“Se flexible, en tu trabajo, en tus relaciones personales, en tu vida. Se flexible. Adáptate a las circunstancias y saca el mejor partido de lo que venga. Eso no podrás cambiarlo, no en la mayoría de las veces, sólo podrás cambiar como lo afrontas. Y créeme, de eso depende todo”.
Este fue un consejo que recibí hace ya muchos años de unos de los gestores de mercado más exitosos que he conocido, y de las personas más íntegras que han pasado por mi vida. He intentado tenerlo siempre presente en los buenos y en los malos momentos que todos pasamos en nuestras vidas. Y es cierto, “de eso depende todo”.
El motivo de que les cuente esto, a parte de la sensiblería típica de estas fechas, es que recientemente leí un artículo en el que se detallaba una serie de grandes inventos que nacieron por casualidad. Los planes iniciales salieron mal, y de esos errores surgieron grandes productos de éxito, adaptándose a las circunstancias y sacando el mejor provecho de lo que vino.
Pongamos algunos ejemplos que les serán muy familiares:
Viagra: Los químicos estaban desarrollando una píldora para el tratamiento de enfermedades cardiovasculares. En 1991 surgió algo que desvió los esfuerzos. Los sujetos de prueba mostraron unos efectos secundarios bastante viriles.
La píldora, más tarde llamada Viagra y aprobada por la FDA en 1998, resultó un fracaso en términos de tratamiento de enfermedades del corazón. Pero el beneficio para tratar la disfunción eréctil genera más de 5.000 millones de dólares al año en ventas a nivel mundial. De ellos, la Viagra representa alrededor de 1.900 millones de dólares.
Cereales: Como adventista del séptimo día, el doctor John Harvey Kellogg, llevaba una dieta vegetariana por su fe. En 1894, mientras trabajaba en el sanatorio de Battle Creek en Michigan, comenzó a experimentar con maneras de hacer su dieta restrictiva más aceptable y más barata.
Dejó un poco de trigo hervido rancio. Cuando lo intentaba salvar haciéndolo una masa, Kellogg (y su hermano) encontraron que rompiéndolo en pedazos y tostándolo el resultado era sorprendente. Después de un poco de ensayo y error, los hermanos Kellogg decidieron utilizar maíz en lugar de trigo como ingrediente principal. El resultado fue considerado como bastante bueno por los pacientes del sanatorio, y se fundó la empresa Kellogg que llevaba su nombre.
El doctor John, sin embargo, optó por salir de la empresa ya que su hermano había manipulado el carácter saludable de la receta añadiéndola azúcar a la mezcla. El mayor de los Kellogg no estaba preocupado por la obesidad o la mala dentadura. Como practicante acérrimo de la abstinencia sexual, su teoría era que los copos de maíz suprimirían los impulsos físicos. El azúcar, un afrodisíaco en su opinión, desharían esto.
Todo sabemos que es ahora Kellogg.
El horno microondas: Es fácil imaginar las molestias que causaba el tener que recalentar la comida antes de la llegada del microondas. La invención de este electrodoméstico se debió a un ingeniero de Raytheon, que allá por 1945, estaba experimentando con un dispositivo llamado magnetrón, un tubo de microondas que se usaba como parte de los sistemas de los radares militares. Un día que estaba probando el equipo, se dio cuenta que una barra de caramelo que estaba en su bolsillo se estaba derritiendo. Ante la sospecha de que la radiación estaba cocinando su refrigerio, el ingeniero puso a prueba esta teoría. De esta forma, Percy Spencer, descubrió una manera revolucionaria de cocinar.
El primer microondas fue construido en 1947, y estaba dirigido a usos industriales. Medía 1,5 metros y costó 5.000 dólares. En 1967 una división de Raytheon comenzó a vender microondas destinados a cocinar a 500$.
Patatas fritas: En 1853 el nativo americano George Crum trabajaba en el comedor en Saratoga Springs, cuando un cliente vino quejándose de que las patatas francesas que le había servido eran demasiado gruesas. En un gesto rencoroso, el cocinero hizo un lote en el que las patatas eran tan finas que a la vez de un gesto sarcástico, pensaba que serían no comestibles.
En cambio, aquellas patatas tuvo una crítica muy favorable y otros comensales quisieron una porción similar. Los propietarios del restaurante, eufóricos por el éxito, añadieron estas patatas al menú. Las “Chips Saratoga” ganaron fama, y Crum transformó su notoriedad en la apertura de su propio restaurante.
En pocos años, los distribuidores de aperitivos de Ohio y Nueva Inglaterra, comercializaban estas patatas. En la década de 1920 se extendieron por todo EE.UU. gracias a los esfuerzos del vendedor Herman Lay. La invención en 1926 de la bolsa de patatas hecha de papel de cera posibilitó que el contenido se mantuviera lo suficientemente fresco para que la distribución nacional fuera una realidad.
Estos son unos ejemplos de un gran número de productos que se descubrieron de casualidad, y que fueron aprovechados por personas con iniciativa y una actitud positiva hasta convertirlos en enormes éxitos.
fuente: http://lacartadelabolsa.com/leer/articulo/los_errores_pueden_generar_magnificas_oportunidades
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