendo porque ya no es necesario igualar nada; y las carencias aumentan porque ya no es preciso que disminuyan.
Y yo sigo con lo mismo: ¿por qué se habla tanto de lo ricos que son los ricos y tan poco de por qué son y serán pobres los pobres?
Santiago Niño-Becerra. Catedrático de Estructura Económica. IQS School of Management. Universidad Ramon Llull.
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